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Corte de caja: las estancias infantiles, las mujeres, las infancias y los cuidados en México

En México, sólo el 3% de los menores de entre cero y seis años asisten a guarderías o estancias infantiles públicas y apenas el 1% acude a las privadas. El 96% restante recibe cuidados de sus madres, padres, abuelas o algún otro pariente.

Ilustración EE: Nayelly Tenorio

Ilustración EE: Nayelly Tenorio

En 2019 el gobierno federal anunció el cese de presupuesto para las estancias infantiles. Al menos 80% de las unidades ha cerrado sus puertas a niños y niñas por falta de recursos. En su lugar, se implementó un programa de entregas directas de dinero a las familias, aunque ahora los recursos son menores. 

¿Por qué es importante? El cierre de estancias infantiles para las mujeres, particularmente, impacta de manera directa en el ámbito laboral, educativo o de desarrollo personal. Para los infantes, por su parte, ha impactado su acceso al derecho universal de ser cuidado oportuna y adecuadamente. 

Aunque se insistió en que los apoyos "no se cancelaron, sólo se transformaron", muchas de las guarderías públicas que recibían presupuesto ya dejaron de operar y algunas familias ni siquiera tienen conocimiento del nuevo programa de entrega directa de recursos. 

Mientras algunas mujeres han tenido que dejar sus trabajos o buscar algunos de medio tiempo para cuidar a los menores, otras han tenido que dejarlos a cargo de familiares cercanos. Algunas otras que se inscribieron al nuevo programa ya reciben los recursos, pero son insuficientes para costear una guardería privada, en su lugar pagan a algún conocido para que realice las tareas de cuidado en el hogar

Las mujeres del hogar que salvan

Juan Carlos cumplió tres años en enero, su mamá es Hortensia y apenas puede verlo un par de horas al día. Casi desde que nació lo cuida su abuelita, Ana María, que con casi 80 años es su propia cuidadora, la de Juan Carlos y la de su hermana mayor, Karla. 

Karla era una de las beneficiarias de las estancias infantiles en Michoacán. Las guarderías públicas que desde 2019 no reciben presupuesto y de las que, al menos, 8 de cada 10 ya han cerrado sus puertas por falta de recursos. 

"Para mis hijos no sé si ellos notarán la diferencia, yo me imagino que sí, pero para mí es mucha. Si mi mamá no estuviera para echarles un ojo, yo no podría trabajar y ninguno de nosotros podría comer. Sí me gustaría ver más al niño, o que se despierte más viendo otros niños, pero no hay de otra", dijo Hortensia Martínez entrevistada por El Economista

Su familia es de Huandacareo, Michoacán, pero antes de que nacieran los niños se mudaron a la capital (Morelia) para buscar mejores oportunidades laborales, primero se mudó ella, recientemente se incorporó Ana María, la abuela. 

Hay que decir que Hortensia pagaba una cuota de 500 pesos mensuales en la guardería en la que Karla estuvo inscrita, pero confiesa que ese dinero no le es suficiente para costear una guardería privada para su hijo menor. Y ni siquiera sabía que había un nuevo programa de entregas directas.

Se mostró ilusionada de inscribirse en el programa, "tal vez acompleto para la guardería de Juan Carlos, sí necesito que se desarrolle más con las maestras, aprenda palabras o juegue más, y también quiero que descanse mi mamá que ya no está para cuidar niños", dijo.

Cuando el gobierno federal anunció que cerraría la llave de recursos para las estancias infantiles por "corrupción e inconsistencias", se insistió en que se levantarían estrategias de comunicación para que los beneficiarios se integraran al nuevo programa e incluso se visitarían los hogares para informar a las familias que recibían el apoyo.

La realidad es que cuatro años después todavía existen hogares, como el de Hortensia, que no tienen idea de la nueva estrategia. Y casi la totalidad de los bebés,  niños y niñas menores son cuidados dentro del hogar.

De acuerdo con la reciente publicación de Coneval, Diagnóstico y mapeo de evidencia sobre cuidado infantil en México, las guarderías públicas atienen apenas al 3% de la población objetivo (de cero a seis años) y sólo el 1% de ellos son cuidados en guarderías públicas.

El 96% restante de la población objetivo son cuidados por sus abuelas, sus mamás (sin importar si trabajan fuera de casa o no) o algún otro pariente (que probablemente también sea mujer).

Con el lente de interseccionalidad es fundamental resaltar que, si bien las mujeres son el grupo más golpeado con esta decisión de política pública, son las mujeres rurales, las mujeres pobres y las mujeres racializadas quienes han sido afectadas directamente. Las que no pueden costear guarderías y sólo tienen opción entre: cambiar sus dinámicas laborales o apoyarse de otras mujeres -igual de vulnerables- para poder trabajar.

El pro de las estancias infantiles

Este grupo de menores que asistió o asiste a alguna guardería privada o pública tiene la oportunidad de recibir cuidados de profesionales o personas certificadas en estas tareas.

Asistir a las estancias infantiles que recibían el subsidio del gobierno, además, tenía un impacto positivo en el desarrollo infantil de los menores. Poco más del 95% de los beneficiarios dijeron que tuvo un efecto positivo en el desarrollo del lenguaje del menor, en sus habilidades sociales y en su motricidad, de acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Salud Pública en su informe Resultados de la evaluación de impacto del Programa de Estancias Infantiles para Apoyar a Madres Trabajadoras.

Pero el impacto no sólo era positivo para los menores, las estancias infantiles públicas dejaban a las madres y padres una media de 34 horas libres para el trabajo remunerado, según el informe de Coneval, y 9 de cada 10 consideraban que el programa les brindaba la posibilidad de tener un empleo y por consecuencia mayores ingresos. 

Al cierre del 2021, se registraron 14 millones de menores en el grupo etario de entre cero y seis años, de los cuales 13.4 millones de infantes son cuidados por familiares o parientes en alguna de las 11,543 unidades registradas en el país (que, por cierto, también se encuentran desproporcionalmente ubicadas en las grandes ciudades).

Entre el desconocimiento, la desigualdad de género y la desigualdad económica, muchas mujeres y muchos menores resienten el golpe del cierre de las estancias infantiles. Y el impacto del nuevo programa de transferencias directas todavía es modesto.

Las transferencias directas y el costo de los cuidados

La nueva estrategia de apoyos contempla dos modalidades:

  • Padres, madres o tutores con menores de cero a cuatro años reciben un monto de 1,600 pesos bimestrales por cada niño/niña registrado
  • Padres, madres o tutores con menores de cero a seis años con alguna discapacidad reciben un monto de 3,600 pesos bimestrales por cada niño/niña registrado

Por otro lado, el Coneval estimó en su informe publicado en 2022, que una familia que tiene un integrante menor de un año puede necesitar, en promedio, 2,298 pesos mensuales para cubrir sus necesidades de cuidados, de acuerdo con estimaciones del Coneval, este gasto se mantendría fijo a lo largo de los siguientes años, aunque sería menor a medida que el menor crece.

En un sondeo, elaborado por la Profeco en 2019, se encontró que en ese tiempo el 85% de las estancias infantiles consideradas cobraban entre 1,000 y 3,500 pesos mensuales (sin contar inscripción).

Y aunque no hay cifras oficiales que reflejen la situación actual, considerando la tasa de inflación superior a 7% a escala nacional, se puede inferir que estos costos ya son superiores. Desde inicios de 2019 que se publicó el nuevo programa de entrega directa el monto no se ha reajustado, y de cualquier modo, para muchas familias el monto es insuficiente todavía para pagar una guardería o contratar a algún profresional en los cuidados

Pese a ello, es importante resaltar que si bien el impacto en el acceso al cuidado es modesto, las transferencias sí podrían estar haciendo una diferencia positiva en el nivel de ingreso de las familias más vulnerables.

Todos los requisitos e información sobre el programa se detallan en este enlace.

Economista por la Universidad Nacional Autónoma de México. Periodista especializada en género, derechos humanos, justicia social y desarrollo económico.

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