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Opinión

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¿Qué te estás tragando?

Bilis. Así es la estrategia de la Secretaría de Salud para combatir la obesidad, el título de la historieta/panfleto que busca convencer a la infancia de que la comida procesada es dañina, ¿Qué te estás tragando?, tiene más un enfoque de rabia que de salud. Una niña, que según los usuarios de redes sociales parece señora, regaña a su compañero de escuela por lo que se va a comer de lunch. Qué buen momento para lanzarla, los niños llevan 8 meses sin ir a una escuela, y sin saber para cuándo eso volverá a ser posible. Si comes exceso de “químicos” advierte, puedes dañar tu salud. Por cierto, en todas las apariciones de la niña que come sano, sólo sonríe en una imagen, contra cinco veces en las que aparece sonriendo el niño que come productos procesados. ¡Buena comunicación!

La estrategia contra la obesidad ha sido, como toda la estrategia de comunicación de este gobierno, buscar enemigos, en lugar de buscar soluciones. Así es como han decidido que los productores de alimentos procesados sean el enemigo a perseguir. Sin construir de la mano una estrategia que eduque y otra que permita tener alimentos más saludables al alcance de la población. La historieta carece de estrategia, y está hecha tomando la información de la Secretaría de Salud, se imprimirán 30 millones de copias y Rafael Barajas ‘El Fisgón’,  la hizo sin cobrar. Me queda claro que el problema no es el dinero, es la estrategia, y gastar dinero en tirar flechas a lo loco, por muy baratas que sean, termina siendo caro.

Acusa el panfleto: “La industria de comida chatarra gasta millones de pesos en publicidad que buscar darle al posible comprador la sensación de alegría y felicidad”. En efecto, la publicidad de cualquier producto busca que la gente lo compre, y esa, la publicidad es exactamente en la estrategia que desde la Secretaría de Salud tendrían que estar pensando. Podrían tejer alianzas con asociaciones de productores de frutas y verduras, podrían sentar a la mesa a las y los mejores mercadólogos, publicistas y nutriólogos para pensar en cómo comunicamos que tenemos que comer mejor. No sería en la historia el primer esfuerzo por convencer a los niños de los beneficios de esa comida. Cuando la estrategia de comunicación es buena, cambia comportamientos sin que el público se de cuenta. Popeye aumentó un 33% la venta de espinacas en Estados Unidos en 1930.

Pero pareciera que el interés no está en educar a la población, en permitirles tomar mejores decisiones con más información, sino en atacar a quien ya ficharon como el enemigo. Decía el creador de Lazy Town, otro programa de televisión que fomentaba el deporte y la comida saludable, que la clave estaba en conseguir que los niños se movieran. Aquí, no podemos garantizarles seguridad al salir a la calle, tampoco comida de calidad a su alcance, o educación de primera que les permita mejorar su relación con la comida, como sucedió en Japón, por lo que entonces optaron por buscar a quien atacar. ¿Qué nos tragamos? Un montón de malas estrategias.

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