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Opinión

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Una mano verde al sector agropecuario (I)

Así como las actividades industriales, la agricultura y la ganadería también contribuyen a la contaminación ambiental, pero hasta hace algunos años no se les daba la debida importancia a sus efectos en el entorno

No obstante, en la actualidad, gracias a los efectos de la implementación de prácticas de producción intensivas tecnificación de los procesos y uso de fertilizantes y biocidas y la concientización de sus repercusiones en el medio ambiente (derivada, en parte, de la revolución verde), ha cambiado el concepto que se tenía sobre el impacto del sector agropecuario en el medioambiente.

Entre los principales efectos de las actividades agropecuarias podemos encontrar: degradación del suelo, contaminación atmosférica y del agua, pérdida de biodiversidad, tala de árboles, transformación de la estructura del suelo y destrucción de materia orgánica. Todo ello ocasiona, a su vez, calentamiento global, alteración del ambiente natural, disminución de la productividad del suelo y riesgos para la salud del hombre.

La magnitud del impacto ambiental agropecuario es considerable: según la FAO (2006), a nivel mundial los fertilizantes, el estiércol y los plaguicidas son los principales contaminantes del agua; además (FAO, 2013), la ganadería representa cerca de 15% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. De hecho, la FAO afirma que el sector pecuario produce más gases de efecto invernadero que el sector de transporte. Por su parte, la Organización Mundial de la Salud (2012) dio a conocer que, aproximadamente, 5 millones de personas anualmente sufren intoxicaciones debido a sustancias agrotóxicas y que, de esta cifra, 900,000 fallecieron. A su vez, el Banco Mundial (2008) establece que cerca de 13 millones de hectáreas de bosque tropical desaparecen cada año, principalmente, por la expansión agropecuaria. De esta forma, la modernización, ampliación y adaptación a las nuevas necesidades del mercado de las actividades pecuarias y agrícolas han tenido algunas implicaciones negativas, sobre todo para el medioambiente.

Específicamente, en México, el Inventario Nacional de Emisiones de Gases de Efecto Invernadero (2012) revela que la principal fuente de emisiones de gases fue el sector energético, seguido de las actividades primarias que aportaron 18.6% del total. De estas actividades, la agricultura contribuyó con 50.6% y el ganado con 49.4% de las emisiones de dióxido de carbono. Por otro lado, la Sagarpa menciona que del 2009 al 2014 el uso de plaguicidas incrementó 5% anualmente y la demanda de agua por parte del sector agropecuario excedió la oferta renovable.

¿Es inevitable el deterioro ambiental a causa de las actividades agropecuarias? No, pero dichas actividades necesitan una orientación verde. Para ello, se debe promover políticas que minimicen sus efectos negativos en el medio ambiente, sin afectar su producción. En la siguiente columna se describirán algunos de los programas, implementados alrededor del mundo y en México, para mitigar dichos efectos.

*Jorge Lara Álvarez es subdirector de Evaluación de Programas en FIRA.

jlara@fira.gob.mx

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