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Relación México-EU: ¿para qué deteriorarla más?
Al parecer el Presidente no se siente a gusto si diariamente desde su púlpito no agrede a los que imagina que son sus “adversarios”. Tiene a sus favoritos para insultar recurrentemente: Loret, Calderón, Dresser, Claudio X. y los periodistas en general. Pero también ha arremetido en contra de los padres de los niños con cáncer, de los ambientalistas, las feministas, de algunos empresarios, obviamente los políticos de oposición y esos entes abstractos que denomina “conservadores y neoliberales”. En la esfera internacional le ha pegado al Rey de España, a funcionarios de Biden, al Presidente chino, a la Presidenta de Perú. Los va turnando.
La semana pasada fue el turno para tundir al gobierno de Biden en cuatro frentes: Primero, en una falta de cooperación, la Sedena negó el permiso al Pentágono para monitorear en el espacio aéreo nacional un globo. Segundo, la verborrea alrededor del fentanilo de que éste no se produce en México, contradiciendo investigaciones de la DEA sobre el desmantelamiento de laboratorios de fentanilo por parte de Sedena. Tercero, rechazar la ayuda para localizar a los narcos cuya aprehensión la DEA ha señalado como prioritaria. Cuarto, la ocurrencia de reclamarle a Biden por escrito, que la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) cancele los financiamientos a sus opositores, en concreto a organizaciones mexicanas bien establecidas conocidas como “think tanks”. Son acusaciones disparatadas como si USAID diera recursos a organizaciones guerrilleras o criminales. Obviamente fue un reclamo vergonzoso. La contradicción es que en su carta AMLO acusa al gobierno de Biden de ser intervencionista precisamente con un argumento ¡injerencista!
El discurso anti yanqui de intervención y subyugación pudo haber funcionado en los años sesenta o setenta, pero hoy día simplemente huele a rancio y ya no tiene relevancia. Con los vínculos económicos tan fuertes entre los dos países, esa línea discursiva resulta obsoleta. Un altísimo porcentaje de la sociedad tiene vínculos con esa relación tan fuerte. Por ejemplo, 13.6% de los hogares mexicanos son receptores de remesas lo que cubre más de 11 millones de adultos, extendiendo el beneficio a más familiares. Evidentemente esa población no abraza la retórica anti estadounidense.
Pretender que USAID dirija sus apoyos a donde el señor López quiera es no entender el mandato de ese organismo. De igual forma como apoya a organizaciones para avanzar en la promoción de la democracia y el desarrollo, le ha otorgado dinero directamente al gobierno mexicano para asistencia militar, protección a migrantes y la lucha contra las drogas, así como financiamientos para proyectos verdes en estados y municipios. El gobierno de Biden ha sido muy prudente, pero urge no deteriorar más la relación bilateral.
Nuestro Presidente no entiende cómo funciona el mundo moderno. Se quedó en una visión pequeñamente localista de economía cerrada de los setenta. Hoy se requiere un presidente con liderazgo que entienda al mundo, abierto con inversionistas y fomente el comercio. Eso ya no sucedió. ¿Alguna esperanza para el próximo gobierno?
Twitter: @frubli