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De cómo los medios y la publicidad refuerzan las violencias masculinas

La banalización del ejercicio periodístico en las redes sociales, las irresponsables coberturas mediáticas sobre la violencia de género, el sexismo y racismo en los comerciales, entre otros factores coadyuvan con las hegemonías machistas, opina la comunicóloga Raquel Ramírez Salgado.

En la tercera entrega de la serie Hablemos de masculinidades, la doctora Raquel Ramírez Salgado, doctora en Comunicación por la UNAM y fundadora de la Escuela Feminista de Comunicación, conversó sobre la idea del amor romántico interiorizada sobre todo por el género masculino y las razones de por qué es uno de los temas que más analizan los feminismos, puesto que, argumentó, de ahí se desencadena una serie de procesos complejos que derivan en la opresión de las mujeres.

Desde “la falacia del instinto maternal”, la obligación de una imagen deseable para los hombres, el llamado poliamor y la explotación sexual en internet disfrazada de libertad sobre el cuerpo, entre otros factores que reafirman los privilegios masculinos, así como las formas de representación “cada vez más crueles” en la pornografía a la que tienen acceso los niños y jóvenes en internet, se abordan en la entrega precedente.

Ahora bien, ¿qué papel juegan los medios en la desigualdad de género?

“El consumo mediático de las personas ha cambiado. Lo podemos encontrar en los estudios sobre audiencias que por lo regular ya no consultan la información en las plataformas de noticias sino a través de Facebook y Twitter. Esto causa que los titulares generalmente no correspondan con el contenido de las notas: se usan palabras con un tono morboso, amarillista, por la lógica de posicionar un contenido”, plantea la especialista.

Señala algunas negligencias en la cobertura mediática tradicional sobre violencia de género: los medios solemos exponer a las víctimas “de manera irresponsable” y en prácticamente nulas ocasiones ofrecemos “respuestas sobre por qué los hombres ejercen violencia sexual, por qué en la mayoría de los casos son ellos los perpetradores, por qué el abuso sexual hacia niñas y niños ha crecido en los últimos años; de tal manera que el análisis de los medios queda incompleto y es eso lo que tendríamos que estar discutiendo”.

Por si fuera poco, la generación inmediata de contenidos informativos desde la propia ciudadanía en las redes sociales ha propiciado la banalización del ejercicio periodístico, puesto que gran parte de las audiencias que participan tampoco cuenta con una educación sólida en materia de derechos humanos y perspectiva de género. Esto, dice, suma a una cultura de impunidad y de suposición y tiende a reproducir la desigualdad entre mujeres y hombres.

¿Y qué hay de la publicidad?

En 2019 Ramírez Salgado publicó un estudio en colaboración con el Instituto Federal de Telecomunicaciones sobre las características de la publicidad en México. Las conclusiones, menciona a grandísimos rasgos, es que es altamente sexista, clasista y racista.

En una muestra de 200 comerciales, los hombres solamente aparecen en dos asumiendo el rol de cuidadores y en uno de detergente un hombre habla sobre trabajo doméstico, mientras que en el resto de la publicidad analizada los varones son representados como “conquistadores”.

“La mayoría de las personas que aparecen en los comerciales son mujeres y se les representa arbitrariamente en el rol de ama de casa, de cuidadora. Otro estereotipo sexista es de objeto sexual, con una estética hegemónica”, dice, y explica que el mensaje de mercado es que las mujeres deben ser deseables para los hombres.

“La publicidad feminista no existe. El feminismo tiene un componente importantísimo anticapitalista para poder funcionar. Y sabemos cuáles son las intenciones de la publicidad. Sin embargo, sí se puede lograr algo importante en términos de representación: la aportación de la publicidad puede ser desde lo referencial, es decir, que haya más hombres desempeñando actividades de cuidado. Es un ejemplo, pero ese análisis se puede replicar en los medios de comunicación”, propone.

No basta con que los hombres puedan llorar

Ramírez Salgado está convencida de que si queremos erradicar la violencia en nuestro país, sobre todo la generada por los grupos criminales, no hay vía más que desmontar la idea actual de masculinidad como una noción de dominación.

“Hay un elemento importante sobre cómo se conectan los hombres con el crimen organizado. Si no comprendemos este vínculo íntimo y cómo operan los sistemas de representación machista y misógina, nos estamos perdiendo la mitad de la película. Yo no creo en la idea de las nuevas masculinidades porque a veces solo se vuelcan a que los hombres puedan llorar. Sí, por supuesto que tienen todo el derecho de llorar, pero eso no nos está ayudando a transformar las cosas. Hay que tomar acciones más contundentes, profundas y radicales. Y por radicales quiero decir que hay que ir a la raíz del problema”.

Plantea un camino: pensar que todas las personas podemos ser femeninas y masculinas. Por ejemplo, que un hombre acepte la sensibilidad y tenga capacidad de cuidar y una mujer asuma el derecho de ser libre, fuerte y autónoma. “Lo que tenemos que reivindicar son los valores humanos femeninos y masculinos. Lo que tenemos que desmontar son los pseudovalores. Ese es el meollo del asunto”.

La banalización del ejercicio periodístico en las redes sociales, las irresponsables coberturas mediáticas sobre la violencia de género, el sexismo y racismo en los comerciales, entre otros factores, coadyuvan con las hegemonías machistas, opina la doctora en Comunicación por la UNAM Raquel Ramírez Salgado.

ricardo.quiroga@eleconomista.mx

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