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Cuando los niños atemorizan a sus padres

El síndrome fue concebido por Vicente Garrido Genovés, psicólogo criminalista. El fenómeno consiste en un niño con importante tendencia a la violencia, incapaz de generar empatía, culpa o arrepentimiento.

Actualmente, especialistas han advertido sobre el aumento en el fenómeno de maltrato de hijos a padres, conocido como el síndrome del emperador o niño tirano . Se presenta en adolescentes de entre 11 y 17 años, incluso menos, quienes se convierten en auténticos tiranos de la casa y tienen atemorizada a la familia, que, en ocasiones, acaba fracturándose.

Sobre el tema, Lorena Polo Hernández, maestra en psicoanálisis y especialista en niños y adolescentes, aseguró que muchas veces se convierten en los jefes de la familia, tienen conductas desafiantes, pegan, amenazan, roban y agreden psicológicamente .

El Síndrome del Emperador fue concebido por Vicente Garrido Genovés, psicólogo criminalista, quien refiere que el fenómeno consiste en un niño con importante tendencia a la violencia, incapaz de generar empatía, culpa y arrepentimiento sincero sobre sus actos. En general se comporta de manera déspota hacia sus padres, de ahí el nombre.

Según datos de la Sociedad Psicoanalítica de México (SPM), en nuestro país la violencia ejercida de hijos a padres siempre ha estado presente, aunque es un fenómeno pobremente estudiado. No se cuenta con un panorama nacional sobre la violencia intrafamiliar, y menos aún para la violencia de hijo a padre . El Inegi reporta que 30.4% de las viviendas en México sufre algún tipo de maltrato.

Polo Hernández, también integrante de la SPM, explicó que el fenómeno suele presentarse en niños de clase media alta y la principal víctima suele ser la madre, y aunque no existe un cuadro clínico con esta denominación (Síndrome del Emperador o niño tirano), sí se refiere a un trastorno de oposición desafiante .

Explicó que estas conductas que tienden a ser irruptoras y violentas hacia sus progenitores, cuidadores y que se extiende a figuras de autoridad, normalmente se asocian a cuestiones familiares y en los círculos primarios (mamá y papá).

Este fenómeno se presenta principalmente en ambientes de violencia familiar, pero también con pérdidas o traumas tempranos que no fueron trabajados, padres que quieren que sus hijos sean lo que ellos no lograron, o con tendencias al narcisismo, donde el valor de los hijos es en función de lo que logran y no de lo que son, es decir, si haces algo bien, te voy a querer, si no, no .

¿Cómo detectarlo?

La especialista aseguró que la frustración y enojo son normales en cualquier niño y adolescente, incluso las conductas antisociales. Pero cuando la poca tolerancia a la frustración es recurrente y pasa en todos los espacios de la vida de un niño (casa, escuela, deportes, etcétera) y que los demás niños ya saben resolver por sí mismos, este es un signo de alarma.

Lo más recomendable es acercarse a un profesional, primero como padres, para saber por qué éstos no lograron la contención, después acercar a los niños con un psiquiatra, psicólogo o psicoanalista, dependiendo el caso, para resolver y detectar la razón de por qué sienten tanta necesidad de violentar y ser agresivos , comenta.

Polo Hernández explicó en entrevista que en nuestro país las estadísticas hablan de una afectación a 20% de la población infantil, sin embargo, los pedagogos y profesores de nivel básico están reportando que este fenómeno va en aumento .

Agregó que el crecimiento del fenómeno tiene que ver con aspectos de la sociedad, sobre todo por este sistema donde ambos padres salen a trabajar y los niños sufren un abandono involuntario.

También se trata de una percepción inflada de lo que pueden o podrían ser, los adolescentes están tendiendo a seguir estos perfiles o modelos, como el del presidente Donald Trump, con ‘grandiosidad o poder’, que hacen su voluntad sin mayores consecuencias .

La especialista hizo hincapié en la importancia de que los padres fomenten reglas coherentes que se cumplan, porque si no, entramos en el mismo circulo vicioso, si yo pido no violencia, pero yo soy violento, no tiene ningún sentido . También hacer actividades y mejorar la relación con los hijos es clave, encontrar algo en común para estrechar vínculos, para que el niño sepa que al padre le importa y no sólo es sinónimo de problemas .

Sobre este padecimiento, Polo Hernández concluyó que es necesario detectarlo a tiempo para tener soluciones de elaboración porque si no se resuelve hay una alta probabilidad de que después de la adolescencia se presenten conductas de un potencial delincuente .

nelly.toche@eleconomista.mx

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