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Reciclaje en México
Si caminas por algunos de los parques más importantes de la Ciudad de México, es muy probable que te hayas encontrado con bancas azules creadas 100% a partir de materiales reciclados. Ésta fue una iniciativa de Coca-Cola y Ciel como parte de su compromiso con el planeta. Si México es el país que más Coca-Cola consume a nivel mundial, el plástico que utiliza también puede servir para mucho más al ser reciclado. Aún estamos lejos de otros países en cuestión medioambiental, pero tenemos mucho potencial para mejorar.
El reciclaje en Europa
Actualmente, Europa es líder en reciclaje. Suecia es uno de los grandes jugadores en el tema. Ellos separan su basura en cinco categorías distintas. Del total de desechos producidos en ese país, sólo 1% termina en basureros, 47% es reciclado y el resto es quemado para energía que genera electricidad para 250,000 hogares y da calefacción a 1 millón de residencias. Eso no es todo, se estima que al importar basura de otros países para convertirla en energía, Suecia gana alrededor de 100 millones de dólares al año.
Otro país ejemplar es Alemania. Ahí se recicla 56 % de todos los desechos, y los ciudadanos están involucrados en la separación de basura y en la disminución de plásticos de un solo uso.
La Unión Europea lleva mucho tiempo con esa acción y hoy recicla 50 % de su basura y genera energía sustentable.
En 1984, Suecia implementó un programa que regresaba dinero a los ciudadanos por las latas de aluminio que reciclaban y en 1994 hizo lo mismo con las de plástico. Por su parte, en 1991, Bélgica creó una fábrica para tratar composta y comenzó a separar y tratar los residuos orgánicos, inició programas para fomentar el compostaje en todos los niveles, certificar a productores y más. En el 2010 ya eran más de 50 fábricas dedicadas reciclar material orgánico y generar energía renovable.
La situación en México
En México uno de los mayores desechos es el plástico. Genera alrededor de 8 millones de toneladas al año y sólo recicla 32 por ciento. A pesar de los esfuerzos, aún no hay una infraestructura suficiente para el reciclaje en el país. La Ciudad de México recicla 90% de las botellas de PET, pero en el resto del país sólo es 56 por ciento. A este paso, los océanos se llenarán de plástico que tarda miles de años en degradarse y que ya está causando problemas, incluso en el suelo, por ejemplo. Los microplásticos en la tierra son ingeridos por las lombrices, que pierden masa al ingerir este producto; por lo tanto, afecta su aporte nutrimental a la tierra y afecta el crecimiento de plantas y cosechas.
México necesita iniciativas como las de los países europeos, que puedan crecer hasta convertirse en industrias que reduzcan la cantidad de basura y sean positivas para la economía nacional. Para eso se necesita una proyección a largo plazo y que los sectores público y privado se comprometan.
Las empresas son las que más han trabajado en la reducción y reciclaje de sus desechos. Se han instaurado máquinas que dan puntos, créditos para Netflix u otros incentivos al reciclar latas y botellas. Unilever está comprometido en reducir la cantidad de plástico que genera y toda la que pueda.
Coca-Cola también lo está haciendo. Para el 2020 planea cambiar el plástico por el cartón, lo que equivale a transformar 11,000 toneladas de anillos plásticos de latas en material reciclable. Además, va a invertir millones de dólares en desarrollo de tecnología para hacer sus prácticas aún más verdes y llegar a la meta de eliminar el uso de más de 200,000 toneladas de plástico virgen en Europa para el 2025 y en el resto del mundo para el 2020.
La clave está en el desarrollo de nuevas tecnologías, pero en México hay más por hacer. Implica comprometernos y ceder ante ciertas facilidades que hoy tenemos, por ejemplo, aquí se continúa separando la basura sólo en orgánica e inorgánica, o peor, se tira toda la basura en la misma bolsa.
La realidad es que el cambio individual es el que puede generar un movimiento colectivo. Reciclar todos los días, separar la basura, reducir el uso de plásticos, en general, es esencial para transformar la cultura de productos desechables con la que vivimos.
Con esas acciones pronto reciclar será algo rutinario, es cuestión de hacerlo por determinado tiempo para que comencemos a separar por colores, materiales y en determinados lugares. Este cambio de conciencia nos concientizará de que la contaminación no sólo viene de la basura que generamos, sino de acciones como transportarnos en automóviles de manera individual. Al ver el cielo contaminado, más gente se movilizará en bicicleta, transporte público o caminará.
Reciclar no sólo es tirar la basura de manera correcta, es ver qué es lo que podemos hacer para ayudar y mejorar al planeta. Las acciones que hacemos hoy son positivas, pero aún podemos mejorar y, con ello, transformar el país en una potencia ecológica a nivel mundial.