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Entre la confrontación y el “no se olvida”
Una explosión se escucha a lo lejos, muchos corren y gritan: “¡no violencia, no violencia!”...
Una explosión se escucha a lo lejos, muchos corren y gritan: “¡no violencia, no violencia!”. Poco efecto tienen los llamados de miles sobre la situación “¡Hay un herido!”, se oye decir a una mujer joven con playera roja, con la leyenda Marabunta; porta un casco, la misma vestimenta que el herido, que sangra de la cabeza y parece desorientado.
Los dos, junto a otra decena de personas con las mismas indumentarias, buscan evitar confrontaciones entre los manifestantes y la policía que, hasta ese momento, se mantenía detrás de la primera barrera creada por ciudadanos que portan una playera blanca con el rótulo de “círculo de paz”, una acción inusitada hasta el día de hoy.
Y es que fueron jóvenes, adultos mayores y algunos niños también quienes conformaron el círculo, quienes a través de redes sociales se organizaron para que se evitara la destrucción.
Los policías, en tanto, están a la expectativa, a pocos minutos de actuar.
Un cúmulo de personas se agolpa sobre avenida 5 de Mayo e Isabel la Católica, en el centro de la ciudad, a metros de la antigua escuela preparatoria en donde un día como hoy,
2 de octubre, pero de 1968, el Ejército mexicano invadió instalaciones universitarias y de un bazucazo, de acuerdo con las crónicas de la época, derribó una puerta que abrió el paso a un movimiento histórico estudiantil.
Entre las personas que corren hay encapuchados que portan palos y tubos. Lanzan consignas a la policía en un principio mientras el enojo crece, cambian los gritos por latas vacías, luego pintura y finalmente bombas molotov. Los ciudadanos con playeras blancas corren. Los policías dan pasos hacia delante.
El ruido de las explosiones retumba nuevamente en la capital mexicana como aquel 2 de octubre de hace 51 años. Aparecen algunas bombas de humo, la vista se nubla para los manifestantes, la policía, los integrantes de Marabunta, para todos.
Los disturbios continúan metros después. Se escuchan entonces las hélices de un helicóptero gubernamental que vigila lo que pasa en tierra. Pocos minutos después la orden se da. Entre las calles salen decenas de policías con escudos antimotines, encapsulan a los encapuchados y también a miembros de la prensa.
Los policías empujan y empujan por ambos lados, el operativo consiste en capturar a los que impulsan los disturbios, el objetivo se alcanza poco después.
Dos de ellos son trasladados a una calle aledaña, Tacuba, y son ingresados a la patrulla de la policía capitalina. Un par de elementos de la policía confirman su captura y afirman que llevan consigo petardos; al lugar llegan elementos de la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México.
Mientras tanto, en la plancha del zócalo ha comenzado ya el mitin con algunos de los estudiantes del movimiento del 68, quienes claman: “2 de octubre no se olvida”.
Se habla del “imperialismo yanqui”, de la opresión, de las manifestaciones de 1968, del enojo estudiantil de entonces; algunos escuchan con atención, otros más buscan a sus amigos que se han perdido entre el tumulto y la agitación.