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Ecos en Japón del poeta del silencio
Las obras y el lenguaje visual de Barragán encontraron una gran aceptación dentro de las más exigentes y sofisticadas élites intelectuales y académicas de Japón.

En celebración del 110 aniversario del natalicio de Luis Barragán (Guadalajara, 9 de marzo de 1902) y conmemoración de 24 años de su muerte (ciudad de México, 22 de noviembre de 1988), revisamos el legado arquitectónico de este maestro, quien sigue siendo uno de los más apreciados y estudiados entre académicos, diseñadores, arquitectos y artistas de Japón. Su lenguaje visual y poético ha influido a diseñadores de moda, directores de cine o artistas. Su dialéctica visual y conceptualización estética del espacio, lo aproximan al lenguaje estético de Japón, creando una plataforma común de diálogo y entendimiento, que es poco común encontrar con otros artistas o arquitectos.
Lo más sorprendente, es que el maestro nunca tuvo oportunidad de viajar físicamente por Asia; sus vivencias y experiencias del Oriente las recibió por medio de libros, grabados, fotografías, postales y más que nada, por ávidas conversaciones con amigos y conocidos, quienes abrieron la cortina de un mundo flotante, lleno de rincones secretos, escondiendo experiencias únicas, destinadas a permanecer dormidas en las repisas enclaustradas de su biblioteca personal.
ADAPTACIÓN ESTÉTICA
Japón, con la particularidad de ser un conjunto de islas, ha tenido períodos de su historia en los que se ha aislado del mundo, voluntaria o involuntariamente. Es en esta soledad donde Japón ha concebido su esencia, derivada de una lucha diaria por ordenar y controlar a las fuerzas naturales, trabajando diariamente en comunidad para conseguir este balance temporal del hombre con la naturaleza.
Esta labor diaria, con el paso de los siglos, ha tejido una delicada red de relaciones y valores, que han consolidado una dialéctica estética muy particular, única de Japón.
Las ideas o conceptos, así como los objetos, son dramáticamente adaptados, transformados y mejorados, convirtiéndose en objetos o conceptos japoneses, resultado de una implementación única. Esta es la gran cualidad de Japón; el implementar una dialéctica estética única, que lo hace ser diferente en Asia.
Es con esta particular percepción estética, como se explica que las obras y el lenguaje visual de Barragán hayan encontrado una gran aceptación dentro de las más exigentes y sofisticadas élites intelectuales y académicas de del país.
Barragán era prácticamente desconocido en la escena internacional, salvo círculos muy limitados de amistades, principalmente en Estados Unidos.
Fue hasta 1976 cuando el Museo de Arte Moderno de Nueva York llevó a cabo la primera exposición retrospectiva de la obra de Luis Barragán, abriéndole la puerta del escenario internacional.
Como resultado de esta vanguardista exhibición, se concretó uno de los más afortunados encuentros personales de Barragán; el de Yukio Futagawa. Este fotógrafo y editor de la publicación Global Architecture, quién motivado por conversaciones con Emilio Ambasz y por las imágenes tan evocativas de los espacios de Barragán, decide establecer contacto con este último con el fin de visitar personalmente su obra en México. Según relata el fotografo, fue tal el impacto al visitar la casa de este arquitecto en la calle de General Francisco Ramírez, que le solicitó a Barragán permanecer unos días contemplando la casa con el fin de entender su magia, para estar en posibilidad de fotografiarla.
Años después, el mismo Futagawa recuerda la profunda experiencia de este primer contacto con la casa, derivado del inusitado descubrimiento en estos espacios de los conceptos estéticos japoneses más característicos: el wabi y el sabi. Gracias a la gran empatía con esta casa, la publicación especial de la obra de Barragán, editada en 1979, sorprende por el extenso uso de fotos en blanco y negro, y la presencia de muchos detalles arquitectónicos, donde después de entender la dinámica espacial de esta obra maestra, la altera sutilmente para tomar la foto, brindándole un toque personal a esta publicación (la foto de la silla del vestíbulo es el ejemplo más interesante).
A menos de un año de la publicación de la obra de Barragán en Japón, se anuncia a este arquitecto como el ganador del premio más importante de arquitectura en 1980, el Premio Pritzker. Con esta afortunada secuela de hechos, el nombre de Luis Barragán empieza a ser conocido y apreciado en Japón, motivando la proliferación de numerosos artículos en revistas especializadas de arquitectura y diseño japonesas.
Durante los 80, hubo un gran interés por la obra de Barragán, pero la información sobre su obra era sumamente escasa en Japón. Un grupo de arquitectos y diseñadores, motivados por la leyenda en torno del mexicano, realizan viajes a México para, además de conocer al maestro, visitar estas obras con la finalidad de sentir la magia de los espacios de Barragán.
Dentro de estos viajeros japoneses estuvo Yutaka Saito, quién identificándose con la formación autodidacta de Barragán, va a la búsqueda de las raíces e influencias de este arquitecto. Sorprendido por la falta de información y escaso material visual de la obra de este maestro en japonés, decidió realizar un libro compresivo de toda su obra. En 1992 se publica en Japón este libro, llevando a cabo de manera paralela, la primera exposición de Barragán en Japón en la galería MA de Tokio, en octubre de 1992.
Esta muestra es la que finalmente consolida y difunde la obra de Barragán en Japón, generando una gran expectativa y curiosidad dentro de las elites intelectuales, artísticas y académicas.