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Derroteros del sector cultural ante el cambio de gobierno
Ante todas las promesas de campaña, la pregunta deberá ser ¿y cómo las van a llevar a cabo?, señala Carlos Lara. Por su parte, Eduardo Cruz indica que es preciso cambiar el chip y dejar de pensar en que toda la vida cultural depende del Estado; “El problema es que se insiste con el modelo asistencial”, coinciden especialistas
En materia cultural, las dos principales candidatas a la presidencia de la República han cristalizado, aunque sin ahondar en detalles políticos y presupuestales, las propuestas de cultura como parte de sus proyectos electorales.
La semana pasada, en un encuentro con la comunidad científica, cultural y de la Academia, la candidata Xóchitl Gálvez Ruiz presentó seis puntos sobre cultura en los que pondrá especial énfasis, en caso de resultar electa. Entre ellos, mencionó que buscará incrementar el presupuesto para la cultura e impulsará un proyecto para el otorgamiento del “mayor número de becas en la historia del país para estudiantes de arte, artistas emergentes, creadores y agentes culturales”.
Asimismo, la candidata panista proyectó el impulso de más estímulos fiscales para fomentar el libro, la lectura y los museos y, finalmente, se comprometió a dedicar mil millones de pesos anuales para los programas de cultura en los municipios.
Por su parte, la candidata morenista, Claudia Sheinbaum Pardo, durante su discurso de lanzamiento de campaña, el pasado 2 de marzo, presentó cinco puntos de visión adyacentes a la cultura. Entre ellos, se dijo dispuesta a dar seguimiento a la regularización de la seguridad social para las personas trabajadoras de la cultura.
En el campo editorial, Sheinbaum Pardo señaló que, en caso de ganar, mantendrá la visión sobre los libros de texto gratuitos y la Nueva Escuela Mexicana, y también sostendrá la postura del Estado para editar libros a bajo costo a través del Fondo de Cultura Económica.
Al respecto, este diario conversa con dos especialistas en legislación, política y economía cultural: Carlos Lara G., doctor en Derecho de la Cultura y fundador de Artículo 27, y Eduardo Cruz Vázquez, periodista y articulista especializado en políticas y gestión cultural, además de coordinador del Grupo de Reflexión sobre Economía y Cultura (GRECU).
“No queríamos una dependencia para estancar”
“Lo que está en juego aquí es la palabra, el crédito o descrédito que pueda tener una propuesta”, comenta Carlos Lara y ahonda: “en el caso de la candidata de Morena, todo lo que diga puede responderse con una pregunta: ¿y por qué no hicieron? Si prometen más presupuesto a la cultura, ¿por qué lo estancaron? Si anticipan la descentralización, ¿por qué centralizaron?”.
En 2011, menciona Lara, la actriz y entonces legisladora María Rojo presentó una iniciativa sobre la seguridad social para los trabajadores de la cultura. Sin embargo, ésta finalmente no procedió. Al respecto, el entrevistado menciona:
“La echamos abajo por improcedente. Pero es la misma que retomó Susana Harp (presidenta de la Comisión de Cultura en el Senado) creyendo que nadie se iba acordar. Ni ella misma se acordó que ella levantó la mano y votó a favor de la desaparición de los fideicomisos. ¿Cómo viene, entonces, a presentar una iniciativa que requiere un fideicomiso?”.
La iniciativa presentada por Harp para reformar el capítulo XI de la Ley Federal del Trabajo, particularmente para ampliar la noción del universo comprendido por las personas trabajadoras de la cultura, evalúa Lara, “no soluciona nada, es un papel mojado, pero como nadie entiende del tema, entonces, se la compran. Pero, cuando tuvieron todo para hacer una política pública, no lo hicieron”.
“Ahí estriba la diferencia. Los que peleamos durante años por tener una Secretaría de Cultura, no queríamos una dependencia para estancar, reducir y centralizar el presupuesto. No queríamos una secretaría para ser una repetidora de las ocurrencias presidenciales. No queríamos una secretaría para llenar los medios públicos de propagandistas”, dice Lara.
Explicar el “cómo” es esencial, señala, dado que los anuncios de proyectos culturales sin planeación presupuestal y transversal son palabras al viento. “Es su obligación”.
Agrega que el modelo asistencial que han asumido los gobiernos de izquierda en Iberoamérica, es solamente una visión paliativa sin efectos de fondo. Aunque, también es uno de los puntos propuestos por la candidata Gálvez.
“El problema es que se insiste con el modelo asistencial. Toda la izquierda latinoamericana emplea un modelo asistencial para todo, para la pobreza extrema, para las personas desempleadas, para los artistas. Pero eso es simplemente una pastilla, es solamente coyuntural. Eso no los va a sacar adelante. Está demostrado que el asistencialismo no ayuda y, al contrario, perjudica, porque baja el techo (del sector productivo cultural) cuando hace creer que le estás subiendo el piso”.
“Es preciso cambiar el chip”
Por su parte, Eduardo Cruz Vázquez advierte que la 4T es heredera un sector cultural muy debilitado, que viene acumulando muchos años de deterioro por dos factores centrales: uno, la falta de modernización de la administración pública y la incapacidad de reingeniería para orientar la operación de las instituciones culturales y dos, el rezago histórico de los recursos asignados para el funcionamiento de esas instituciones.
Para el especialista, este momento será “revelador” para el sector cultural, y más allá de pesimismos, será la oportunidad de realizar un cambio histórico en la política cultural para transitar de un paradigma de “garantía de derechos” (que en la práctica no se cumple) a un paradigma de desarrollo, que genere empleos, ingresos y condiciones laborales dignas para los creadores y creadoras y para quienes trabajan en empresas culturales.
Para ilustrar el momento auspicioso que esboza Cruz Vázquez, vale remitirse a una frase extraída de su libro de reciente publicación, “Vislumbres del sector cultural” (2023), donde señala que la secretaria de Cultura, Alejandra Frausto, va a heredar “un conjunto de vestigios institucionales dignos de la envidiable labor de los arqueólogos forenses del sector cultural”.
Y añade: “quien encabece el aparato institucional con la próxima presidenta de la República, encontrará tan despejado el paisaje, que la reconversión de la política cultural y de los organismos para encauzarla augura, desde este momento, toda una revelación”.
Por ello insiste en que es preciso cambiar el chip y dejar de pensar en que toda la vida cultural depende del Estado y, en consecuencia, plantear una reforma cultural profunda.
“La gente sigue pensando en la cultura como en la intervención del Estado en la vida cultural y las expresiones artísticas, pero la vida del sector no depende de las instituciones culturales, la vida cultural del país se mueve a través del mercado”, señala Cruz Vázquez.
Vía telefónica, Cruz Vázquez detalla algunas propuestas que el denominado “búnker de campaña del sector cultural del Grecu” ha expresado frente al proceso electoral como parte de la agenda 2024-2030.
Como parte central del tránsito hacia un nuevo modelo que permita mayor desarrollo y crecimiento del sector el Grecu plantea en voz alta reconsiderar si la actual Secretaría de Cultural, con ese diseño institucional, es funcional para enfrentar el desafío y las necesidades, o si debiera pensarse en un “Sistema Nacional de Desarrollo Cultural que podría ser una ventana de oportunidad para conciliar las políticas públicas, privadas y sociales; un sistema basado en la creación, sustentabilidad, relaciones bioculturales y la dignificación del trabajo creativo, educativo, científico y humanista”.
“Hay vida más allá de la Secretaría de Cultura”, precisa Cruz. Se trata de generar un nuevo sistema transversal donde las políticas culturales interactúen con la iniciativa social y privada, con mecanismos transparentes y eficaces -incluso estimular la creación de una Cámara Nacional del Sector Cultural- que permitan la generación de una verdadera economía cultural.
El GRECU propone seis puntos
1. Hace falta revisar el papel del Estado en el sector cultural.
2. Una agenda fiscal que incida en la productividad económica de la intervención del Estado en la economía y el mercado cultural.
3. Evaluar la posibilidad de un Sistema Nacional de Desarrollo Cultural.
4. Estimular la creación de una Cámara Nacional del Sector Cultural.
5. Armonización de la Ley Federal del Trabajo con el sector cultura.
6. Revisión del marco jurídico de las ONG’s de carácter cultural.
“La gente sigue pensando en la cultura como en la intervención del Estado en la vida cultural y las expresiones artísticas, pero la vida del sector no depende de las instituciones culturales, la vida cultural del país se mueve a través del mercado”, Eduardo Cruz Vázquez
Con información de J. Francisco De Anda Corral