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Opinión

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La OCDE proyecta que México será el más golpeado

Gerardo Flores Ramírez / Ímpetu Económico

Gerardo Flores Ramírez / Ímpetu EconómicoEl Economista

Hace un año la OCDE estimaba en su reporte preliminar sobre la prospectiva económica, el OECD Economic Outlook Interim Report, que el PIB de México crecería en 2025 a una tasa anual de 2.0 por ciento. Hay que decir que también estimaba que, al cierre de 2024, la economía mexicana registraría una tasa de crecimiento anual de 2.5 por ciento. Ya sabemos que esa estimación para el cierre del año simplemente no ocurrió, de hecho, INEGI ya nos reportó de manera preliminar que la economía mexicana sólo pudo crecer a una tasa de 1.2 por ciento anual.

Ayer 17 de marzo, la OCDE dio a conocer su reporte preliminar sobre la prospectiva económica de 2025 y 2026. El panorama que vislumbra para México es muy preocupante. Primero, porque anticipa que bajo este escenario de elevada inestabilidad producida por las erráticas decisiones en materia arancelaria que ha estado tratando de instrumentar el nuevo gobierno de los Estados Unidos, la economía más afectada será la mexicana. En segundo lugar, porque anticipa que para 2025 y 2026, entre todos los países miembros de la OCDE, el único para el que se estima tasas de crecimiento económico negativas es México.

Para 2025, el reporte publicado ayer proyecta una caída de la economía mexicana de 1.3 por ciento anual. Para 2026, estima que, si el escenario de imposición de aranceles continúa, la economía mexicana sufrirá nuevamente un descalabro, menor que en 2025, pero finalmente un retroceso, de 0.6 por ciento en forma anual.

Así que empiezan a aparecer las primeras señales por parte de instituciones u organismos serios que nos advierten que la economía mexicana en realidad está llegando a este escenario de elevada volatilidad con un alto grado de vulnerabilidad. De manera concreta, aparecen las señales que contradicen el discurso oficial del gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum que una y otra vez insiste en presumir que la economía mexicana es una economía sólida.

La semana pasada comenté en este espacio que la pausa arancelaria que acordaron el presidente Trump y la presidenta Sheinbaum por otro mes, en realidad sólo dio un respiro a la mitad de las exportaciones de México a los Estados Unidos, porque por distintas razones las empresas mexicanas han venido exportando poco más de la mitad del valor de lo que vendemos a ese mercado a través de un régimen arancelario distinto al régimen preferencial que representa el T-MEC.

Así que ya desde marzo, la economía mexicana estará resintiendo el efecto de los aranceles impuestos por Estados Unidos, y con ello no hay duda de que el ritmo de crecimiento económico entrará en una etapa de mayor anemia económica que la observada en los últimos meses de 2024. Lo anterior se perfila así porque se estima que el valor de las exportaciones empiece a mostrar signos de estancamiento.

Ante ese panorama, lo ideal era que el gobierno de México, tanto el de López Obrador como el de Claudia Sheinbaum, hubieran adoptado las medidas preventivas oportunas y adecuadas para evitar que México entrara en esta dinámica con finanzas públicas sin margen de operación, de manera tal que le permita al gobierno de México hacer frente a un choque económico, aunque este venga del exterior.

Sabemos que, para el primer mes de este año, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público presumió un buen resultado de finanzas públicas, que en lugar de un déficit presupuestal como se estimaba, se reflejó en un aparente superávit primario. Sin embargo, el truco para lograr tal resultado fue un subejercicio importante en varias dependencias, así como en Pemex y en CFE.

A esa prospectiva de finanzas públicas sin margen de maniobra, hay que agregar el capricho irracional de desmantelar el Poder Judicial y con ello incrementar el grado de incertidumbre bajo el cual se desenvolverá la economía mexicana en los siguientes años. Así que, parece que al segundo gobierno de la 4T se le está complicando el futuro cercano mucho antes de lo que en algún momento imaginaron. Insisto, ¿serán capaces de corregir varios de los errores de políticas públicas en los que se han empecinado?

*El autor es economista.

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