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80 años de Roger Bartra: un homenaje al pensador incómodo y versátil
Para la creación del conocimiento se necesita aprender a escuchar, debatir y de la amistad, esa es la metodología de Bartra, así ha forjado su trayectoria intelectual, entre amistades, dialogando y con el amor y apoyo de su familia. Es una influencia feliz e innegable.
Roger Bartra Murià, antropólogo, sociólogo y académico mexicano, fue homenajeado por sus colegas en el Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la UNAM. De acuerdo con todos ellos, se trata probablemente del intelectual mexicano más importante vivo, fue descrito como un académico de carácter ilustrado, un renacentista, un investigador de élite, un analista que inició en el comunismo y luego viró hasta ser un socialdemócrata, un intelectual solitario y libre.
Durante el homenaje por sus 80 años de vida, Bartra agradeció a quienes tomaron la palabra para hablar de su persona, con modestia aseguró: “Estoy realmente agradecido por lo que han dicho, ha sido importante y me ha hecho reflexionar”, asegura que lo más difícil de digerir son los elogios, pues con las vicisitudes de su vida política e intelectual, se siente más cómodo en medio de las críticas y de las discusiones. “Les reitero mi agradecimiento a todos por lo que han expresado. No los culpo de la incomodidad que me han ocasionado; agradezco el homenaje, porque tenemos que acostumbrarnos a vivir en contextos incómodos aun cuando tengamos más de 80 años". Así de manera relajada compartió con sus colegas, amigos y familiares algunas anécdotas y pensamientos.
Bartra, quien cumplirá 81 años el próximo 7 de noviembre, desglosó tres líneas de investigación en su obra: la otredad o el mito del salvaje, la melancolía y el exocerebro o la relación entre las redes neuronales y los circuitos simbólicos culturales. “Esos tres temas han sido para mí algo fundamental, y muchísimo más importantes que mi participación en la política, por ejemplo, que ha tenido muchos tropiezos, que ha provocado confrontaciones, que me ha ganado insultos, que me ha metido en tremendas discusiones y posiblemente me ha hecho excesivamente visible debido a esa especie de enfermedad que uno carga desde el nacimiento que es la política y la posición como un pensador claramente ubicado en la izquierda", compartió.
Participaron del encuentro Guadalupe Valencia García, coordinadora de Humanidades de la UNAM; Carlos Illades, profesor distinguido de la UNAM; Antonio Lazcano Araujo, miembro del Colegio Nacional y profesor de la Facultad de Ciencias de la UNAM; Francisco Valdés Ugalde, investigador del IIS-UNAM y Paola Vázquez Almanza. Doctora en ciencias sociales y colaboradora cercana del homenajeado.
Un generador de incomodidad
Al ser descrito por sus colegas, se habla de un “Roger es disciplinado”, siempre con proyectos en mente, que se emociona y disfruta las distintas etapas del proceso de investigación. Aseguran que trabaja en solitario y que viaja para seguir pensando los temas, solo después comienza a compartir lo que trae entre manos con colegas y amistades. “Roger vive todo este proceso como si todavía fuese ese niño que juega a acercarse a la verdad. Él rompe las reglas y cánones para hacer de la vida académica una travesía de descubrimiento y alegría”, dijo Vázquez Almanza.
“Con estas virtudes, Bartra combate la grisura, mediocridad, mezquindad y cerrazón de la academia, cuestiona la arbitrariedad imperante y ha luchado por condiciones necesarias para seguir haciendo su trabajo, renunciando a oportunidades que le hubieran implicado poder, beneficios económicos, mayor celebridad e influencia, pero decide pasar de ello para preservar su independencia. Esta toma de postura le dan un lugar desde donde señalar las incoherencias sin sentido y artimañas frecuentes en los espacios que habita o le interesa”.
Tal parece que a pesar de ser identificado como uno de los intelectuales más importantes del país, dicha notoriedad convive con un conocimiento muy fragmentado de su obra, como si Bartra fuese una multiplicidad de personas con obras y trayectorias muy disimiles. Existe el Bartra agrarista, el crítico del poder político, el experto en identidad nacional, el marxista, guionista de cine, pintor, el aprendiz de guerrillero, el Bartra del machete, el antropólogo, el Bartra que analiza lo salvaje, la melancolía y las redes cerebrales. “Pese a las apariencias este gran espectro de temas no nos habla de un sujeto con personalidad múltiple sino de la ambiciosa y rica carrera intelectual”.
Sus colegas aseguran que Bartra estudia las cosas para ponerlas en tela de juicio, para contar mitos y desmontarlos, “nunca cae en la tentación de construir sobre estas ruinas nuevos mitos, en todo caso, comparte una mirada más amplia del fenómeno y hace del desencanto una filosa arma epistémica para repensar la sociedad sin esos confortables ídolos de barro”.
Esta tendencia crítica y desmitificadora, así como su necesidad de debatir para poner a prueba sus ideas, resulta bastante incómodo para muchas personas, pues, por un lado, pone en evidencia una parte de la intelectualidad que solo busca crear un nicho para sí misma y formar discípulos o escuelas. Por otro lado, Roger no se cansa de criticar al poder ni a aquellas personas que comparten un vicio del que Bartra se desmarca, “estar enamorados de tener siempre la razón”.
Lo cierto es que ser un generador de incomodidad no le ha molestado, esto lo pone en un lugar privilegiado desde el cual mirar su entorno; no tiene concesiones que acatar, grupos a los cuales unirse, y no cree en los tabuladores de la supuesta excelencia académica.
“Desde temprana edad ya estaba presente en él la intuición primaria, esa búsqueda lúdica por el conocimiento que lo ha llevado a convertirse en investigador y plantear preguntas perspicaces sobre los mitos del pensamiento occidental, el nacionalismo, la política y la cultura. Por alguna razón misteriosa, Roger nunca perdió esa lucidez e intuición de la infancia que lo hacen mirar al mundo como un terreno de juegos, como algo que existe para ser descubierto, explorado y comprendido. Tampoco teme cuestionarlo todo y decir en voz alta lo que todos sabemos pero no queremos aceptar”, concluye Vázquez Almanza.
En este tiempo de canallas, personas como Bartra
"No es desconocido que Roger Bartra ha sido blanco de un embate reciente desde un ámbito de poder muy relevante, descalificando su trayectoria y sus posturas sobre el rumbo que ha tomado este país desde hace algunos años y sobre quiénes lo conducen. El crítico no está para complacer, sino para cuestionar, discutir, convencer y en conjunto contribuir a configurar la opinión pública. Quien declina de esa labor, declina la posibilidad democrática de reconocer la diferencia y aceptar los argumentos de los otros", Miguel Armando López Leyva.
“Conocí a Roger Bartra primero como profesor y colega, luego como camarada y después como compañero intelectual y político, finalmente como la gran persona y personalidad que me honra con su amistad, que tengas larga vida y aún más fértil obra Roger, felicidades”, Francisco Valdés.
"En este tiempo de canallas, de silencios cómplices, de complacencias acomodaticias, se acrecienta la deuda que tenemos con los analistas y pensadores que han permitido ver que hay muchas izquierdas y para mí es fácil reconocer entre ellos a Roger Bartra, quien ocupa un lugar central en mi gratitud", Antonio Lazcano.