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Brote sin precedentes de ántrax en Zambia: ¿qué peligro representa?

Bacterias ‘Bacillus anthracis’, las causantes de la enfermedad del ántrax. Foto: Shutterstock.

Bacterias ‘Bacillus anthracis’, las causantes de la enfermedad del ántrax. Foto: Shutterstock.

Primavera de 2023. En el distrito meridional de Sinazongwe, en Zambia, numerosos animales domésticos (bovinos y caprinos) y salvajes (hipopótamos) comenzaron a morir por una causa desconocida. Al poco tiempo, veintiséis personas desarrollaron llagas en la cara, brazos y dedos después de consumir carne de tres cadáveres de hipopótamos salvajes. Los análisis pertinentes desentrañaron el misterio: el responsable era el ántrax.

El primer caso humano del brote, notificado el 16 de junio de 2023, solo fue el principio de lo que vendría después.

Con el paso de las semanas, la incidencia aumentó de forma alarmante. A finales de noviembre de 2023, ya habían sido notificados 684 casos humanos sospechosos, incluidas cuatro muertes, en 44 de 116 distritos de 9 de las 10 provincias de Zambia. El distrito de Sinazongwe es el epicentro y concentra el 42 % del total de infectados. Para echar más leña al fuego, el número de casos en animales domésticos y salvajes ronda los 600.

Una situación sin precedentes

La OMS ha alertado de que la situación actual no tiene precedentes. La última epidemia a gran escala notificada en Zambia se produjo en 2011, con un total de 511 casos sospechosos.

Dadas las circunstancias, ha sido activada una respuesta urgente para frenar la expansión de la enfermedad. Se considera que el riesgo de que el evento se propague dentro de Zambia es alto, debido al movimiento incontrolado de animales y cadáveres dentro y entre provincias. También hay elevadas probabilidades de que se extienda por la región, dados los frecuentes desplazamientos de animales y personas entre Zambia y sus países vecinos.

De hecho, la epidemia avanza por las provincias situadas a lo largo de la cuenca de los ríos Zambeze, Kafue y Luangwa. Esto supone un problema adicional, ya que estos cursos fluviales también desembocan en los lagos Kariba, en Zimbabwe, Kahora Bassa, en Mozambique, y Malawi, perteneciente a Malaui, Mozambique y Tanzania. Los cadáveres insepultos de animales salvajes que flotan en el río aumentan el riesgo de propagación a los países vecinos.

Por tanto, cada día que transcurre con el brote activo aumenta el riesgo de la transmisión a los países fronterizos. Por desgracia, varios factores contribuyen a obstaculizar la contención del brote en Zambia: las normas socioculturales; la resistencia de la comunidad; el conocimiento comunitario limitado sobre la transmisión del ántrax; los altos niveles de pobreza e inseguridad alimentaria; la escasez de vacunas y reactivos de laboratorio disponibles; la eliminación inadecuada de los cadáveres, y las deficientes prácticas de descontaminación.

Así actúa Bacillus anthracis

El ántrax o carbunco es una enfermedad aguda de declaración urgente causada por la bacteria Bacillus anthracis. El origen del nombre proviene de la palabra griega anthrakis, que significa “negro”, en referencia a la lesión necrótica que se observa en el ántrax cutáneo. La bacteria desarrolla esporas que son muy resistentes a los agentes físicos y químicos por lo que pueden permanecer viables en el suelo durante un periodo prolongado de tiempo.

La mortalidad de la enfermedad puede ser muy alta y afecta a todos los mamíferos, incluidos los humanos, aunque es especialmente insidiosa en los herbívoros como ovejas, vacas, caballos y cabras. Una vez que el microorganismo penetra en el organismo, se multiplica rápidamente y libera toxinas que producen edema, septicemia y necrosis del tejido.

Las toxinas principales son la toxina del edema y la toxina letal que desencadena la liberación a gran escala de citocinas de los macrófagos, lo que produce en última instancia la muerte repentina. Los animales carroñeros que se alimentan de los cadáveres infectados también pueden diseminar las esporas de carbunco.

La enfermedad está catalogada como zoonosis, ya que se transmite a los seres humanos mediante el contacto directo con animales infectados o con productos derivados de los mismos. Las personas pueden adquirirla por contacto cutáneo a través de heridas en la piel, ingestión o inhalación. Dependiendo del tipo de exposición –entre unas pocas horas y tres semanas–, los afectados pueden desarrollar una de las tres presentaciones clínicas de la enfermedad: el ántrax cutáneo, el ántrax gastrointestinal y el ántrax pulmonar.

Una enfermedad asociada al contacto con animales

Esta dolencia afecta en todo el mundo y se estima que su incidencia global anual varía entre los 20 000 y los 100 000 casos. En 2021 fueron notificados cinco en España (tres confirmados y dos probables), relacionados con un brote que afectó a varias granjas. Tres personas desarrollaron ántrax cutáneo y una, la modalidad gastrointestinal. La presentación clínica del quinto infectado es desconocida. Tres casos fueron hospitalizados, pero no hubo muertes.

Más del 95 % de las personas con carbunco presentan la manifestación cutánea como consecuencia del manejo de las canales (los cuerpos de los animales sacrificados, sangrados, desollados y eviscerados, sin cabeza ni extremidades) o de sus cueros, pieles, pelos, carne o huesos.

Se considera, pues, una enfermedad profesional, ya que gran parte de los afectados son personas que trabajan estrechamente con animales como veterinarios, ganaderos, matarifes, trabajadores de la industria peletera, etc. Por eso, cuando manejan muestras de animales sospechosas de carbunco, los veterinarios y manipuladores deben llevar guantes y ropa protectora, así como evitar frotarse la cara o los ojos.

En Zambia, el riesgo para la salud humana es alto dadas las múltiples exposiciones de la población al manipular cadáveres de animales que mueren repentinamente y comer carne de ejemplares infectados, con el consiguiente ántrax cutáneo y gastrointestinal que se asocia a estas prácticas.

Diferencias de entre las tres modalidades de ántrax

El ántrax cutáneo se manifiesta con un bulto que pica en el área expuesta, y que rápidamente se convierte en una llaga negra. Algunas personas también desarrollan dolores de cabeza, molestias musculares, fiebre y vómitos. Puede transmitirse de persona a persona por contacto directo o por fómites.

Sin embargo, el carbunco gastrointestinal y el inhalado no se transmiten entre personas. En el primer caso, el afectado sufre síntomas iniciales similares a los de una intoxicación alimentaria, aunque puede empeorar y generar dolor abdominal intenso, vómitos con sangre y diarrea intensa. El ántrax pulmonar, la presentación más grave, tiene síntomas iniciales de un resfriado común, pero puede progresar rápidamente a dificultades respiratorias graves y shock.

Si bien la mayoría de los pacientes infectados por ántrax presentan síntomas en los primeros días tras la exposición, para el carbunco inhalado el período de incubación puede prolongarse más de seis semanas.

En ausencia de tratamiento, las tasas de mortalidad del carbunco cutáneo se sitúan entre el 10 % y el 20 %, mientras que para el carbunco inhalado y meníngeo puede alcanzar el 100 %. En estos casos, el diagnóstico y tratamiento temprano con antibióticos es vital.

Aun con tratamiento, y teniendo en cuenta la mejora en cuidados intensivos, la mortalidad oscila entre menos del 2 % para el ántrax cutáneo, 45 % para el ántrax por inhalación y 92 % para el meníngeo. Las personas expuestas pueden recibir tratamiento profiláctico, y los antibióticos, en particular la penicilina, son eficaces contra esta enfermedad. En algunos casos, la terapia oportuna puede reducir la tasa de letalidad a menos del 1 %. Existe una vacuna que puede ayudar a prevenir el ántrax, pero normalmente no está disponible para el público en general.

Arma bioterrorista en potencia

Además, la peligrosidad del ántrax convierte a esta enfermedad en un arma con potencial bioterrorista. Las esporas de la bacteria pueden prepararse en un formato de polvo muy fino que es fácil de inhalar. Por ello, la bacteria Bacillus anthracis que causa el carbunco está catalogada como patógeno prioritario de categoría A, la categoría de prioridad más alta en los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos (CDC).

De hecho, en 2001, varios sobres con esporas de Bacillus anthracis fueron repartidos a través del servicio postal ordinario de Estados Unidos. 22 personas resultaron infectadas, y cinco de ellas fallecieron.

Las acciones de respuesta para controlar el actual brote de ántrax en Zambia contemplan vacunar al ganado (ya han sido distribuidas más de 300 000 dosis de vacuna) y realizar una vigilancia activa en todos los centros de salud y dentro de las comunidades, incluido el rastreo de contactos.

También hay que mejorar los controles de inspección de la carne, monitorear exhaustivamente los movimientos ilegales de animales –garantizando la eliminación adecuada de los cadáveres–, fortalecer la vigilancia basada en eventos y los mecanismos de detección temprana y mejorar las capacidades de los trabajadores sanitarios y veterinarios para identificar casos.

No menos importante es concienciar a la población mediante campañas en las redes sociales, transmisiones de radio y la distribución de folletos y carteles informativos que comuniquen los riesgos sanitarios.

Y por último, a nivel individual, las precauciones estándar para minimizar el riesgo de contraer ántrax incluyen la gestión segura de residuos, la limpieza y desinfección de superficies y equipos, el empleo de guantes y material de protección personal y la correcta higiene de manos. The Conversation

Raúl Rivas González, Catedrático de Microbiología. Miembro de la Sociedad Española de Microbiología., Universidad de Salamanca

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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