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Con la historia de una familia se narra el mundo entero: Del Molino

El escritor, periodista y columnista español lamenta que “vivimos en un mundo donde cada vez es más importante la identidad nacionalista”. Señala que no se siente interpelado por Hernán Cortés; “no siento que sea mi antepasado”.

El premiado ofreció una conferencia de prensa este jueves en la librería El Sótano de Miguel Ángel de Quevedo. Foto EE: Rosario Servin

El premiado ofreció una conferencia de prensa este jueves en la librería El Sótano de Miguel Ángel de Quevedo. Foto EE: Rosario Servin

Identidad y culpa. Esas palabras resuenan en el discurso del escritor, periodista y columnista español Sergio del Molino (Madrid, 1979) a partir de las preguntas que plantea la prensa durante la conferencia de este jueves desde la Librería El Sótano en Miguel Ángel de Quevedo para conversar sobre la obra “Los alemanes”, ganadora del Premio Alfaguara de Novela 2024.

Y resuenan porque su novela traza la historia de una familia heredera de una comunidad alemana que en 1916 emigró hacia España procedente de Camerún en pleno ocaso alemán durante la Primera Guerra Mundial, y quienes se refugiaron y se instalaron en el país peninsular entonces con una postura neutral, particularmente en Zaragoza. Así, el autor traza una línea de herencias permeadas y no deseadas, de búsqueda de emancipación histórica y conflictos de identidad.

“Mi intención fue escribir una novela de relaciones familiares, que hable de los silencios, sobre la imposibilidad de comunicarse unos con otros y de lo que nos impone la historia en tanto que también es destino. Y estos personajes sufren la historia incluso cuando ésta puede ser algo tan lejano para ellos, porque viven, entre comillas, en la periferia del mundo, en la periferia de España; se supone que viven completamente alejados de las grandes tragedias y, sin embargo, hay oleadas de esas tragedias que les tocan y les afectan profundamente, porque nadie puede escapar de la historia”, declara Del Molino.

Este grupo de individuos, los que gesta el autor en la novela, “está profundamente desquiciado porque intenta aferrarse a una identidad que es imposible de mantener. El mero título de ‘Los alemanes’ se refiere a una familia de españoles, es decir, a gente que no es alemana evidentemente. Es una historia que va mucho más sobre mi ciudad, sobre mis preocupaciones en torno a la identidad y el desarraigo”.

Sin embargo, la narración está empapada de música alemana, la que escuchan los herederos de esta historia tan mínima como universal en el trasfondo. Por ejemplo, en la narración está muy presente el ciclo de composiciones que integran el “Viaje de Invierno”, de Franz Schubert, “que habla de un paseante solitario que cruza una Europa invernal y que representa la desubicación, la intemperie, la falta de hogar que también sienten algunos de mis personajes, en parte a causa de la propia esquizofrenia de su familia, que no ha sabido adaptarse y si acaso tiene muy pocos personajes que aceptan el mundo tal y como es”.

No obstante, Del Molino está convencido de que al narrar la historia de una familia es posible dibujar la historia colectiva. “Creo que la familia es un microcosmos que permite eso. Como hacía Faulkner o García Márquez, al narrar a partir de una pequeña comunidad, puedes narrar el mundo entero, y con las familias ocurre lo mismo. Entendiendo a la familia como un sustrato histórico, como algo que se va construyendo con el tiempo, se puede contar todo un país, toda su memoria e identidad”.

Extranjeros en tierra propia

Se solicita al autor galardonado que amplíe sus reflexiones sobre identidad y culpa.

“Vivimos en un mundo donde cada vez es más importante la identidad concebida desde el punto de vista nacionalista, pero no sólo eso, sino desde la colectividad con un punto de vista religioso. Y me parece que mucha gente se va a sentir cada vez más incómoda en un mundo donde se exigen lealtades, se exige una manifestación pública de arraigo, de identificación con determinados estereotipos en los que casi nadie encaja, porque es difícil que la experiencia individual pueda reducirse a tres o cuatro rasgos. Y eso está en el fondo de esta novela. Creo que unos cuantos nos vamos a sentir cada vez más a la intemperie, no reconocidos en nuestras propias comunidades y con un sentimiento de extranjería dentro de nuestros propios países, porque no vamos a encajar con lo que se espera de nosotros. Éste es un mundo más triste, más monocromo, menos interesante, donde las expresiones individuales van a tener cada vez menos cabida”, sentencia.

Por otro lado, sobre la culpa expresa: “cuando el presidente de México dice que España debe pedir perdón, por ejemplo, o cuando se habla del debate del colonialismo, me parece que ahí la política resuelve muy mal las cosas. Cuando se intenta legislar y aportar una solución política a este tipo de cuestiones, siempre se fracasa, porque se simplifica mucho algo que es mucho más difícil de manejar. Pero considero que la literatura sí que tiene para aportar algo interesante al debate que la política no tiene, porque es de muy corto recorrido, genera mucho ruido, estimula los instintos más bajos y las pasiones más horribles, mientras que en el territorio de la literatura sí que podemos entendernos”.

Como español, declara Del Molino, “no me siento interpelado por Hernán Cortés, no siento que sea mi antepasado. En todo caso, si nos vemos como víctimas de la historia, somos víctimas de la barbarie tanto los españoles como los mexicanos. Buena parte de la pobreza, de la miseria del corazón de España, también proviene de esas pomporrutas imperiales”.

Por cierto, el término pomporruta, aún no reconocido por la RAE, es un término coloquial para referirse a un malentendido derivado de la errónea interpretación de una canción o un poema. Del Molino es un melómano consagrado.

Todas las miradas encima

La rutina del poseedor del Premio Alfaguara de Novela 2024 dio un giro contundente desde el 25 de enero. La confirmación del galardón embarcó al escritor y periodista español en una gira por toda la geografía de habla hispana que se extenderá hasta diciembre próximo, una vez concluida la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.

“Estoy en una especie de carrusel en el cual me cuesta ya saber en qué huso horario estoy. Pero es un momento dulce, evidentemente, donde me siento muy arropado, con muchos ojos pendientes de lo que hago y eso siempre crea una sensación de desasosiego en parte, porque como escritor uno está acostumbrado a estar en su cueva, encerrado. Yo siempre me he esforzado por escribir sin ningún tipo de expectativa y sin pensar en quiénes me van a leer, cómo me van a leer ni cómo van a recibir el libro. Pero ahora me resulta mucho más difícil”, comenta, y complementa:

“Con toda la hiperatención que genera el premio, me preocupa que eso afecte a mi escritura, me preocupa que afecte a esa estrategia que he ido desarrollando con los años de fingir que no te ve nadie, que no hay nadie al otro lado. Para mí ésa es la posición ideal de un escritor, porque así no te inhibes, no estás pensando en nada que no tenga que ver con el texto. Me ha funcionado bien hasta ahora y tengo dudas de que me vaya a seguir funcionando. Voy a tener que redoblar los esfuerzos para aislarme y voy a ver si con el dinero del premio y con un poquito más del de las ventas me compro una cabaña aislada en algún sitio donde no haya wifi y puedo volver a recluirme para seguir escribiendo”, concluye.

Los alemanes

Autor: Sergio del Molino

Editorial: Alfaguara

Año: 2024

Extensión: 336 páginas

Precio impreso: 349 pesos

Precio digital: 159 pesos

Estima límites en la capacidad de las IA’s

Las inteligencias artificiales, opina Del Molino, son buenas imitadoras, “saben estructurar mucho, pero en cuanto se encuentran con algo humanamente complejo, como una expresión artística, les cuesta mucho imitarlo (…) Supongo que se irán refinando y que en algún momento serán capaces de imitar rasgos de estilo, pero cuando un artista es más personal, inclasificable e impredecible, más les va a costar adaptarse. Me parece que va a ser muy difícil que una IA haga ‘Las meninas’ o la novena de Beethoven, porque son obras impredecibles, son fruto de la imperfección humana, del capricho y la exploración de todo aquello que no se puede reducir a un código”.

ricardo.quiroga@eleconomista.mx

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