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Batman y la guerra de clases
La cinta de Christopher Nolan culmina de manera magistral la trilogía protagonizada por Christian Bale.
Es difícil hacer una reseña de Batman: El Caballero de la Noche asciende después de los terribles hechos en Aurora, Colorado. Por siempre un listón negro quedará junto al título de esta cinta. Y no lo merece; no merece, en definitiva, ser recordada por los crímenes de un desequilibrado.
La tercera entrega de la leyenda del hombre murciélago, según Christopher Nolan, es una obra monumental. No lo digo sólo en sentido figurado.
Con casi tres horas de duración y una historia épica, El Caballero de la Noche asciende es un clásico instantáneo.
Olvídese de la vacua historia de superhéroes donde lo que importa es la aventura, los efectos especiales y la historia de amor. Ésta es una cosa completamente diferente. La evidencia radica, claro, en las dos primeras cintas de la saga, valiosas cada una a su modo. Pero la tercera supera todas las expectativas dejadas por El Caballero de la Noche con todo y el inolvidable Guasón de Heath Ledger.
Una tormenta viene, señor Wayne le alerta Gatúbela (Anne Hathaway) a Bruce Wayne (Christian Bale) mientras bailan, cuando llegue, usted y sus amigos se van preguntar cómo pudieron tener tanto y dejarnos tan poco al resto de nosotros .
La advertencia, que lleva su cuota de marxismo, no es vacía: de verdad una revolución está a punto de asolar a Ciudad Gótica. Y en esta ocasión ni Batman podrá salvarla. Tal vez ni siquiera podrá salvarse a sí mismo.Han pasado ocho años desde los hechos finales del El Caballero de la Noche (es importante tener claras las tramas tanto de Batman inicia y de El Caballero de la Noche. Écheles una revisada antes de ver Asciende). Bruce Wayne está retirado no sólo de sus aventuras como Batman, sino de la vida social; se ha convertido en un magnate ermitaño al estilo de Howard Hughes.
En Ciudad Gótica hay una gran calma social. El crimen ha alcanzado sus mínimos históricos. A pesar de todo, el comisionado Gordon (Gary Oldman) sabe que todo está basado en una mentira: en la idea de que Harvey Dos Caras Dent es un héroe y Batman el enemigo número uno de la ciudad.
Mientras tanto, en otro lugar del mundo, la tormenta se gesta. Tiene rostro y nombre: Bane (Tom Hardy), que siempre lleva una extraña máscara y es la maldad en un montón de músculos. Más que un supervillano de cómic, el Bane de Nolan es la encarnación de todos los terroristas de la historia. Tiene una causa política que le importa más que su vida, su ética está guiada por absolutos, usa la violencia con fines ejemplares. Es, pues, un tirano de antología.
Aquí es donde El Caballero de la Noche asciende, ya que alcanza alturas vertiginosas. Cuando Bane decide atacar Ciudad Gótica lo hace con el discurso del demagogo. Su estrategia: volcar a los ciudadanos de Gótica contra las instituciones que los rigen, convertir la ciudad en un caos de guerra civil, el rico contra el pobre. Es la tormenta que Gatúbela predijo. Es Batman y la guerra de clases.
MUCHO MÁS QUE SU DISCURSO
La película no sólo es interesante en su discurso político (que bien puede ser considerado de derechas: se posiciona en contra de los caudillos populares y sus promesas mesiánicas. Yo prefiero considerarlo pro civilidad y pro instituciones), sino también por su arquitectura (el guión de Christopher Nolan y su hermano Jonathan casi no tiene puntos flacos quizá algunos minutos a la mitad del viaje, pero es poca cosa comparados con la grandeza del resto).
Los últimos 50 minutos son una obra maestra del cine de acción. Y el final es totalmente conmovedor.
Además de las grandes actuaciones de Bale, Hathaway, Oldman y Morgan Freeman, otros personajes menores se llevan la palma. No pierdan de vista a Josepth Gordon-Levitt como un policía común que demuestra que el heroísmo está en lo actos pequeños, ni a Marion Cotillard como una millonaria que podría ser la redención de Bruce Wayne.
Una última sugerencia: esta película hay que verla en IMAX. La experiencia es alucinante. Nolan no decidió filmar así sólo por capricho técnico. Sólo el IMAX le hace justicia a la epopeya de Batman, el Caballero de la Noche.
concepcion.moreno@eleconomista.mx