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2011, el año del cine en 3D
2011 será recordado por los cinéfilos mexicanos como el año del 3D. A cual más, toda película cuyo público potencial fueran niños o adolescentes ofreció a todo el que la viera la posibilidad de usar un par de lentes y pagar un poco más en taquilla. ¿Para qué? Quién sabe, porque, sea dicha la verdad, no había gran diferencia entre la versión "normal" y la tercera dimensión.
2011 será recordado por los cinéfilos mexicanos como el año del 3D. A cual más, toda película cuyo público potencial fueran niños o adolescentes (quienes desde hace algunos años son la mayor parte del público cinematográfico) ofreció a todo el que la viera la posibilidad de usar un par de lentes y pagar un poco más en taquilla. ¿Para qué? Quién sabe, porque, sea dicha la verdad, no había gran diferencia entre la versión "normal" y la tercera dimensión.
Ese fiasco se lo llevaron quienes vieron los grandes estrenos taquilleros del año, Harry Potter y las reliquias de la muerte 2 y Transformers 3.
Con tristeza y decepción comprobaron que el 3D no le agrega nada a la película, es un efecto forzado, innecesario para la historia (que aunque no parezca, siguen siendo lo más importante del cine) y que aburre a los pocos minutos. ¿Qué cinta justifica el uso del efecto tridimensional? Casi ninguna.
Sin embargo, los distribuidores y productores siguen insistiendo en el uso la tecnología 3D, pero (gracias a Dios) no por mucho tiempo más.
Cintas como Kung Fu Panda 2 y Cars 2 registraron un porcentaje taquillero bajo en sus versioes tridimensionales. Además, convertir las cintas filmadas en 2D a 3D sale carísimo y la decepción del público ha crecido lo suficiente para que en Hollywood los productores piensen dos veces antes de intentar venderle espejitos (o lentes mágicos) a los cinéfilos.
cmoreno@eleconomista.com.mx