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El consumo de cultura virtual desfavoreció a museos y artes escénicas: UNAM
Las visitas virtuales a exposiciones, teatro y danza no pegaron, revela encuesta de Cultura UNAM; hay un desfase entre el interés cultural de los jóvenes y lo que difundimos, reflexionan especialistas en antropología y sociología.
La Coordinación de Difusión Cultural de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) presentó este jueves los resultados de la Encuesta Nacional sobre Hábitos de Consumo Cultural 2020 para ofrecer un panorama sobre la forma en que ha cambiado el consumo de cultura por la irrupción de la pandemia y, con ella, el confinamiento y la imposibilidad de actividades presenciales.
Presentado por Juan Meliá, director de Teatro UNAM, el trabajo se aplicó a 8,780 personas alcanzadas vía remota a partir de las bases de datos y redes sociales de las distintas direcciones de la coordinación, quienes respondieron más de 30 preguntas que se dividieron en seis diferentes bloques.
Las posibilidades de lecturas cruzadas de los datos resultantes son vastas y es posible consultarlas en línea. Destaca lo siguiente:
A la pregunta sobre las principales actividades culturales realizadas durante el tiempo libre antes del confinamiento las respuestas frecuentes fueron: ir al cine (69.7%), visitar museos (52.7%), asistir a conciertos (32.2%) e ir a librerías (25.9%).
En cambio, el cuestionario enfocado en los hábitos y actividades durante la pandemia y el confinamiento arrojó resultados diametralmente distintos.
Ver teatro, recorrer museos y ver funciones escénicas en línea fueron las actividades menos realizadas. El 67.7% de los encuestados admitió no haber prestado el mínimo de tiempo al teatro en la virtualidad. El 64.9% reconoció no haber consumido museos la oferta de los museos en línea, contrario a lo que sucedía antes de la pandemia, cuando los museos en lo presencial representaban uno de los principales atractivos. Finalmente, el 61.6% prefirió no apreciar presentaciones de danza de manera digital.
En contraste, las actividades que más captaron el tiempo de los consultados fueron ver películas o series: 37.3% dedicó entre dos y cinco horas, mientras que 24.1%, más de cinco horas a la semana; y consultar las redes sociales, puesto que 52.4% dedicó entre una y cinco horas a la semana, mientras que el 14.2% se concentró en ellas más de 10 horas.
A la pregunta sobre qué actividades interesan al público encuestado que se pongan a disposición de manera presencial durante los próximos meses, el 76.5% respondió que apreciaría el retomen las exposiciones de arte o visitas a museos; el 68.7% también optó por las proyecciones de cine; el 66.5% eligió las obras de teatro y el 65.4% los cursos y talleres.
Especialistas reflexionan
La investigadora Cinthya García Leyva, directora de Casa del Lago, reflexionó que entre más orgánica sea la relación de los dispositivos con el tipo de proyecto cultural, por ejemplo, el cine, la música y la fotografía, resulta más fácil captar públicos en la virtualidad. Es el caso contrario de las artes escénicas e incluso visuales, puesto que para ellas el cuerpo está acostumbrado a relacionarse en el espacio público, por lo que el plano virtual las pone en jaque.
Si tenemos en mente que el público joven conectado está acostumbrado a un contenido de aceleración y volatilidad, (los promotores de la cultura) podemos entender por dónde irnos cuando hacemos stories, tuits, lives, etcétera. La tendencia tiende a la brevedad”.
La socióloga Julia Isabel Flores Dávila, del Instituto del Instituto de Investigaciones Sociales de la máxima casa de estudios, concluyó que “la información sobre cultura en general no solo es escasa sino que reproduce preferentemente los discursos de las elites. En los medios circula información sobre la llamada alta cultura, que se presenta como una aspiración o un ideal a alcanzar (…) todo esto no le dice a los jóvenes absolutamente nada. Su visión de cultura no es esta. No identifican su vida, sus intereses y gustos con aquella que se presenta como alta cultura”.
Por esa razón, añadió, este sector prefiere invertir tiempo y dinero en plataformas y servicios como Netflix o Amazon, que le permiten construir experiencias personalizadas, con las que se puede identificar.
El antropólogo Eduardo Nivón Bolán, por su parte, opinó que “se han incrementado y diversificado los consumos culturales en tanto que ha ocurrido un derrumbamiento del tipo tradicional de oferta cultural que difícilmente se va a recuperar”.
Sin embargo, mencionó, “la experiencia sensual, sensorial y afectiva” de acudir a un centro cultural no ha sido fácil de reemplazar por las opciones digitales, lo cual permite dibujar los límites de la expansión de la oferta cultural en la virtualidad, que no podrá abarcar todas las expresiones culturales.
“Se dice que los públicos suponen la convivencia de los diversos, de los desconocidos unidos por la circulación de un discurso, pero, ¿qué tanto ocurre esto bajo las condiciones de consumo doméstico?”, cuestionó finalmente.
La encuesta se aplicó entre el 9 y el 20 de octubre de 2020 a través de las bases de datos y redes de públicos fidelizados de las direcciones artísticas de Cultura UNAM y de instancias públicas e independientes del país.