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Opinión

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Trump, la derecha y el planeta

Trump, su partido y sus votantes son parte de una potente marea global que corre fuertemente hacia la derecha, por canales identitarios y nacionalistas, proteccionistas pero libertarios, y contrarios a la inmigración y a ideologías de género (Woke) y de etnicidad justiciera. Es una derecha anti-islamista, preocupada por la inseguridad y el crimen, socialmente conservadora, pro-familia y pro-vida, defensora firme de la propiedad privada, resentida contra la globalización y sus élites, y contra imposiciones gubernamentales regulatorias y fiscales. 

La nueva derecha le ha ganado la clientela proletaria a la izquierda. (Piketty y Cagé: “Une Histoire du Conflit Politique”. Seuil. 2023). Trabajadores y campesinos de países desarrollados se sienten olvidados y pisoteados, y votan por los partidos de extrema derecha, junto con clases medias bajas urbanas y suburbanas. El mapa electoral resultante del 5 de noviembre en Estados Unidos es elocuente. En Europa crece el número de gobiernos de derecha (Italia, Austria, Eslovaquia, Hungría, Países Bajos), y numerosos partidos de extrema derecha apuntan a tomar el poder (Francia, Alemania, Suecia, Bélgica) y a dominar el Parlamento Europeo. Algunos simpatizan con Putin y justifican la embestida imperialista rusa en Ucrania, Georgia y Moldavia, ya que se presentan como alternativa cristiana a una democracia occidental supuestamente decadente. En América Latina surge Milei en Argentina, Noboa en Ecuador, Bukele en El Salvador, Abinader en República Dominicana, y Mulino en Panamá. Mientras que la derecha se apresta a ganar el poder en Chile, Brasil y Colombia. A contracorriente en México se consolida un régimen populista autoritario de izquierda, que inexorablemente quedará enfrentado al populismo de derecha de Trump. ¿Qué podría salir mal? Malas noticias también, probablemente, para las dictaduras de Cuba, Venezuela y Nicaragua.

No sabemos si la derecha trumpista encerrada en sí misma (“America First”) capitulará ante Rusia, China, Irán y Corea del Norte (“Eje del Mal del siglo XXI”) dejándoles manos libres, entregando a Ucrania, Israel y Taiwán, y abandonando a la OTAN y a aliados en Europa, Medio Oriente y Asia. O, si “Make America Great Again” incluirá el fortalecimiento de alianzas y aliados y una mayor voluntad de liderazgo, disuasión, contención y asertividad militar, o, un simple enfoque trumpista transaccional incoherente y pragmático. En cualquier escenario tendremos un mundo más peligroso. Veremos un proteccionismo mucho más acendrado, así como guerras comerciales entre Estados Unidos y China, y probablemente con Europa, al igual que con México. Desde luego, peligra el T-MEC dado que Estados Unidos guarda un importante déficit comercial con México (obsesión de Trump), que es el primer exportador al vecino del norte. También, ya que el gobierno mexicano ha abierto la puerta para su abrogación al provocar conflictos con Estados Unidos en el contexto del T-MEC por el maíz transgénico, glifosato, la confiscación de Vulcan Materials, la contrarreforma energética, y destrucción del Poder Judicial y organismos autónomos. México es hoy más vulnerable por la migración incontenida (la deportación masiva propuesta por Trump sería catastrófica para México), el narcotráfico y la violencia desbocados, y la propia destrucción del Poder Judicial. No es delirante pensar que Trump intentara perseguir en México a carteles del narcotráfico denominándolos “terroristas”, sino incluso, detener, exfiltrar y/o extraditar a altos funcionarios del gobierno anterior por colusión u omisión. (Recuérdese el caso del expresidente Orlando Hernández en Honduras, y de Noriega en Panamá).

El carácter libertario de la nueva derecha, su desconfianza a gobiernos centrales o federales, rechazo al poder e intervención gubernamental excesivos, defensa de la libertad y de la propiedad privada, temor a que las nuevas tecnologías y las importaciones destruyan más puestos de trabajo, y, la inducción de precios más altos por impuestos o regulaciones ambientales, la alejan y contraponen con políticas ambientales y climáticas. La derecha francesa ha acuñado el término de "écologie punitive" contra lo que se rebelan agricultores y consumidores (como fue el caso de los “gilets jaunes” en 2018). Sin duda, Trump pretenderá lastrar esfuerzos de protección ambiental y contra el calentamiento global. Pero ahora hay iniciativa y contrapesos importantes en gobiernos locales, en políticas corporativas de sustentabilidad y descarbonización en el sector privado, y en organizaciones civiles. Nada podrá hacer Trump contra la Transición Energética que ha tomado vida propia por ser las energías limpias mucho más baratas que las fósiles. Tanto demócratas como republicanos están comprometidos con los millones de empleos y las masivas inversiones generadas por las energías solar y eólica, baterías, y vehículos eléctricos, que de hecho ya emplean a más trabajadores que la industria de hidrocarburos. Sería absurdo eliminar los subsidios creados por Biden en la Inflation Reduction Act yendo contra poderosos intereses sociales y económicos. Es posible que Trump abandone de nuevo el Acuerdo de París, reanude la explotación petrolera en Áreas Naturales Protegidas, y debilite a la EPA y a la regulación ambiental. Pero el mundo está mejor preparado, y al final, serán sólo cuatro años.

Político, ecologista liberal e investigador mexicano, ha fungido como funcionario público y activista en el sector privado. Fue candidato del partido Nueva Alianza a Presidente de México en las elecciones de 2012.

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