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El interés político ha desplazado a la educación: Gilberto Guevara Niebla
El gobierno del presidente, Andrés Manuel López Obrador, derogó la reforma educativa de 2013, pero en su lugar no hay un proyecto educativo, ni algún esfuerzo por mejorar la calidad de la educación, expone el exsubsecretario de Educación.
En México, el interés político ha desplazado a la educación en el sector educativo, afirma tajante Gilberto Guevara Niebla.
Entrevistado con motivo de la presentación del libro “La regresión educativa. La hostilidad de la 4T contra la ilustración”, editado por Grijalbo, expone que hay evidencias claras sobre una grave declinación en la calidad, aprendizaje y presupuesto para la educación en el país.
Lo grave, destaca el también ex subsecretario de Educación, es que el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador derogó la reforma educativa aprobada en 2013, pero, en su lugar, no hay un proyecto educativo. No hay ningún esfuerzo por mejorar la calidad de la educación
En 462 páginas este libro, coordinado por Guevara Niebla, expone 14 ensayos escritos por destacados especialistas en los que se reflexionan y exponen argumentos sobre lo hecho sobre el populismo en la educación, los claroscuros de la reforma de 2013, el nacimiento y muerte del INEE, la (no tan) Nueva Escuela mexicana, el nuevo artículo tercero constitucional y la reconstrucción de la gobernabilidad corporativa en la educación.
También sobre el programa de becas, la llamada contrarreforma educativa, el recuento de daños por la Covid-19 en la educación, las escuelas normales, el crecimiento de la desigualdad educativa, la educación superior “en el cálculo populista” y las Universidades para el Bienestar.
—En este libro plantea usted que México vive una regresión o un retroceso en materia educativa. ¿Por qué llega a esa conclusión?
Hay evidencias muy claras sobre una muy grave declinación de la educación en México en muchas dimensiones, la más importante el presupuesto. Desde una perspectiva histórica, ha caído mucho y en este sexenio ha sufrido otra declinación muy importante. Por otra parte, desde hace 20 años, muestra una caída en los aprendizajes que yo llamaría escandalosa, porque la prueba PISA y Planea, del (desaparecido) Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), durante años han confirmado que nuestros alumnos de primaria, secundaria y preparatoria no están teniendo lo que esperábamos que aprendieran, ni en materia de matemáticas, ni de lengua, ni de civismo, que son los tres ejes del plan de estudios.
Esto, al mismo tiempo, converge con el hecho de que el sistema educativo se ha empobrecido y esto se demuestra palpablemente en la educación indígena, la que ofrecemos en las zonas rurales y en la periferia de las ciudades, que es una educación de muy mala calidad, pero, además, en escuelas que están en condiciones materiales muchas veces desastrosas. 20% de las escuelas no tiene servicio de electricidad. Hemos hecho de la educación un derecho universal, la gente pobre ya puede asistir a la escuela. En primaria ya tenemos casi 100% de cobertura, pero, cuando se evalúan los aprendizajes, nos damos cuenta de que hay una caída alarmante de los aprendizajes y esto está repercutiendo en la economía, en la política, en la cultura, en todas las dimensiones de la vida social.
—¿Los cambios que implica la llamada contra reforma educativa se están haciendo realmente para mejorar la educación o con base en cálculos políticos?
El gobierno actual lo que hizo fue suprimir, derogar la reforma educativa de 2013. Se echaron abajo las normas y leyes que le daban sustento. Incluso se suprimió el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, pero, lo que pasó después es que no hay un proyecto educativo, no ha habido un nuevo proyecto educativo, no hay ningún esfuerzo inteligente, político, por parte del gobierno actual por mejorar la calidad de la educación.
En este momento la secretaría de Educación, Delfina Gómez, ha convocado una cosa insólita, a que se cambien los planes de estudios mediante asambleas, según ella.
Se van a hacer asambleas en cada estado con libre participación de padres de familia, maestros, administradores, investigadores, etcétera, etcétera, para, según ella, elaborar un nuevo modelo educativo.
Eso es absurdo, porque los planes de estudio no se pueden modificar en una asamblea. Eso es inconcebible.
Las asambleas son eventos políticos, son de masas, donde hay discursos, aplausos, etcétera, pero es increíble pensar que en una asamblea se puedan abordar temas tan sutiles, sofisticados y complejos como los que implican los planes de estudio.
Entonces es un proyecto político, evidentemente. ¿Quiénes van a ir a la asamblea? Con mucha seguridad seguidores de la cuarta transformación, los amigos de la señora Delfina, de Morena. Esos son los que van a llenar las asambleas esas y es muy preocupante.
Todos los mexicanos deberíamos reaccionar ante esto que está ocurriendo, para evitar que se produzcan en esas asambleas acuerdos disparatados basados, no en el conocimiento, sino en la ignorancia o en la ideología para orientar los planes de estudio y libros de texto, con los cuales se va a educar a las nuevas generaciones. Eso es escandaloso.
—¿Es por eso que dice usted que el presidente Andrés Manuel López Obrador volvió la espalda a la educación, siguiendo un objetivo político en el sentido populista?
El presidente lo que ha hecho en Educación son dos cosas, una son las becas, que son millones, pero tienen un sentido claramente clientelista, populista. No llevan condiciones de realización que comprometan al becario a permanecer en la escuela o pasar de grado o a obtener buenas calificaciones. Son simplemente becas que se dan y no se le dan al niño, se le dan a los padres de familia, con toda intención. Es un dinero que se da sin pedir nada a cambio, lo cual nunca había ocurrido. Las becas que daba Coneval, las Becas Prospera, eran becas que estaban asociadas a lo educativo y a la permanencia en la escuela.
70% del dinero educativo de la educación se va en becas y están castigándose aspectos propiamente como las normales, la formación continua de profesores, la producción de materiales para apoyo al docente, los equipos.
Por ejemplo, con la pandemia de la Covid-19, se debió hacer un esfuerzo financiero importante para equipar a las escuelas con computadoras, cosa que no se hizo.
El otro esfuerzo que está haciendo el presidente es en educación superior, se llama Universidades del Bienestar, que dirige la señora Raquel Sosa.
Se supone que en un año la señora Raquel Sosa creó 100 universidades nuevas, pero cuando no hay ninguna investigación o evaluación o rendición de cuentas.
Permanece en la opacidad, en la oscuridad el cómo operan o cómo son esas universidades, pero la poca información que se ha obtenido, constata que son pequeñas escuelas, a veces mal construidas, con personal docente con mucha movilidad, contratados con criterios temporales. No hay profesores de tiempo completo, de carrera. No hay planes de estudios como las universidades, sino que ellos mismos hacen sus planes particulares.
Muchas de esas universidades tienen sus planes de estudios no de profesiones, sino de semiprofesiones orientadas a la agricultura y a las tareas del campo.
Una cosa inconcebible es que en un año y con 1,000 millones de pesos van a construir 100 universidades.
Los criterios, los estándares de una universidad no los cumple ninguna de esas unidades.
—¿Cuáles son las implicaciones de diseñar política pública en materia educativa sin planeación y sin base en conocimiento?
Lo que tenemos es una gestión educativa muy politizada. Las becas mismas tienen un contenido político. La retórica de estas 100 universidades también tiene un contenido político, alimenta el discurso presidencial.
La política ha desplazado a la educación en el sector educativo, el interés político. Por ejemplo esta idea de hacer asambleas por estado para cambiar los planes de estudio, esta idea ridícula es pura política y política de la mala.
—¿Traerá consecuencias? y ¿Cuánto tiempo permanecerán esas consecuencias?
Eso es lo que nos preocupa. Qué vamos a hacer si se nos impone un plan de estudios que sea una monstruosidad, algo mal hecho, de mala calidad, en fin, que tenga una configuración equívoca. Sería muy lamentable, porque la recuperación va a tardar y va a hacer mucho daño.
—¿Dónde está quedando la calidad?
La palabra calidad ya no se usa en el sector educativo. Se eliminó en toda la educación y en todos los documentos oficiales del sector está prohibido hablar de calidad. La calidad es una categoría neoliberal, según el presidente y pues todos sus subordinados dejaron de hablar de calidad.
—¿Qué está pasando con las personas que han dedicado su vida profesional a especializarse en asuntos educativos?
La Secretaría de Educación Pública, por la política de austeridad dejó de contratar asesores. No se contrata ningún asesor. Entonces, esos académicos, investigadores en educación, maestros normalistas que se especializaron, no están en la SEP, no hay dinero para contratarlos.
La SEP quedó como un esqueleto, reducida a su mínima expresión. No pueden financiar, por ejemplo el viaje de un profesor de Oaxaca a la Ciudad de México, porque está prohibido.
—¿Qué se puede hacer para apostarle a otro tipo de calidad?
El profesorado, que es la fuerza de la educación básica, está muy débil, maltratado, muy dividido y manipulado por los sindicatos. Hay un desánimo en el magisterio.
Hay un imperdonable conformismo en la sociedad mexicana.