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Opinión

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Prioridades extraviadas: PPEF 2025

Como cada año, el análisis del proyecto de presupuesto enviado por el Ejecutivo al Congreso permite acercarse al tipo de política pública que planea el régimen y evaluar el grado de congruencia entre su retórica y sus intenciones concretas. Con este primer presupuesto, el nuevo gobierno reafirma la disonancia entre el discurso y la asignación de recursos para concretar sus “prioridades” característica del sexenio anterior. Si bien la presidenta encuadró el compromiso de promover la justicia social en un “tiempo de mujeres” aderezado con la inclusión de la “igualdad sustantiva” en la Constitución, el dinero destinado a garantizar los derechos y mejorar las condiciones de vida de las mexicanas evidencia que, de nuevo, éstos no son prioritarios para el régimen.

Después de un sexenio de enormes rezagos en materia de educación, salud y cultura, de grandes daños al medio ambiente y de un incremento brutal de violencia extrema (criminal e institucional, manifiesta en masacres, homicidios, desapariciones, feminicidios, violaciones y trata de personas), es inevitable preguntarse qué conocimiento de la realidad y qué principios de justicia social pueden haber orientado un PPEF2025 donde se recortan precisamente los recursos destinados a salud , educación y cultura – incluyendo la preservación del patrimonio-, seguridad y prevención de la violencia, así como medio ambiente y cambio climático.

Ya sea por falta de memoria y diagnóstico, ya por desconocimiento de la vida cotidiana de la población, con este presupuesto, como han señalado diversas ONGs, el gobierno incumple con su obligación de garantizar el ejercicio de los derechos humanos y, en mi opinión, contribuye a ahondar el sufrimiento de quienes son beneficiarias de servicios de seguridad social pero acuden al IMSS y no reciben los medicamentos que necesitan porque “no hay”, están recibiendo tratamiento para cáncer de mama en el ISSSTE y se topan con que “ya no hay quimios” y deberían esperar hasta “quién sabe cuándo”, o necesitan una operación urgente y deben gastar de su bolsillo para hacerse los estudios previos. ¿Es justicia social dejar a millones sin acceso a la salud por falta de previsión, responsabilidad y honestidad?

¿Qué justicia social puede alcanzarse si se condena a millones de niñas, niños y jóvenes a recibir una educación sin calidad? ¿Qué beca puede compensar la falta de futuro viable? ¿Cómo se pretende preparar al país para los retos del siglo XXI si disminuyen los fondos para educación, investigación científica, cultura? ¿Por qué ni siquiera la conservación del patrimonio o instituciones como el INAH les importan?

Como si ignoraran que los programas de pensiones y becas universales carecen de perspectiva de género y por tanto distorsionan el sentido del Anexo 13, Hacienda sigue incluyéndolos ahí, empeñándose en crear la falsa impresión de que los recursos destinados al avance de la igualdad de género aumentan, cuando, de hecho, recorta los fondos para prevenir la violencia en 14.5% de modo que sólo le destina el 0.1% del Anexo, la misma raquítica proporción que a los refugios para mujeres maltratadas. ¿De qué “igualdad sustantiva” habla la presidenta cuando los Programas de Apoyo a Instancias de Mujeres en Entidades Federativas (PAIMEF) sólo recibirán otro ridículo 0.1%, o cuando el rubro de salud materna, sexual y reproductiva representa el 0.5% del Anexo, tras un paupérrimo aumento del 4%? ¿Esto merecen las habitantes de este país misógino, donde sigue aumentando la violencia machista y criminal, donde cada día niñas abusadas y jóvenes precarizadas o violentadas quedan embarazadas? ¿Acaso las nuevas pensiones individualizadas para mujeres de 60 a 64 años compensarán la falta de servicios de salud confiables? ¿Cuándo se definirán los recursos para el prometido sistema nacional de cuidados? ¿Será que también para este gobierno “la familia es el mejor sistema de seguridad social”?

Más allá de discursos progresistas o engañosamente “feministas” el PPEF 2025 exhibe la crueldad de un régimen indiferente al sufrimiento, las necesidades, los trabajos y las aspiraciones de las mexicanas.

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Es profesora de literatura y género y crítica cultural. Doctora en literatura hispanoamericana por la Universidad de Chicago (1996), con maestría en historia por la misma Universidad (1988) y licenciatura en ciencias sociales (ITAM, 1986).

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