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Descuentos en libros del FCE crean competencia dispar: RELI

La respuesta no es eliminar las rebajas en títulos, reconoce la presidenta de la Red de Librerías Independientes, sino que el Fondo de Cultura Económica haga extensivas estas reducciones a los libreros con los que tiene convenios, de manera que la competencia sea más pareja; sostendrán diálogo para analizar precios en libros, asegura.

El fin de semana, la Red de Librerías Independientes (RELI) publicó una carta remitida al director del Fondo de Cultura Económica (FCE), Paco Ignacio Taibo II, para expresar la preocupación de parte del gremio de libreros independientes sobre las ventas de descuento organizadas periódicamente por la editorial paraestatal.

“Si bien celebramos cualquier iniciativa que promueva el acceso a la lectura y a la difusión cultural, creemos firmemente que estos beneficios deberían ser equitativos y extensivos a los lectores de todas las librerías del país y no solo a aquellos que pueden acudir a las administradas por el Estado”, declara la RELI.

El asunto es que gran parte de los libreros independientes no están en condiciones de reducir sus precios sin comprometer la viabilidad de sus negocios, y esto vulnera de nueva cuenta a este bastión de la cadena productiva del libro, dado que abona a la desigualdad de circunstancias, en este caso, frente a una gran cadena de librerías que se sostiene con presupuesto del Estado.

Imposible competir con descuentos

En entrevista, la presidenta de la red, la librera Claudia Bautista, comenta que no es atípico que este tipo de iniciativas por parte de las librerías, no solamente las del Estado, sino otras grandes cadenas y negocios en línea, lancen ofertas de todo tipo, incluso de hasta el 70% de descuento en los libros. Lo preocupante, comenta, es que cada vez es más común y estos descuentos son inviables para los pequeños libreros.

“Estas ventas llevan haciéndose por mucho tiempo. Varias veces al año se hacen remates, ventas nocturnas o especiales. Todo esto se suma a una preocupación que se ha vuelto más fuerte en los últimos dos años. Para nosotros, estos descuentos son muy escandalosos, pero para otras personas son llamativos”, dice Bautista.

La preocupación entre los libreros independientes comenzó a crecer, comparte la presidenta de la RELI, “porque para aquellos con acuerdos con el FCE, tenemos ese 40% de margen de ganancia, mientras que para muchos más es imposible acceder a un crédito o consignación del Fondo. El problema aquí es que las librerías independientes no están en posibilidad de ofrecer descuentos tan llamativos dado que éstas no se ven beneficiadas por reducciones similares para libros en consignación desde los sellos editoriales. Es decir, competir a través del descuento sería competir de una manera poco inteligente. Incluso con un 20%, muchas librerías se quedarían con un 15% de ganancia, y eso no alcanza ni a cubrir otros gastos, como los envíos en algunas ocasiones o los temas básicos de operación”.

Desde el FCE, dispuestos a escuchar

El Economista consultó al FCE su postura a partir del comunicado publicado por la RELI. De esta manera, el personal de Comunicación del sello compartió que el director y su equipo estaban enterados de la declaración de los libreros independientes y han hecho una solicitud de reunión con éstos para conversar sobre el asunto, situación que confirmó la presidenta de la Red. La reunión muy probablemente sucederá la próxima semana. Sólo entonces, se dijo, el FCE se pronunciará al respecto.

“Hasta ahora, la dirección del FCE ha sido receptiva con el mensaje. La respuesta que recibimos es que quieren escuchar”, reconoce Bautista, y añade: “Hemos estado pensando en qué solicitar, cómo expresarnos, porque no queremos asumir la postura de quitar los descuentos; eso sería lesivo para las economías de las familias. Lo que queremos es que no extiendan los descuentos para no quedar tan afectados”.

Y es que parece hasta cierto punto contradictorio que dos jugadores de la cadena productiva del libro que se han expresado, cada uno a su manera, contra las políticas de precios de los libros por parte de los grandes sellos o las grandes cadenas de librerías, se vean enfrentadas por el mismo tema. Se trata de dos bastiones que abogan por lo mismo: menor concentración del mercado en unos cuantos, acceso para los libros en muchos más puntos de venta y a precios accesibles.

Una ley históricamente estéril

El trasfondo sobre el conflicto del precio de los libros es amplio y variopinto. En eso coincide la presidenta de la Red. Son distintas las causas que han extrapolado algunos puntos de vista sobre el mercado editorial.

En primer plano, sin duda, está un deficiente trabajo legislativo histórico, o al menos en las últimas décadas, sobre el mercado del libro. Por ejemplo, con su creación en 2008, la Ley de Fomento para la Lectura y el Libro estuvo acompañada de someras regulaciones sobre el precio único de libros que ordenaba el establecimiento de un precio fijado por el editor que debía respetarse en todos los puntos de venta dentro de los primeros 18 meses después de que un título fuera importado o editado en México.

Sin embargo, en esa primera versión, no se designó autoridad alguna encargada de revisar que dicha orden se acatara en todo el territorio y de sancionar en caso de incumplimiento. Si acaso, aquella primera versión de la ley ordenó la conformación de un Consejo Nacional de Fomento para la Lectura y el Libro, integrado por autoridades de la Caniem, del entonces Conaculta y de la SEP, entre otros, y se le adjudicó la responsabilidad de generar una base de datos pública y actualizada con los precios únicos de cada título. Sin embargo, dicho consejo rara vez fue convocado y ha quedado en el olvido del papel.

No fue sino hasta noviembre de 2023 que esta valoración del precio único de los libros se extendió a 36 meses y, finalmente, se designó a la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) como encargada de la vigilancia y sanción. Sin embargo, como declaró la presidenta de la RELI a este medio en abril pasado, las recientes reformas a la ley han sido inoperantes, como en el pasado.

En otras palabras, desde su origen, la Ley de Fomento para la Lectura y el Libro ha sido estéril e incluso ambigua en muchos de sus aspectos.

Trabajo por hacer, aún hay mucho. Otro de los temas que deberá considerarse para integrar a dicha ley, y uno de los temas que urgieron durante la pandemia, es la exención del cobro del IVA a librerías, la cual, por cierto, fue uno de los objetivos en materia cultural que planteó Claudia Sheinbaum Pardo, virtual presidenta electa, durante su campaña.

Un caso similar en la región

Por otro lado, Claudia Bautista se apoya en ejemplos de otros países de la región para proponer ejemplos de buenas prácticas en el mercado del libro y regulaciones que pueden ser viables en el país. Concretamente, pone el ejemplo de Argentina donde, por cierto, también  hay filiales del Fondo de Cultura Económica.

“Por la Ley de Defensa de la Actividad Librera, que así se llama en Argentina, donde el FCE también tiene una presencia relevante, las ventas de descuento no se dan tan fácil. En Argentina, el Fondo cuando va a hacer ventas especiales está obligado a notificar a los libreros con anticipación, debe indicarles la magnitud del descuento, la duración de la venta especial y está obligado a respetar el margen de ganancia de los libreros, de manera que debe absorber el descuento como Fondo. Se tiene que notificar cualquier descuento para que todos lo apliquen al mismo tiempo. Así funciona la regulación del precio único allá, y sería ideal para el mercado mexicano. Aunque, claro, por esta misma regulación, los descuentos en Argentina tampoco son tan grandes, me parece que por ley no puede ser más del 10 por ciento”.

En México, propone la presidenta de la RELI, se podría involucrar a la Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece) como mediadora y reguladora de una política de descuentos extensiva, al menos para los descuentos planteados por el Fondo de Cultura Económica. Resta por conocer los acuerdos a los que se llegue en la reunión de los próximos días.

Fechas difíciles para los libreros

De acuerdo con los números históricos de mercado, el trimestre de julio a septiembre son días buenos para el sector de libros educativos, en vísperas del regreso a clases. No obstante, comparte la presidenta de la RELI, septiembre es el mes más difícil para las librerías, sobre todo las independientes, “porque todos los padres ya gastaron en útiles, colegiaturas e inscripciones, entonces, la venta baja muchísimo”.

Desde el FCE se ha colocado en la misma balanza a todos los participantes de la cadena del libro, sin saber que hay participantes muy grandes, con los que el Fondo tiene enfrentamientos, pero también hay actores muy pequeños que incluso entrarían en ese ámbito que pondera el gobierno, el de primero los pobres. Y también dentro de este sector hay población muy vulnerable. Pero todos fuimos colocados dentro de la misma bolsa de los aristócratas, los malos, los que están en contra del pueblo”,

Claudia Bautista, presidenta de la RELI

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ricardo.quiroga@eleconomista.mx

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