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Política

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Necesitamos más ciudadanos y menos presidente: Enrique de la Madrid

“El país no va por el rumbo correcto; necesita contrapesos”, dice este precandidato a la Presidencia que se define como aliancista: “...la alianza necesita una narrativa, un candidato y un mensaje: los beneficiarios de los programas sociales pueden estar seguros de que no habrá un peso menos para ellos, aunque pierda Morena”.

Enrique de la Madrid Cordero tiene 60 años y una trayectoria en el sector público. Ha sido diputado federal; director de Financiera Rural con Felipe Calderón y secretario de Turismo con Enrique Peña. Aspira a ser presidente. “México está partido en dos mitades y no me puedo quedar sentado haciendo crítica. Es momento de actuar y ofrecer soluciones. Estoy convencido que podemos superar nuestros retos en democracia, esto es con elecciones libres y con contrapesos al poder presidencial. El presidencialismo se ha vuelto un cuello de botella. Lo que necesitamos es más ciudadanos y menos presidente”.

Es hijo de Miguel de la Madrid Hurtado, quien fue presidente entre 1982 y 1988. Es abogado por la UNAM y tiene una maestría en Administración Pública en Harvard. “Como muchos hijos, estoy orgulloso de mi papá, pero no estoy aquí para defender la gestión de mi padre. Fue un periodo muy complicado, donde había quebrado un modelo de país que le apostó al petróleo y a un Estado grandote. Lo peligroso es que quienes critican lo que se hizo entonces, nos quieren llevar a un país que se parece mucho al que quebró”.

Es crítico de la administración lopezobradorista, pero empieza la conversación con una autocrítica: “No me cabe duda del por qué la mayoría de los mexicanos escogió un cambio de gobierno. Tuvimos, cuando menos, tres graves errores u omisiones. La primera tiene que ver con la pobreza; la segunda con la inseguridad y la tercera con la corrupción. Llegamos a 42% de pobreza en el año 2018, en el contexto de una sociedad muy desigual. Estoy consciente de que el problema de inseguridad no surgió en esta administración. Ya lo venimos cargando de muchas administraciones anteriores. Con la corrupción tuvimos muchos casos escandalosos, que nos indignan a todos, a nivel estatal, y a nivel federal”.

Pasa de la autocrítica a la crítica. “El camino por donde vamos está muy mal. No nos gustaba que hubiera pobres, pues ahora hay cuatro millones más de pobres. Nos preocupaban los niveles de inseguridad, ya tenemos 132,000 homicidios en lo que va de la administración y contando. Y, por último, la corrupción, ahora ni la contamos, predomina la opacidad… una reflexión más: estamos terminando el cuarto año del sexenio y tenemos un crecimiento económico negativo. No podemos culpar a la pandemia porque otros países han crecido con todo y pandemia. No estamos aprovechando las oportunidades que nos ofrece el pleito entre Estados Unidos y China, en buena medida porque este gobierno tiene una actitud de hostilidad a la inversión privada”.

Es aliancista. Optimista respecto a las posibilidades de una alianza entre los principales partidos de oposición al bloque que encabeza Morena, “estoy seguro de que habrá alianza. Confío en que sabremos superar nuestros pleitos y diferencias. Entre todos los partidos representamos a esa parte del país que sabe, que siente que no vamos en la ruta correcta. Somos la mitad y al paso que vamos seremos más. Creo que la única oportunidad que tenemos de ganar es con Alianza y creo que esto no ocurrirá de manera espontánea: los partidos necesitan narrativa y candidato. Pues yo he tratado de construir las dos. Lo he hecho de una manera respetuosa y en abierto rechazo a la descalificación fácil. Tenemos que hacer un esfuerzo para reducir la polarización. Una de las buenas cosas que significa una alianza es que nace a partir del reconocimiento de las diferencias de los integrantes. Es plural y tiene contrapesos en su conformación”.

Se sigue definiendo como priista, a pesar de lo que puede costar esa marca para un aspirante presidencial, ¿por qué? “lo relevante no es el partido al que perteneces, mucho menos en un momento en el que una alianza llevaría a un gobierno de coalición. Lo relevante son las ideas que planteas. Yo comparto una serie de principios que el PRI ha enarbolado en su historia. No comparto todo lo que han hecho todos los priistas, no me identifico con los excesos.  Me identifico más con una mezcla de economía de mercado, con sentido social, cada vez más humano.

En su descripción de país ideal, las clases medias ocupan un lugar central. “No me gusta la idealización de la pobreza, porque creo que lo mejor que podemos hacer por muchísima gente que está en condición de pobreza es ayudarlos a salir adelante. Creo que México puede ser un país desarrollado, con una clase media muy fuerte. Clases medias con capacidad de cubrir todas las necesidades básicas y con un dinero adicional para darse unos gustos y ahorrar”.

Pasar del país que somos a un país de clases medias, implica combatir la pobreza y la desigualdad, ¿por dónde empezar? “Las dos son importantes. Lo más importante es el combate a la pobreza y sobre todo la pobreza extrema, esa es la más agobiante. En una sociedad demasiado desigual como la mexicana, lo que se pone en riesgo es el sentido de pertenencia y la cohesión social. Entonces aquí, cuando le dices a alguien: esto hay que hacerlo por México, ¿cuál México, el tuyo o el mío?  Porque en un país tan desigual no estamos en el mismo barco, no tenemos el mismo futuro”.

—¿Cuál es el mensaje de un precandidato aliancista a los que están en la otra mitad, por convicción, pero también porque tienen acceso a recursos de los programas sociales?

“Ni un paso atrás, ni un peso menos en los programas sociales. Esos ingresos deben ser tu piso, no tu techo. Vas a ser parte de una economía que va a crecer, que te va a dar oportunidades para que tengas una mejor vida. Necesitamos ese crecimiento para incorporar a más de la mitad de la población que es menor de 35 años. Ellos merecen estar en una sociedad moderna que crezca y que genere muchas oportunidades de empleo o de poner un negocio. Una reflexión: te dicen que te quieren mucho pero te amenazan de que si no votas por ellos te van a quitar los programas. Entonces no te quieren tanto”.

—¿Qué lugar debe ocupar México en el mundo?

“Hay que redoblar la apuesta por América del Norte, nos ha ido muy bien en las primeras tres décadas de libre comercio con Estados Unidos y Canadá. Las exportaciones se multiplicaron por ocho o nueve y la inversión extranjera pasó de cinco mil millones de dólares anuales a casi 40 mil millones. Nos ha ido bien, pero nos podría ir mejor, si hiciéramos todo lo que tenemos que hacer. La confrontación de Estados Unidos con China está abriendo oportunidades que no estamos aprovechando. La invasión de Rusia a Ucrania le está generando dificultades a Europa central. Todo esto representa oportunidades para México, oportunidades que no estamos aprovechando”.

politica@eleconomista.mx

Licenciado en Economía por la Universidad de Guadalajara. Estudió el Master de Periodismo en El País, en la Universidad Autónoma de Madrid en 1994, y una especialización en periodismo económico en la Universidad de Columbia en Nueva York. Ha sido reportero, editor de negocios y director editorial del diario PÚBLICO de Guadalajara, y ha trabajado en los periódicos Siglo 21 y Milenio. Se ha especializado en periodismo económico y en periodismo de investigación, y ha realizado estancias profesionales en Cinco Días de Madrid y San Antonio Express News, de San Antonio, Texas.

Periodista mexicano, originario de Amealco, Hidalgo. Editor del suplemento Los Políticos de El Economista. Estudié Sociología Política en la Universidad Autónoma Metropolitana. En tres ocasiones he ganado el Premio Nacional de Periodismo La Pluma de Plata que entrega el gobierno federal. También fui reconocido con el Premio Canadá a Voces que otorga la Comisión Canadiense de Turismo, así como otros que otorgan los gobiernos de Estados Unidos y Perú.

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