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Arte e Ideas

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Arranca el Festival de Jazz de Polanco con toda la diversidad del género

Este sábado arrancó la decimosexta edición de un festival de primavera que, aunque dice Polanco, recibe a mucho más público de otras latitudes que asiste a escuchar que las posibilidades del jazz son tantas como de la música misma.

Es que eso es el jazz, un umbral tras otro de posibilidades. Una nueva oportunidad después de otra. Una manera en que la mente humana puede demostrar que la belleza no es producto de un molde, sino que la más refinada y conmovedora belleza es, de hecho, la que nace a partir del accidente, de ese estado indomable llamado epifanía. Aunque, también es menester precisar que hay epifanías que nacen con mucha más frecuencia del matrimonio entre el talento y la dedicación. Es que eso es el jazz.

Este sábado, en el Teatro Ángela Peralta, en el Parque Lincoln, en Polanco, arrancó la decimosexta edición del Festival de Jazz de Polanco, en su edición de primavera, con una demostración de lo bella que es la música y de sus inabarcables posibilidades. Permita que el que escribe se tome ese atrevimiento.

Cuatro fueron las presentaciones en la primera de dos jornadas. Esta nota se ocupará de las dos primeras: Víctor Patrón y Roberto Arballo en dueto, dos celebridades no solo del jazz sino de toda la música en México, para abrir boca, seguidos de Omar Gardunho Trío.

Si algo hubo en común entre la dos primeras presentaciones del festival fue esa capacidad creativa generada por la pandemia, porque, sí, fue un sinsabor para todos, pero también fue la oportunidad de una pausa, ese impasse que dio una oportunidad para los genios creativos de encontrar siempre posibilidades en la incertidumbre.

El dúo de Patrón y Arballo, al piano y la guitarra, respectivamente, empezaron suave, y fueron in crescendo, con un jazz como el que se da en un estudio previo a la grabación de un disco ya totalmente planeado, y dos músicos se ponen a tocar en libertad y se acompañan, con uno que otro acorde hasta que termina siendo todo un disfrute, una obra emergida, precisamente, del genio, del callo, de los años de trabajo que le anteceden.

Para dar constancia de la calidad de quienes arrancaron las actividades del festival, basta con mencionar que Víctor Patrón ha sido pianista y director musical de Armando Manzanero, José José, Arjona y Napoleón, por mencionar unas cuantas personalidades cuyas voces que han sido acompañadas por el piano del mencionado.

Y ni se diga de los méritos de Roberto Arballo, quien ha sido arreglista, director musical y guitarrista en estudios de México, Estados Unidos, Canadá, España y Sudáfrica, y ha participado en grabaciones y conciertos de voces como las de Frank Sinatra, Eugenia León, Pedro Vargas, Rocío Durcal y también José José, sin olvidar mencionar que fue director del Festival OTI, en Los Ángeles, entre 1985 y 1990.

En concreto, los dos anteriores, dos músicos de primer orden de la escena mexicana, colaborando en un proyecto que supo abonar de la pandemia a su favor.

Jazz psicodélico en Polanco

El relevo en el escenario no pudo ser el más ideal, con un jazz más ácido, en las talentosas manos del Omar Gardunho Trío, integrado por un prodigioso Iván Barrera al bajo, Marco Castro en la batería y, por supuesto, Omar Gardunho en la guitarra, fundador del proyecto hace casi una década y quien, para ayudar a la imaginación del lector, tiene un parecido al multi instrumentista Kevin Parker, de la banda australiana Tame Impala, sin pretender ser ofensivo para los puristas o para el propio músico.

Y es que es precisamente eso lo que tocaron su jazz con notas psicodélicas y notoriamente de inspiraciones árabes, además de un set de improvisación, a manera de una charla entre bajo y guitarra, enérgica, con pequeñas distorsiones, efectos y trucos diversos con los que juegan no solo entre pieza y pieza sino dentro de las mismas rolas.

El bajo de Iván Barrera, que a veces sonaba como un piano, para que no se nos olvide que se trata de un jazz, pero, sobre todo, con las cuerdas bien marcadas, que se note la presencia del bajo, que la guitarra calle para darle el lugar a su instrumento hermano para demostrar su poder de imposición, su carácter necesario dentro de una banda. Un bajo, en verdad, ventajoso.

Y no lo dice nada más quien escribe, sino que lo confirma el público que, pese a tener el sol a espaldas, no se esperó para vitorear y, no gritar sino aullarle a los músicos del trío.

Omar Garduño volverá a subir al escenario este domingo, como parte del proyecto Polanco Jazz All Stars Orchestra.

Como se decía en un principio, el jazz no es un género, sino una posibilidad de generar. Pero, de la música se habla poco y se le hace escuchar, de preferencia. Tenga usted la amabilidad de buscar en las plataformas de música a estos deleitosos dos primeros números de la decimosexta edición del Festival de Jazz de Polanco.

Por cierto, ambos líderes de los dos primeros proyectos del festival presentaron temas dedicados a sus padres fallecidos. En su nombre vaya la música, y, si se permite, que sea una dedicatoria extensiva para todas las personas que hemos perdido en el camino.

ricardo.quiroga@eleconomista.mx

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