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Opinión

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Se acabó

Hoy finaliza el periodo presidencial de Andrés M. López; seis años de destrucción. 

Se va (¿?) y deja a un país, en muchos aspectos, en peores condiciones que cuando asumió el poder hace casi seis años: un PIB por habitante que prácticamente no creció, una muy elevada incidencia de corrupción, un sistema de salud pública derruido, un sistema de educación pública notoriamente deteriorado tanto en términos cuantitativos como cualitativos, una alta incidencia de inseguridad con casi 200,000 homicidios acumulados durante los últimos seis años y con amplios sectores de actividad económica sujetos a un doble impuesto: los legales como el ISR y los ilegales como la extorsión por parte de la delincuencia.

Se va (¿?) habiendo destruido o debilitado los cimientos de la democracia y de los contrapesos al ejercicio autoritario del poder. Como venganza por haber detenido varias de sus inconstitucionales reformas, decidió destruir al Poder Judicial de la Federación y debilitó la protección judicial de los derechos individuales con la reforma a la figura del amparo. Además, propuso eliminar los órganos autónomos del Estado, pero mientras los debilitó presupuestalmente y en su gobernabilidadad al bloquear el nombramiento de miembros en las Juntas de Gobierno.

Se va (¿?) y su gobierno pasará a la historia como aquel en el cual el presidente, encabezando un gobierno de incompetentes y con la complicidad de los legisladores de su partido y de las lacras del PT y el PVEM, se dedicó en cuerpo y alma a destruir mucho de lo que se había construido en el pasado reciente y que había puesto a México en la ruta de la modernización política y económica. En su lugar, añorando el pasado, se dedicó a construir un régimen político con tintes dictatoriales, con un Poder Ejecutivo sin contrapesos y apoyado en las Fuerzas Armadas a quienes encomendó, con un rotundo fracaso, la seguridad pública y compró su lealtad al militarizar con el debido presupuesto y notoria opacidad varios rubros de la política pública (aeropuertos, ferrocarriles, aduanas, construcción de diversas obras y más).

Se va (¿?) después de haber ejercido una desastrosa política de relaciones exteriores que mermó la posición de México en el entorno internacional. Pleitos e insultos al por mayor con España, Perú, Ecuador, Panamá, Argentina, El Salvador, Austria y el Parlamento Europeo mientras, por otro lado, mostró su predilección por regímenes totalitarios: Cuba, Venezuela y Rusia. También en el entorno internacional, pero aquí sí con graves consecuencias, las reformas constitucionales que violan lo acordado en varios tratados internacionales (el de México con la Unión Europea que está en riesgo de no ser ratificado por el Parlamento Europeo, el Transpacífico y, de mayor relevancia e importancia para la economía mexicana el T-MEC, el cual se revisará en 2026).

Se va (¿?) y deja significativamente deteriorada la posición financiera neta del sector público, con siete billones de pesos (con la b de 12 ceros) de deuda pública adicional con lo cual el saldo asciende a casi 18 billones, el 52% del PIB, el saqueo de los fondos y fideicomisos, billones de pesos tirados en obras con rentabilidad social neta negativa (Dos Bocas, Tren Maya, AIFA), Pemex quebrada con un capital negativo de billón y medio de pesos y con un plan de negocios sin pies ni cabeza y una ineficiente CFE que no ha invertido prácticamente nada en infraestructura de transmisión y distribución de electricidad, que ha requerido de transferencias directas para financiar su operación y sus ridículamente elevados pasivos laborales habiendo, de paso, discriminado a los más eficientes generadores privados de electricidad.

Se va (¿?) y deja finanzas públicas gravemente comprometidas y no sólo por el irresponsable déficit fiscal de 6% del PIB, sino porque hereda varios rubros de gasto público que han pasado de ser coyunturales a estructurales: pensiones para adultos mayores en medio de un paulatino envejecimiento de la población, subsidios por varios años a sus caprichos (privilegiar a pesar de su ineficiencia a Pemex y a CFE, el Tren Maya, AIFA, Ferrocarril del Istmo de Tehuantepec, Mexicana de Aviación, el Banco del Bienestar, Exportadora de Sal, etcetera), la equivocada inclusión en la Constitución de los programas Jovenes Construyendo el Futuro” y Sembrando Vida, la necedad (que no necesidad) de volver a construir un deficitario sistema de transporte ferrocarrilero de pasajeros y más. Todos estos rubros de gasto a los cuales hay que añadir el pago de la nómina de empleados del sector público federal, las participaciones a estados y municipios y el servicio de la deuda se enfrentan a una debilidad estructural de los ingresos públicos, principalmente los tributarios. Este deterioro estructural de las finanzas públicas, junto con las reformas legales de carácter autoritario y las que violan los tratados internacionales, ponen en riesgo la calificación de la deuda pública; perder el grado de inversión costaría muchos miles de millones de pesos en intereses.

Se va (¿?) y le deja este tiradero a Claudia Sheinbaum. Para ella, cuyo periodo presidencial inicia mañana, dos cosas que debe tener presente si, contrario a lo logrado por López, el objetivo es que la economía sí crezca a tasas altas y sostenidas tal que México se desarrolle y el bienestar de la población sea cada vez mayor.

La primera es que hay dos cosas con las cuales no se juega: las finanzas públicas y la autonomía del Banco de México. La segunda, no hay ningún país del mundo que se haya desarrollado bajo un sistema en donde se vulnere el Estado de derecho y no se respetan los derechos privados de propiedad (físico y financiero) y menos aún en un régimen comunista.

Economista y profesor. Caballero de la Orden Nacional del Mérito de la República Francesa. Medalla al Mérito Profesional, Ex-ITAM.

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