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TLCAN, ¿en 2019 o 2020?
El secretario Guajardo ha dicho que ya se tienen cerrados siete capítulos. Me temo que para las pláticas de 2019 esto podría ser un trabajo perdido.
La reciente quinta ronda de negociación para la modernización del TLCAN puso en evidencia que las pláticas se han estancado. Esto ya se vislumbraba desde que finalizó la ronda anterior. Si bien en las rondas se han logrado acuerdos en varias áreas, quedan ahora diferencias realmente difíciles de conciliar, son dificultades estructurales inaceptables para México: el objetivo de reducción del déficit bilateral, la cláusula de revisión cada cinco años, el capítulo 19 de revisión de controversias y la intención de endurecer las reglas de origen regional en la industria automotriz.
Pero aun si en los siguientes meses se solventaran las diferencias, el verdadero enemigo para cerrar un acuerdo es el calendario. Supongamos el caso ya irreal de que la negociación pudiera finalizar en marzo. El Senado estadounidense requiere de tres meses para autorizar al Ejecutivo la firma del tratado. Se podría firmar en junio, pero el gran inconveniente es la elección en México del 1 de julio. Procesos políticos que involucran un cambio en el Poder Ejecutivo difícilmente son propicios para firmar un tratado internacional de alcance de mediano o largo plazo. El calendario se agrava todavía más, pues supongamos que con el afán de lograr un mejor acuerdo la negociación se extiende hasta junio. En ese caso se pretendería firmarlo en septiembre. Esto es difícil, pues en esas fechas ya tenderemos un presidente electo y un nuevo Congreso. Además la cercanía de las elecciones legislativas de noviembre en Estados Unidos es otro impedimento. Así las cosas, siempre y cuando la impredecibilidad de Trump no invoque el artículo 2205 de salida, las partes podrían optar por continuar con pláticas light durante todo el 2018, avanzando en temitas pero no abordando las diferencias sustantivas que prevalecen. Esperaríamos renegociar activamente en el 2019. Pero esto implica un entorno para negociar totalmente diferente: tendremos un nuevo gobierno y Trump pondrá en marcha su estrategia política para la reelección. El secretario Guajardo ha dicho que ya se tienen cerrados siete capítulos. Me temo que para las pláticas del 2019 esto podría ser un trabajo perdido.
La situación para México es delicada, además el TLCAN seguramente será tema en las campañas electorales. Desde un inicio este gobierno sabía que con la antesala de una campaña presidencial las posibilidades de éxito serían limitadas. Es difícil que un presidente que inicie su periodo acepte la herencia de un TLCAN en el que ni metió las manos. A menos que la clase política tuviese la madurez y visión como la tuvo Clinton, ya que el TLCAN se firmó en diciembre de 1993, cuando éste ya era presidente electo, y entró en vigor el 1 de enero de 1994, 20 días antes de su toma de posesión. ¿Tendrían nuestros políticos esa visión de Estado? Creo que en el 2018 prevalecerá la incertidumbre sobre el futuro del tratado.
Hoy el 2019 presenta aún mayor incertidumbre, siendo inevitable tener que esperar y tener una conclusión quizá hasta el 2020.