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Arte e Ideas

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Capital mental: ¿Quién quiere ser Amy Winehouse?

De lo que no se ha hablado claramente –lo cual resulta una terrible e imperdonable omisión en estos tiempos- es que la talentosa artista británica padecía un trastorno psiquiátrico grave.

…lots of time you don’t know what interests you most till you start talking about something that doesn’t interest you most . The catcher in the rye (J.D. Salinger)

Hace dos semanas no sabía quién era Amy Winehouse. Tal vez había visto alguna foto adornando su efervescente popularidad, pero nada más. A raíz del revuelo provocado por las circunstancias de su muerte, algunos retazos íntimos han sido expuestos de forma machacona ante la mirada siempre curiosa, aunque cada vez menos sorprendida, de esta masa amorfa que somos el llamado público.

Ahora parece como si todo mundo hubiera adivinado -sobre todo sus familiares cercanos -, desde hace tiempo, que los excesos de alcohol y drogas ilícitas, la promiscuidad sexual y los impredecibles arrebatos de violencia, más pronto que tarde, la llevarían obviamente a la tumba.

Se ha dicho también, un poco hasta el cansancio, aquello de que Amy Winehouse estaba predestinada a formar parte del tristemente célebre Salón de la fama de los 27 años , junto con Jimmy Hendrix, Janis Joplin, Brian Jones y otros músicos extraordinarios.

De lo que no se ha hablado claramente –lo cual resulta una terrible e imperdonable omisión en estos tiempos- es que la talentosa artista británica padecía un trastorno psiquiátrico grave.

Amy Winehouse padecía de enfermedad maniaco-depresiva (bipolar) y, probablemente, si hubiera recibido un tratamiento adecuado y oportuno, el conocido desenlace pudo haberse evitado. Pero no, esto no sucedió y seguramente en los medios se seguirá hablando de todo lo lamentable que ha sido su pérdida para el mundo de la música debido a su comportamiento excéntrico, desmedido e irreverente.

En su biografía oficial quedará constancia de que la Winehouse fue una víctima más de la mezcla detonante que resulta del éxito temprano, la invasión a la intimidad y, por supuesto, las malas compañías. Sin embargo, estoy casi seguro que por motivos de estigma casi nadie se atreverá a hablar de su enfermedad mental, porque eso parecería traicionar el espíritu rebelde e inconforme de esta singular cantante.

¿Acaso no son el alcohol y las drogas las dos sustancias que más vidas de ídolos juveniles han cobrado en tiempos recientes? Bueno, si y no, porque la mayoría de los artistas jóvenes que se han suicidado o han actuado autodestructivamente, de esa y otras maneras, en realidad también sufrían períodos de profunda melancolía, intercalados con etapas de exaltación, creatividad y confianza ilimitada en sus capacidades y talentos.

Mucho se ha dicho sobre la relación entre creatividad artística y enfermedad maniaco-depresiva. Lo malo sucede cuando los extremos anímicos dejan de ser divertidos y productivos, o cuando la conducta se vuelve caótica y la percepción se distorsiona al punto en que se desconocen los márgenes elementales de la realidad. Esas circunstancias a menudo dan lugar a la búsqueda desesperada del alivio efímero, el reposo ocasional y la confianza necesaria para poder seguir con el ritmo frenético que demanda una vida de éxitos fulgurantes.

Algunos artistas, por desgracia, todavía piensan que la ayuda psiquiátrica podría destruir o reducir su capacidad creativa: no, no, no.

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