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La edición genética: ¿El camino hacia una raza superior?

La edición genética parece diseñada para evocar nuestros temores más profundos: imagine un arma sumamente poderosa e imperceptible, que se propaga de manera autónoma y que tiene la capacidad de transformar la naturaleza en su esencia más fundamental.

OpiniónEl Economista

No es ciencia ficción, una distópica novela de Aldous Huxley o propaganda nazi. Técnicamente hablando, un grupo de científicos “elite” ya están en posibilidades de modificar genéticamente especies enteras insertando o editando genes. Aunque su implementación podría significar el fin de enfermedades como la malaria o el cáncer, su existencia presenta muchas consideraciones existenciales y morales. Cómo la posibilidad de que se libere un gen dañino en poblaciones humanas como un arma de última generación, por citar un ominoso y terrible ejemplo.

Imagine un mundo donde muchos animales son inmunes a la rabia, donde los insectos que destruyen cultivos son más vulnerables a pesticidas menos tóxicos, o donde enfermedades mortales transmitidas por mosquitos -como la malaria o el dengue- son cosa del pasado. La posibilidad de alterar los genes de especies completas no solo es una herramienta de ingeniería genética, sino también podría representar una solución ambiental frente al cambio climático, entre otros fenómenos virtualmente catastróficos. Con esta herramienta biotecnológica también podríamos evitar el uso de químicos peligrosos en la agricultura y salvar millones de vidas humanas al controlar enfermedades transmisibles.

Recientemente, el biólogo Anthony James comenzó una presentación con un breve repaso de enfermedades transmitidas por mosquitos, como la malaria y el Zika. Luego, con cautela, pasó a hablar de su campo de experiencia científica: una invención poderosa pero poco conocida, el “gene drive”. Que podría ser traducido al español cómo “edición genética” aunque no existe un término exacto a manera de sinónimo en español.

Explicó cómo dos padres de ojos cafés pueden tener un hijo de ojos azules solo si ambos portan una copia del gen recesivo. Un “gene drive”, señaló, es una “herramienta genética” que podría convertir estos eventos -que son una excepción a la regla- en una certeza casi absoluta. Se podría garantizar -por ejemplo- que un gen en particular sea heredado o no. Incluso si sólo uno de los padres lo posee. Además, automáticamente inserta el gen elegido en ambas copias del ADN de la descendencia, transformando efectivamente un rasgo recesivo en uno dominante. Esto, explicó James, "te permite cambiar las probabilidades, logrando que los ojos azules aparezcan en un 99 por ciento de los casos". Este avance tiene implicaciones significativas, no sólo para modificar características físicas como el color de ojos -evidentemente-, sino también para controlar y evitar enfermedades, entre otros.

Lo que hace realmente impresionante a esta “tecnología” o “herramienta” es que no se detiene con una sola generación. Generación tras generación, los ensayos realizados en el laboratorio (con mosquitos) copian y pegan el gen que se edita, hasta que está presente en todos los descendientes. Lo anterior no solo permitirá cambiar a un solo individuo, sino —potencialmente— a toda una población. Imagine el lector el potencial de reducir o eliminar poblaciones enteras de insectos portadores de enfermedades, lo que -sin duda- podría tener un impacto significativo en la salud pública mundial. Sin embargo, y a pesar de la posibilidad de generar beneficios significativos, también tendría la siniestra capacidad de causar daños irreparables.

La edición genética parece diseñada para evocar nuestros temores más profundos: imagine un arma sumamente poderosa e imperceptible, que se propaga de manera autónoma y que tiene la capacidad de transformar la naturaleza en su esencia más fundamental. Este contexto propicia la aparición de escenarios hipotéticos donde gobiernos, corporaciones o ejércitos emplean esta herramienta con fines cuestionables, fuera del control ético o científico adecuado.

Adolfo Hitler, a través de su ideología eugenésica, soñaba con una sociedad puramente Aria, y aunque los métodos que utilizó fueron brutales y poco científicos, la idea subyacente de controlar los rasgos genéticos sigue vigente en ciertos temores actuales sobre la edición genética. La diferencia es que hoy, ya no estamos limitados a la selección artificial, sino que podemos intervenir directamente el ADN humano. Esta capacidad abre la puerta a la posibilidad de intentar "perfeccionar" a la humanidad, un concepto que evoca peligrosas resonancias con los proyectos del Tercer Reich y la superioridad racial soñada por el régimen nazi.

El uso de la edición genética para seleccionar características específicas en humanos podría llevarnos a una era en la que los bebés "diseñados" genéticamente se conviertan en la norma, promoviendo una forma moderna de eugenesia. Esta intervención, aunque envuelta en un halo de progreso científico, corre el riesgo de dividir a la humanidad en dos grupos: aquellos que pueden permitirse la mejora genética y aquellos que no, exacerbando las desigualdades sociales.

¿Será correcto intervenir en la evolución de otras especies solo para evitar a los humanos el flagelo de las enfermedades? ¿Qué pasaría con las consecuencias imprevistas, tanto para la biodiversidad como para las futuras generaciones? ¿Hasta dónde estamos dispuestos a imponer nuestro control sobre la naturaleza y -eventualmente- sobre nuestra descendencia?

Por ahora, la tecnología sigue esperando ser usada. Sólo hay pruebas de laboratorio. Pero no por falta de capacidad técnica o científica, sino por falta de consenso y regulación adecuada. Aunque organismos internacionales como las Naciones Unidas han comenzado a discutir cómo regular estos avances, todavía no se ha llegado a un acuerdo lo suficientemente unánime sobre cómo hacerlo. La posibilidad de crear un mundo libre de enfermedades es tentadora, pero el potencial costo de jugar a ser Dios con los genes humanos es algo que aún no estamos dispuestos a arriesgar. Quizá, en este caso, la prudencia sea lo mejor.

X:@EduardoTurrentM

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