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Política

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¿Quién es Andrés Manuel López Obrador?

A diferencia del 2006 y 2012 donde privilegió la campaña en el sur y centro del país, AMLO ponderó las giras por los estados del norte, donde logró conquistar a un electorado que sólo lo recordaba por su imagen de hace 12 años.

Foto: Notimex.

Doce años de lucha por la Presidencia de la República vieron transformar a Andrés Manuel López Obrador (AMLO) de un candidato en 2006 de discurso duro contra el sistema, que desdeñó las instituciones, confrontó a los empresarios y apostó únicamente a su popularidad, a un contendiente en 2018 que cambió la narrativa de “primero los pobres” a un “gobierno para todos”. Atrás dejó los insultos para arropar el “amor y paz”, y se asumió como el candidato anticorrupción, que respetará la inversión privada y el libre mercado.

Esa transformación de AMLO lo mantuvo a la cabeza en las preferencias electorales desde octubre de 2017, cuando comenzó en niveles de 30 puntos en las preferencias electorales, y lo catapultó casi doble al concluir las campañas políticas, en las que los candidatos Ricardo Anaya Cortés, del frente PAN, PRD y MC, así como José Antonio Meade del PRI, PVEM y NA, y el independiente Jaime Rodríguez Calderón, no pudieron despuntar.

Luis Costa Bonino, quien dirigió junto con Luis Mandoki en 2012 la campaña publicitaria de López Obrador, publicó en su portal de internet una historia de cómo encontró al político tabasqueño hace seis años, antes de formar parte de su equipo publicitario: “Un candidato que no mostraba ganas de ser Presidente. Algo que no podía hacer ningún consultor era despertar en un candidato las ganas de ganar una elección y ser Presidente”.

Así continúa el retrato de Costa Bonino:

“Conocí a López Obrador en su casa. Por gestión de Luis Mandoki nos encontramos a comer unos tamalitos en su pequeño departamento de Colonia del Valle a las nueve de la noche. Mandoki estaba inquieto, no descartaba que Andrés Manuel nos echara de su casa a los cinco minutos de llegar. Me llamó la atención la austeridad y la modestia del lugar donde vivía. Comenzamos a comer en un ambiente tenso. López Obrador comía en silencio sus tamales, con cara de contrariado, de mal humor, y mucha desconfianza.

“Yo empecé a volcar mis opiniones sobre la campaña y sobre la coyuntura política mexicana, sin dar importancia a sus gestos poco amigables. Le dije que no tenía la menor duda de que podíamos ganar la elección, le expliqué en detalle porqué creía eso. A medida que hablábamos, la tensión disminuyó. Él comenzó a plantear sus ideas. Contrariamente a lo que seguramente esperaba, no quise congraciarme con él. Estuve en desacuerdo con varias de sus opiniones. Le expliqué con claridad mis motivos. El resto de la cena giró sobre coincidencias, en un clima cordial. Lo que Mandoki creyó que sería un encuentro de pocos minutos, duró muchas horas. Al despedirnos, ya muy tarde, me dijo que se alegraba de haberme conocido, y que estaba seguro de que yo le podría ayudar mucho en su campaña”.

Las chachalacas y las instituciones

En la campaña del 2006, a López Obrador se le recuerda por la frase: “¡Cállate, chachalaca!”, que le lanzó al entonces presidente Vicente Fox, lo que le causó a Obrador una fuerte crítica social por denostar la figura presidencial. Al perder entonces la elección presidencial frente al panista Felipe Calderón, a López Obrador también se le recuerda por la frase: “¡Al diablo con sus instituciones!”, que soltó contra el entonces Tribunal Federal Electoral, quien validó el triunfo del panista.

En su campaña presidencial del 2012, López Obrador tuvo su primer cambio de postura política, e incluso, ofreció disculpa a quienes no vieron con buenos ojos en 2006 el bloqueo en el Paseo de la Reforma por inconformidad con el triunfo de Calderón Hinojosa: “Ofrezco mi mano franca en señala de reconciliación, de amistad, a quien pude ver afectado en mi determinación de luchar por la democracia y la paz. Es hora de reconciliarnos de manera sincera, de corazón, para lograr el renacimiento de México”, decía López Obrador en uno de sus spots del 2012.

Luis Costa Bonino rememoró sobre el López Obrador de ese año: “Anticipábamos que la oposición a su candidatura tomaría, tarde o temprano, el tema del plantón de Reforma y de su imagen crispada. Decidimos hacer una especie de pedido de disculpas, una propuesta de reconciliación con la sociedad mexicana, dirigido especialmente a los líderes de opinión de México. Pusimos a Andrés Manuel con traje y corbata, con imagen presidencial, con una actitud conciliatoria, extendiendo su mano a todos en señal de reconciliación. Mi texto comenzaba: “Ofrezco mi mano, en señal de reconciliación…”. AMLO le agregó el adjetivo “franca”. Quedó, “Ofrezco mi mano franca, en señal de reconciliación”.

Ya para la campaña presidencial del 2018, López Obrador no dejó de tener posicionamientos polémicos, como su idea de cancelar la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM), lo que abrió un flanco de confrontación con empresarios, a quienes el candidato calificó como “mafia del poder” y “traficantes de influencias”. Sin embargo, a diferencia del 2006, Obrador aceptó reunirse con ellos, y limó asperezas.

La campaña presidencial del político tabasqueño en 2018 se enmarcó dentro de un discurso de crítica hacia los actos de corrupción en el actual sexenio, al grado de prometer desterrar por completo ese flagelo en seis años, a partir de su honestidad como Presidente.

Obrador amplió su discurso este año para un público joven, sector que dijo sería el consentido en su gobierno. Y a diferencia del 2006 y 2012 donde privilegió la campaña en el sur y centro del país, López Obrador ponderó las giras por los estados del norte, donde logró conquistar a un electorado que sólo lo recordaba por su imagen de hace 12 años.

Asimismo, el tres veces candidato presidencial impregnó en esta ocasión a su campaña una fuerte connotación de respeto y admiración a todas las religiones, particularmente la cristiana. En sus mítines, espetó frases como “al César lo que es del César”, para referirse a dar igualdad a las clases más necesitadas. También habló de crear una “constitución moral” y construir un “reino de la justicia aquí en la tierra”.

Un infarto y dejar de fumar

A raíz del infarto que sufrió en 2013, el actual candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador cambió su carácter, dejó de fumar, camina una hora diaria y lee una hora por las noches. Tuvo un rejuvenecimiento, opinaron expertos y allegados al político tabasqueño.

El abogado Julio Scherer Ibarra fue el responsable de haber cambiado la imagen autoritaria que se percibía del político, y mostrar ahora a un López Obrador sereno y hasta bromista.

Yeidckol Polevnsky, dirigente nacional de Morena, y una de las personas más cercanas al candidato presidencial, aseguró durante la campaña, que luego del infarto que sufrió en el 2013, percibe a López Obrador más sereno y maduro. “Yo lo encuentro bien, de muy buen humor”, dijo.

“Creo que después del problema de salud, hizo varios cambios que lo rejuvenecieron: dejó de fumar, empezó a caminar una hora diaria, está cuidando más la comida, y creo que eso se ha reflejado claramente en su salud. Y no solo en eso, sino que agarró un segundo aire de rejuvenecimiento impresionante. No para, empieza muy temprano en las mañana, y termina tarde, y nos pone un reto muy importante para aguantarle el paso”, aseveró.

La diputada federal con licencia, Rocío Nahle, también lo describió: “Tiene 40 años en esto, y es un hombre que ha caminado mucho, ha madurado mucho. Las tres elecciones son diferentes. Sin embargo, le da vuelta a la página (2006), sigue trabajando, con la misma política social, con la visión que tiene. Lo veo bastante bien, maduro, sólido, sereno, amor y paz, lo veo muy bien”, aseveró.

Rocío Nahle narró cómo le surgió al candidato presidencial recetarle a sus adversarios políticos el Amlodipino: “Por ejemplo, el amlodipino se lo dan en Veracruz, en Huatusco, un doctor se acercó y le dijo: recétale esto a tus adversarios, y él saca el amlodipino”.

Yeidckol Polevnsky aseguró que, aunque los candidatos presidenciales José Antonio Meade y Ricardo Anaya no lo creyeron, López Obrador no tiene cuenta bancaria y sobrevivió los últimos tres años con su sueldo como dirigente de Morena, y de las regalías de sus libros.

No tiene tarjetas de crédito ni cuenta de cheques. ¿Por qué no le creen? Si la mayoría de las personas en México no tienen nada de eso, entonces les cuesta trabajo creerlo”, comentó. “Escribe libros. Antes le daban 10% de regalías, y ahora le dan el 12 por ciento. Le dieron 1 millón de pesos, donó 50% al fondo de reconstrucción (por los sismos de septiembre)”, refirió.

Polevnsky Gurwitz refirió que la frase sobre soltar al tigre, que lanzó López Obrador en la Convención Bancaria, no fue una amenaza, sino una cita de un personaje histórico, que pocos entendieron: “El tema del tigre lo quisieron manejar como que él estaba amenazando, pero habla únicamente de la ignorancia desmedida que tienen, porque Andrés Manuel efectivamente ama a este país y además conoce su historia perfectamente bien. Y el tema del tigre es una cita que hace Porfirio Díaz, estando en Veracruz, y se lo dice a (Victoriano) Huerta. Le dice que (Francisco I.) Madero ya soltó al tigre, vamos a ver ahora quién lo atrapa Entonces Andrés hace esa referencia, que en un público culto no tiene mayor problema, porque la gente sabe muy bien de qué habla, pero mucha gente no sabe de lo que habló”.

A diferencia de la campaña del 2012 y 2006, en el actual proceso electoral, Andrés Manuel López Obrador dio un peso muy importante a su familia. Su esposa, Beatriz Gutiérrez, viaja frecuentemente con él para asistir a los mítines y llevan —ocasionalmente— a su hijo Jesús Ernesto, de 9 años.

Los otros tres de los hijos del político (José Ramón, Andrés y Gonzalo) jugaron un papel destacado en la definición de alianzas con PT y PES en los estados, así como en la nominación de candidatos. José Ramón, el mayor, fue responsable de las candidaturas en el estado de México; Andrés en la Ciudad de México; y Gonzalo en el centro y norte del país. Diversas fotografías en Facebook mostraron a los hijos del abanderado presidencial en reuniones de comités distritales de Morena.

Yeidckol Polevnsky contó que al candidato presidencial de la coalición Juntos haremos Historia, “le gusta mucho leer, le gusta mucho escribir, entonces, él siempre en las noches se da un espacio para escribir y leer”.

¿Sobre qué escribe? —se le preguntó.

Andrés, junto con Beatriz su esposa, han hecho dos investigaciones sobre (Francisco I. Madero), para ver quién era su círculo cercano, cuál era la conducta, cómo funcionaba, porque Madero era empresario, de familia de muchísimo dinero, había estudiado en Francia, en Estados Unidos, tenía inversiones en la Bolsa, y entonces Andrés ha investigado mucho. También enamorado de (Benito) Juárez, juarista 100%, es alguien que cree mucho en el tema de las libertades, y lo importante de encontrar lo que nos une y dejar de lado las diferencias”, contó.

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