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Betsabeé Romero va a la Biennale de Venecia de la mano del MOLAA
La artista mexicana presentará una exposición individual en el marco de la Bienal de Venecia compuesta por seis instalaciones que abordarán las problemáticas de movilidad, migración y la imposición de fronteras.
Invitada por el Museo de Arte Latinoamericano (MOLAA) de Long Beach, California (EU), y desde la Plaza de San Marcos, la artista mexicana Betsabeé Romero –un referente de las culturas latinas e indígenas en cualquier lugar que se presenta– le hablará al mundo de la experiencia migratoria y de la movilidad que desplaza a miles de latinos a los Estados Unidos, pero también a miles de africanos hacia el continente europeo.
El proyecto de la artista –“El espiral sin fin: Betsabeé Romero”– hará parte de los eventos colaterales de la 60ª Exposición Internacional de Arte La Biennale di Venezia, con líneas expositivas y conceptos curatoriales alineados al tema y lema de la bienal 2024: "Extranjeros en todas partes".
Betsabeé, luciendo un corazón del color del jade, repujado en latón, que pende de su cuello con un listón negro, posa al lado de una pieza denominada “Tótem”, que es una llanta intervenida con glifos mayas que representan el cargador del tiempo y al mismo tiempo la huida y la búsqueda de nuevos caminos, como adelanto minúsculo de lo que público verá en Italia.
En conferencia de prensa, celebrada este jueves en Casa Filomeno, en la colonia Roma de la Ciudad de México, Romero agradeció la invitación del MOLAA que le abre las puertas de la gran feria de arte veneciana. “Fue como un sueño que empezamos a tejer hace exactamente un año, durante la Semana del Arte 2023, con Michelle Lerach y Santiago García Galván. Ellos hicieron la gestión ante el Museo Latinoamericano y consiguieron los fondos para poder concretar el proyecto que fue seleccionado para esta bienal”.
“La selección tomó muchos meses, es un formato muy complicado para participar, participan muchos proyectos paralelos de todo el mundo, y al final, fuimos uno de los 30 proyectos seleccionados para hacer una exposición paralela, y en esta exposición, que está muy en la línea del tema general de la bienal, pero más específicamente desde lo que significa la imposición de fronteras, de bordes, de líneas casi punzocortantes que hieren la identidad cultural, de género, la identidad personal y comunitaria, cultural e histórica, detalla la artista.
Aunado a su reconocido talento –que sorprendió al mundo árabe en la Expo Dubái 2020 con la confección del Pabellón de México, sólo por mencionar un botón de muestra–, Romero celebra que este año el talento latino se alinea para presentar su obra, creada ex profeso para llevar a Europa un mensaje poderoso y cargado de simbolismo, desde las raíces de la identidad o identidades latinoamericanas. Destaca, por ejemplo, que el curador brasileño Adriano Pedrosa es el primer latinoamericano en dirigir una edición de la Biennale, la directora del MOLAA es una puertorriqueña y la historiadora del arte argentina Gabriela Urtiaga, jefa de curaduría del MOLAA, es nada menos que la curadora del proyecto que presentará la creadora mexicana en Venecia. “Me parece algo muy significativo, como de muy buen augurio”, dice divertida.
Seis secciones contra la imposición de fronteras
La exposición “El espiral sin fin: Betsabeé Romero” se desplegará uno de los espacios expositivos de la Fundación Bevilacqua La Masa, en seis salas o secciones, cada una con una instalación y un tema específico distintos, pero con un mensaje unívoco: “las fronteras geopolíticas no nos separan; las fronteras no separan la cultura, pero las polarizaciones han escindido nuestras identidades”, dice la artista.
Romero se vale de plumas, neumáticos, espejos, símbolos prehispánicos y de un título poético para señalar, el dolor, la herida, la ausencia, la experiencia de ser un extranjero en el mundo, y la tragedia de millones de seres humanos que carecen de un espacio donde refugiarse y sobrevivir.
La experiencia estética comenzará con la instalación ‘Señales que nos guían hacia el exilio’, que cuestiona el concepto y las experiencias de migración, seguida por ‘Espejos mapeados y manipulados, con líneas duras y confinantes, espejos rotos en un universo roto’. ‘Frontera espinada’, la tercera instalación, explora el sufrimiento que causan las fronteras. “Son líneas impuestas que se oponen a la necesidad, la supervivencia y la comprensión, cicatrices que desangran al mundo”.
Continuará la muestra con la instalación “Tótems rodantes de caucho y oro’ que introducirá al visitante al tema de movilidad; la quinta sección –‘Un tótem móvil de iconografía indígena de toda América’– presentará bordados y cerámicas, estelas y objetos de piedra de diferentes regiones y culturas, “para reflexionar acerca de la cultura como un hogar que llevamos dentro y un refugio que ha sobrevivido a la sombra de todos los poderes”.
Finalmente, ‘Plumas de un amanecer en espiral’ “será un viaje por una espiral sin fin, la sabiduría que siembra y germina en ciclos, un compendio rotatorio de vuelos colectivos y cautivadores. Caracol de alas circulares y laberínticas, cresta horizontal e infinita, apariencia arquitectónica y ritual, un espacio donde todos pueden entrar y vivir”.
Expectativa y reto
La artista va más allá el guion curatorial para expresar una preocupación profunda que desea expresar y compartir: “Estas líneas fronterizas, punzocortantes, a las que yo me estoy refiriendo y que desarrollo como concepto, están causando muchas muertes en diferentes países, no sólo entre México y Estados Unidos, estoy aludiendo también a otras fronteras que hoy por hoy están siendo escenario de muchísimas muertes”.
La muestra también ofrece un rayo de esperanza – dice– “a partir de todo lo que yo he trabajado desde la cosmovisión de los pueblos indígenas, representada por plumas y penachos, donde abunda el color y se evoca la circularidad y la conexión con la Tierra, con la esperanza de recuperar y de reconciliarnos con lo único que nos va salvar de este catastrófico naufragio del pensamiento occidental”.
A pregunta de El Economista acerca de las expectativas de reflexión y diálogo que tiene la artista con su propuesta para Venecia, una ciudad que también enfrenta la problemática de la migración, la artista comenta: “sí hay mucha expectativa, pero también representa para mí un reto; las problemáticas de las fronteras, la migración, la exclusión y el desarraigo atraviesan todo el mundo y a mí me importa mucho que el cuestionamiento llegue a Europa y en específico a Italia”.
“Estas discusiones parten de nuestras raíces, desde los lugares donde vivimos estas problemáticas, pero creo que es necesario que esto haga eco en otros lugares, donde también están sucediendo, por ejemplo en Dubái me interesaba mucho hablar de género, pensaba que iba a haber otros pabellones hechos por mujeres, y resultó que no, que fui la única, entonces, presentar un proyecto en colaboración con una comunidad de mujeres tejedoras mexicanas, donde el mensaje era tender lazos hacia el mundo, resultó muy impactante para la cultura y el público árabe”, expone Romero.
La exposición estará en Venecia del 20 de abril al 1 de septiembre de este año y luego se exhibirá en 2025 en el MOLAA, en el condado de Los Angeles, California.