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Política

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El Estado Mayor y su papel subterráneo

El 2 de octubre de 1968 es el punto cumbre de una trama de mentiras y traiciones en la que hasta ahora aparecen, a 50 años de la masacre de la Plaza de las Tres Culturas, dos personajes pilares de esa historia subterránea: el filósofo Emilio Uranga y Jesús Castañeda Gutiérrez, de Guardias Presidenciales.

El 2 de octubre de 1968 es el punto cumbre de una trama de mentiras y traiciones en la que hasta ahora aparecen, a 50 años de la masacre de la Plaza de las Tres Culturas, dos personajes pilares de esa historia subterránea: el filósofo Emilio Uranga y Jesús Castañeda Gutiérrez, de Guardias Presidenciales.

Jacinto Rodríguez Munguía, en su libro La conspiración del 68. Los intelectuales y el poder: Así se fraguó la matanza, descubre, tras más de una década de investigar en archivos históricos y entrevistar a personajes que participaron en los hechos, la urdimbre de intrigas que revela una de las principales pasiones de la humanidad: la búsqueda del poder.

Por órdenes del entonces secretario de Gobernación, Luis Echeverría, a través de la columna “Granero Político” y atribuida su autoría a Emilio Uranga bajo el seudónimo de El Sembrador, iban imponiendo los argumentos que después justificarían la represión.

“El Estado Mayor Presidencial es importantísimo para este tejido. Desde que empieza el movimiento va a haber elementos del Estado Mayor que van a estar fuera del control y del conocimiento de sus acciones del secretario de la Defensa (Marcelino García Barragán)”, indicó Munguía.

Años después, Luis Gutiérrez Oropeza, jefe del Estado Mayor, reconoció que él puso a los francotiradores en los edificios aledaños a la Plaza de las Tres Culturas, quienes después de las bengalas iniciaron el tiroteo.

“Las pruebas son contundentes por lo menos en términos de resultados, sí. Tres o cuatro años después, quienes llegan a ocupar los espacios más importantes dentro de la Sedena son elementos del Estado Mayor Presidencial, desde entonces han ocupado los mayores espacios”, refiere.

Las cosas, señaló, parecieran ser una coincidencia pero ahí están los personajes que van conectándose en esta como una historia subterránea, invisible de otra parte del 68.

“Estos otros personajes voltean la historia. No podemos seguirla viendo de manera lineal. Díaz Ordaz es culpable y todos los demás en esa línea de la historia quedan exonerados”, aseguró.

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