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Sheinbaum y Córdova: dos visiones distintas de la democracia
Dos visiones distintas sobre la democracia y el futuro de las instituciones democráticas se enfrentan, cada una encabezada por figuras prominentes: la candidata presidencial morenista Claudia Sheinbaum y el expresidente del IFE Lorenzo Córdova. A través de los discursos que pronunciaron ayer, ambos delinearon caminos divergentes para la nación, marcados por una profunda discrepancia en la concepción y el propósito de las reformas constitucionales.
Por un lado, Sheinbaum, cabeza visible de la Cuarta Transformación, aboga por un cambio constitucional que, según ella, busca profundizar y expandir la democracia en México. Ella propone no solo ajustar las leyes, sino reconfigurar las instituciones para que estén de acuerdo con un proyecto de nación que prioriza la inclusión social, la justicia y el bienestar. Asegura que las más recientes reformas constitucionales presentadas por el presidente Andrés Manuel López Obrador son el siguiente paso lógico en un compromiso histórico con una democracia electoral y participativa, un reflejo de una visión de la democracia como un vehículo para la transformación social.
En contraste, Córdova, defensor de la independencia de las instituciones democráticas, percibe estas reformas como una amenaza a la democracia. Para él, cambiar la constitución y alterar la estructura del INE, del Tribunal Electoral federal, de la SCJN y otras instituciones clave equivale a socavar los cimientos mismos sobre los que descansa la democracia mexicana. Enfatiza la necesidad de preservar la autonomía de estas instituciones como garantía de elecciones libres, justas y equitativas, así como de proteger los derechos y libertades de los ciudadanos. Asegura que las reformas propuestas por AMLO representan un retroceso hacia prácticas autoritarias, en las que el poder se concentrará y perpetuará en el manos de unos cuantos en detrimento de la pluralidad y la diversidad.
La discrepancia entre Sheinbaum y Córdova no se limita a un simple debate político; es un reflejo de dos visiones fundamentales sobre qué significa la democracia y cómo debe funcionar. Mientras ella ve la democracia como un proceso en constante evolución hacia ideales de igualdad y justicia social, él la considera como un marco establecido de derechos y procedimientos que deben ser protegidos de la erosión y el abuso.
Pero ¿puede la transformación social promovida por la 4T coexistir con una firme defensa de las instituciones democráticas independientes? ¿O son estos objetivos inherentemente contradictorios, destinados a entrar en conflicto?
A medida que México se acerca a las elecciones del 2 de junio se hace más evidente la necesidad de un diálogo inclusivo y constructivo entre las fuerzas políticas. La reconciliación de estas visiones no solo es deseable, sino esencial para asegurar un futuro en el que la democracia no sea simplemente una palabra vacía, sino una realidad que refleje tanto la justicia social como la integridad institucional.
Desafortunadamente, este diálogo no se dará mientras AMLO siga en el poder, porque lo suyo es la confrontación y no la búsqueda de acuerdos que promuevan y fortalezcan una democracia liberal que proteja las libertades y derechos individuales, el estado de derecho, y la separación de poderes.
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