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Salir de la Bolsa
Una docena de empresas que deciden deslistarse de la Bolsa Mexicana de Valores, es una señal que debe prender focos rojos. Esto, no solo por el prestigio que da la presencia de grandes y conocidos conglomerados empresariales, sino por la pobre capacidad de nuestra economía por proveer de fondos a las compañías que los buscan en el mercado bursátil. Esa opción de financiamiento, en otros tiempos significó una vía para la obtención de recursos a través de la emisión de acciones; ahora, tal posibilidad se cancela paulatinamente ante la reducida inversión que por esta vía se encuentra. La situación merece un especial análisis. No solo estamos ante una manifestación sintomática de la marcha de la economía; es esta más bien una etapa en donde campean un cúmulo de factores que han mermado los incentivos que se tenían en el país para invertir en términos generales.
La ruta ha sido larga desde el inicio de la pandemia, pero se ha agravado con subrayada intensidad cuando las políticas públicas en materia de economía han generado un clima de incertidumbre, mismo que se significa en la muy poca, o nula apertura de nuevas empresas y, un recato para la inversión necesaria para las ya existentes. En un clima de poco aliento para un ambiente positivo de negocios, los mercados públicos de captación de dinero se vuelven sumamente áridos, sin posibilidades para posibles inversionistas de encontrar portafolios atractivos y diversificados que le signifiquen una buena ruta hacia las ganancias. Para decirlo claro, para aquellas empresas que decidieron optar por la captación de fondos en el mercado bursátil no existen fondos de inversión que hagan atractiva su permanencia en la Bolsa, y por otra parte para los inversionistas, no existen condiciones favorables para arriesgar su dinero en proyectos que hoy por hoy se avizoran inciertos.
Y no podría ser distinto cuando el deterioro del ambiente de negocios ha sido paulatino y acelerado por la adopción de políticas proteccionistas del estado, tal cual ha ocurrido con la reforma eléctrica. Ahí es donde hay que comprender que, a pesar de que el choque respecto a las expectativas de crecimiento no han sido de carácter inmediato, el clima para las inversiones si se ha desgastado paulatinamente y ahora parece llegar a un grado desde donde sería sumamente complicado re encauzarlo. Varias son las manifestaciones que de ello llegan a la Bolsa Mexicana de Valores, en primer lugar, un muy bajo nivel de operaciones y pobre bursatilización, en segundo término y consecuencia de la primera, existe una subvaloración de acciones que dibujan a futuro mayores pérdidas y desgastes para quienes están en el mercado y, finalmente, la atracción por mayores incentivos de opciones en el extranjero, tanto por rendimiento como por estabilidad.
Acorde al pensamiento de Adam Smith, todo el dinero es creencia, y cuando se cree poco en el mercado, el aviso es claro; mejor afuera que adentro.
Twitter: @gdeloya