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Política

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Así se ve la salud de los mexicanos después de la pandemia en 7 gráficos

Además del golpe económico y la obviedad que fue ver el sistema de salud saturado y colapsando, el impacto de la pandemia es y sigue mostrándose en muchos otros indicadores. Aquí te presentamos algunos de ellos en siete gráficos.

Foto EE: Archivo

La llegada de la pandemia Covid-19 revolucionó el sistema de salud en México y muchos países. También ha cambiado la manera en la que las personas comen, las sustancias que consumen, el estado de salud mental, los precios de los seguros médicos y el acceso a servicios relacionados con la prevención y atención de enfermedades. 

Durante el 2020 y gran parte del 2021, se destinó gran parte de los recursos públicos a tratar de contener la propagación del nuevo virus, a conseguir y aplicar las vacunas, atender los casos graves y evitar muertes relacionadas con esta nueva enfermedad. 

Además del golpe económico y la obviedad que fue ver el sistema de salud saturado y colapsando, el impacto de la pandemia es y sigue mostrándose en muchos otros indicadores. Aquí te presentamos algunos de ellos en siete gráficos. 

El acceso a los servicios de salud

Primero lo esencial: para informarse, prevenir o atenderse cualquier cosa hay que tener acceso a las instituciones de salud, desde clínicas hasta hospitales de especialidades. En México, para tener estos derechos, o se trabaja de manera formal o se tiene dinero para pagar un seguro que cubra el dentista o el cáncer. 

Al último corte después de la llegada de la Covid-19 a México se observó que 4 de cada 10 mexicanos no están afiliados a ninguna institución de salud (IMSS o ISSSTE) y tampoco tienen contratado ningún seguro médico privado, de acuerdo con cifras de la ENSATUT 2021.

Se observa también que el IMSS da servicio de salud a poco más de la mitad de la población mexicana (54 por ciento). 

El problema de que la derechohabiencia no sea universal empeora cuando las enfermedades son graves o crónicas. La mayoría de quienes no están afiliados a ninguna de estas instituciones, asegura que se atiende en clínicas privadas o consultorios de farmacias, pero para gran parte de esa población es imposible costear medicamentos y atención para padecimientos de un nivel mayor. 

El acceso a la seguridad alimentaria

La crisis económica que implicó la Covid-19 implicó despidos de trabajadores, paro temporal de otros, cierre de negocios, reducción de sueldos o salarios implicó una baja importante en el ingreso medio de las familias mexicanas y una de las cosas que cambiaron inmediatamente fue la forma de comer de las personas.

Según cifras de la ENIGH 2021, el ingreso medio de los hogares en el país cayó 5.8% y para las familias más pobres fue todavía más pronunciado. 

La inseguridad alimentaria ha incrementado de manera importante: 6 de cada 10 mexicanos están en algún grado de inseguridad alimentaria -que no es sinónimo de hambre-. Esto implica desde dejar de comer algunos alimentos por su precio, cambiar de marcas a las que son más baratas, comer menos veces al día o reducir las porciones y hasta pasar días sin comer. 

La salud mental: suicidios 

La salud mental fue uno de los grandes aspectos sobre los que se pusieron las alertas cuando llegó la Covid-19. No es que la depresión, ansiedad u otras condiciones no existieran antes, sino que se potenciaron y quedaron más visibles con la pandemia. 

Los encierros, la incertidumbre, las pérdidas económicas, las pérdidas familiares, las pérdidas emocionales y el desempleo fueron factores que impactaron de manera importante en la salud mental de la población; sin embargo, poca información estadística se produce al respecto. 

Uno de los pocos indicadores que se tiene es el de las defunciones registradas oficialmente como suicidios, que en 2021, alcanzó su tope máximo histórico. Aunque la tendencia ya era creciente, estos últimos años después de la Covid-19, los saltos han sido significativamente pronunciados. 

Del 2019 al 2020, los suicidios en México crecieron 9 por ciento. Y del 2020 a 2021 el crecimiento fue de 7%, de acuerdo con el registro histórico del Inegi.

Los jóvenes y sus hábitos de consumo de sustancias

Aunque tampoco se han generado muchos datos oficiales sobre cómo la pandemia ha cambiado los hábitos de consumo de sustancias en la población, algunas organizaciones se han enfocado en levantar encuestas especialmente entre la población más joven. 

Durante 2021, la organización VoCes-19 Population Council, en su encuesta sobre el consumo de sustancias en adolescentes y jóvenes, encontró que durante la pandemia muchos jóvenes dijeron haber reducido su consumo de alcohol, pero también se registró un incremento importante en el uso de drogas, especialmente marihuana. 

Las cifras pueden obedecer principalmente al cierre temporal que hubo de bares y discotecas y al paro de las fiestas y reuniones como parte de las medidas contra la propagación del virus. Al mismo tiempo, que el uso de drogas más individuales, que pueden consumirse en el hogar, creció de manera significativa. 

Enfermedades de transmisión sexual y testeo

Una las consecuencias de la concentración de los servicios médicos en la propagación del nuevo virus que genera la Covid-19, fue la desatención o el entorpecimiento de otras enfermedades. La prevención, monitoreo y atención de las enfermedades de transmisión sexual son uno de estos casos. 

La tasa de contagios de VIH ya seguía una tendencia al alza desde antes de la pandemia y la OPS (Organización Panamericana de la Salud) ya había alertado sobre el incremento en los casos en América Latina. Pero los usuarios de servicios de salud relacionados con VIH, los activistas y las organizaciones de la sociedad civil alertaron sobre el paro de actividades en las instituciones de salud. 

Las pruebas estuvieron reducidas y la identificación de casos se cayó. En 2020 se realizaron apenas la mitad de pruebas que se hicieron en 2019, según el Sistema de Vigilancia Epidemiológica de VIH. Esto es relevante porque impide conocer la situación real de las personas con un resultado positivo y su acceso al tratamiento. 

Los servicios de prevención como la distribución la PreP y la PeP también operan con desfases e irregularidades en muchas instituciones del país. 

Información de lactancia y alimentación alterna

Uno de los rubros en los que mejores cifras se encontraron es el de la información en los servicios de salud posparto. Aunque en México se han denunciado muchos casos de violencia ginecobstetra, especialmente en las instituciones públicas, las cifras de la ENSANUT 2021 mostraron algunos indicadores positivos. 

Las mujeres usuarias de los servicios médicos públicos y privados que tuvieron un parto, recibieron información básica sobre lactancia materna. Por ejemplo, 9 de cada 10 aseguró que se le preguntó si estaba amamantando y se le explicó cómo hacerlo de manera adecuada. 

Y a poco más del 80% le dieron información sobre los tiempos de lactancia y la alimentación complementaria. 

Por otro lado, la misma encuesta mostró que las usuarias fueron menos informadas en algunos aspectos más precisos sobre la alimentación del bebé como los suplementos alimenticios (apenas el 62 por ciento). 

La producción estadística de indicadores relacionados con la salud de las mujeres, la sexualidad y la maternidad ha sido insuficiente, pese a la relevancia de estas cifras para conocer el estado de acceso a derechos de la mitad de la población. 

Muertes violentas: homicidios y feminicidios

Las muertes componen otro de los indicadores relacionados con la salud pública. En México es importante mencionar que gran parte de los decesos están relacionados con la violencia y no sólo con enfermedades o accidentes. 

Desde el 2006, la tasa de homicidios reportados en México había seguido una tendencia creciente nunca antes vista. En los últimos tres años, se ha observado una moderación de esta tendencia. Aunque siguen en niveles altos, los homicidios dolosos generales no ha crecido más. 

Por otro lado, los feminicidios, que se empezaron a registrar oficialmente en el 2015, no han parado de crecer. Todos los años se alcanza un nuevo máximo de muertes violentas de mujeres. De 2015 a 2021 la cifra de feminicidios ya se ha duplicado.

La salud emocional, mental y física de los mexicanos ha cambiado con la llegada de la Covid-19 de manera importante. Con algunos aciertos y otros desaciertos, el sistema de salud pública -que ya presentaba deficiencias- muestra cada vez más necesidad de figurar entre las prioridades de la política pública.

Economista por la Universidad Nacional Autónoma de México. Periodista especializada en género, derechos humanos, justicia social y desarrollo económico.

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