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Elecciones en EU: más de lo que ya sabemos
La llegada de Donald Trump obligará a México a tomar definiciones en temas que hemos pospuesto durante mucho tiempo. Por ejemplo, he señalado en ocasiones anteriores que, desde mi perspectiva, la relación de México con China ha sido estratégicamente ambigua por años, pero esta ambigüedad ya no será sostenible.
Pistas de aterrizaje
Aunque ya han pasado varias semanas desde la conclusión del proceso electoral en EU, es necesario seguir hablando de ese tema y de las consecuencias que traerá consigo, dadas la contundencia y naturaleza de los resultados mostrados.
No cabe duda de que una segunda administración de Donald Trump es profundamente preocupante para el mundo, ya que sus políticas romperán el molde de las decisiones internacionales, incluso de forma mucho más marcada que en su primera administración. Una vez que tome posesión, temas como el futuro de la OTAN, el apoyo de EU a Ucrania, las acciones frente al cambio climático y muchos otros asuntos quedarán en incertidumbre.
Para México, Trump 2.0 presenta retos particulares, ya que es evidente que nuestro país estará en el centro de muchas de las decisiones que se tomarán en la Casa Blanca a partir de enero próximo. Según lo expresado durante la campaña, México es señalado como el principal causante de los problemas (reales o imaginarios) que enfrenta EU, desde el manejo de la frontera y el consumo de drogas hasta la pérdida de empleos en ciertas localidades estadounidenses.
Con frecuencia escucho a muchas personas preguntarse qué puede o qué debe hacer México ante Trump 2.0. Pensando en esto, quisiera dedicar este espacio, y futuras entregas, a discutir posibles escenarios para diversos aspectos de la relación bilateral. De manera general, creo que debemos partir del hecho de que, en el mundo Trump, habrá cosas fuera de nuestro control, dado que muchas de las decisiones que se tomarán en la Casa Blanca carecerán de lógica y no serán necesariamente racionales.
Por ello, me parece fundamental que estemos preparados para responder ante cualquier eventualidad; es decir, que contemos con planes de acción y contingencia, realicemos un monitoreo permanente de las señales que sugieran posibles cambios en las políticas públicas de EU, implementemos mecanismos efectivos de coordinación dentro del gobierno mexicano, cultivemos consistentemente nuestras alianzas en EU y, sobre todo, construyamos una agenda de trabajo sólida en torno al T-MEC para garantizar que la relación comercial no se descarrile.
En segundo lugar, creo que la llegada de Donald Trump obligará a México a tomar definiciones en temas que hemos pospuesto durante mucho tiempo. Por ejemplo, he señalado en ocasiones anteriores que, desde mi perspectiva, la relación de México con China ha sido estratégicamente ambigua por años, pero esta ambigüedad ya no será sostenible. Asimismo, Trump 2.0 nos forzará a evaluar con mayor detalle nuestra relación con países que provocan irritación en Washington, como Cuba y Venezuela.
Finalmente, es necesario reconsiderar ciertas decisiones de política pública que hemos tomado y que, a la luz de nuestros compromisos comerciales, resultan cuestionables. Esto es preocupante por varios motivos: primero, porque obliga a México a justificar decisiones difíciles de entender; segundo, porque erosiona nuestra capacidad de reclamar las violaciones que otros países cometen. En un contexto de alta volatilidad e incertidumbre comercial, México debería ser el principal interesado en asegurar que el T-MEC se cumpla al pie de la letra, pues de otro modo estaríamos allanando el camino para que Donald Trump lo incumpla de manera sistemática y generalizada en el futuro.
No hay duda de que el reto que enfrentaremos será mayúsculo. Sin embargo, esto no tiene por qué ser automáticamente trágico, ni debemos asumir que la relación bilateral México-EU está destinada al fracaso únicamente porque Donald Trump, con todos sus dichos, volverá a la Casa Blanca. De hecho, la relación tan simbiótica que existe entre nuestros dos países se ha profundizado desde la primera administración de Trump.
Estoy convencido de que México tiene muchos elementos a su favor que pueden ser utilizados para navegar esta nueva coyuntura. Pero estos elementos deben ser aprovechados de manera estratégica y adecuada, sin asumir que mágicamente las cosas se resolverán por sí solas o que, al final, "de alguna manera todo saldrá bien".
En la siguiente entrega abordaremos el tema migratorio, tanto desde la perspectiva económica como desde la perspectiva social y política, para posteriormente hablar de temas comerciales y la revisión del T-MEC en 2026.
*El autor es profesor investigador de la Universidad Panamericana; previamente, colaboró por veinte años en el gobierno federal en temas de negociaciones comerciales internacionales.