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El efecto Julio Cortázar a 40 años de su partida
El autor de cuentos, novelas y poemas fundamentales de la literatura en nuestra lengua, también fue un prolífico escritor de cartas; las escribió hasta sus últimos días. “El ser humano más impresionante que he tenido la suerte de conocer”, escribió García Márquez; ha sido una gran influencia para los autores de nuevas generaciones.
El 13 de febrero de 1984, los diarios del mundo, particularmente los de habla española, tanto en la península ibérica como en América Latina, amanecieron con la terrible noticia sobre el fallecimiento del novelista, cuentista, poeta y traductor argentino Julio Cortázar a los 69 años, en París, Francia.
El autor de obras como “Bestiario” (1951), su primer libro de cuentos, en el que se incluyó el emblemático “Casa tomada”; “Historias de cronopios y famas” (1962), con historias tan desconcertantes como enternecedoras, como “Conducta en los velorios” e “Instrucciones para entender tres pinturas famosas”, o la llamada novela total, “Rayuela” (1963), una de las fundamentales del Boom latinoamericano, además fue un prolífico escritor de correspondencia remitida a personas cercanas, colegas y grandes figuras de la literatura universal, con textos manuscritos o mecanografiados.
"Odio las cartas literarias, cuidadosamente preparadas, copiadas y vueltas a copiar; yo me siento a la máquina y dejo correr el vasto río de los pensamientos y los afectos", se dice que dijo el autor en 1942 y cuya reflexión sirve como introducción para la serie antológica sobre la correspondencia del autor, con cinco volúmenes que la editorial Alfaguara presentó en una versión ampliada en 2012 (a partir de una primera publicación más corta del 2000). Se trata de más de mil cartas firmadas por Cortázar entre 1955 y el fatal 1984.
La última misiva que escribió el argentino, o al menos la última publicada, está fechada el 20 de enero de 1984, no mucho más de 20 días antes de su muerte, y se dirigía a la editora Felisa Ramos. En ella, el autor acusaba de recibo sobre “las pruebas de ‘Rayuela’”, se piensa que muy probablemente eran las pruebas preparatorias para la edición especial por el 20 aniversario de su poliédrica novela, a publicarse al año siguiente. Aunque la respuesta de Cortázar no fue del todo alentadora.
“Querida Felisa: Realmente me hiciste llegar las pruebas de Rayuela en muy mal momento. No es culpa tuya, por supuesto, y tampoco mía. Sigo muy enfermo, pasando por laboratorios y hospitales a fin de que me encuentren por fin lo que tengo (ahora se supone que es una cuestión histamínica al nivel del estómago, aunque ve tú a saber qué será eso)”.
Hacia el cierre de esa misiva, Cortázar explicaba que le sería imposible hacer una revisión meticulosa de las erratas internas y legaba su confianza a “algún ángel alfaguareño” dispuesto a la labor. Se despidió así: “Hasta siempre, Felisa, con todo el afecto de tu maltrecho Julio Cortázar”.
El autor, nacido en Bruselas el 26 de agosto de 1914, pereció a los 69 años en el nosocomio de Saint Lazare, en el centro de París, después de permanecer una decena de días en hospitalización. Sus restos rreposan en el cementerio parisino de Montparnasse.
“Lograba seducir por su elocuencia”: Gabo
El trabajo literario del “cronopio mayor” ha sido fundamental y en muchas ocasiones el principal detonador de la vocación literaria de autoras y autores en español.
El propio Gabriel García Márquez dedicó algunos textos y declaraciones al referido. En un texto escrito después de la noticia de la muerte del argentino, Gabo evocó una noche de encuentro con Cortázar y Carlos Fuentes durante un viaje en tren de París a Praga.
“En privado, como en el tren de Praga, lograba seducir por su elocuencia, por su erudición viva, por su memoria milimétrica, por su humor peligroso, por todo lo que hizo de él un intelectual de los grandes en el buen sentido de otros tiempos. En público, a pesar de su reticencia a convertirse en un espectáculo, fascinaba al auditorio con una presencia ineludible que tenía algo de sobrenatural, al mismo tiempo tierna y extraña. En ambos casos fue el ser humano más impresionante que he tenido la suerte de conocer”, refirió el Nobel de Literatura 1982.
La autora argentina Samanta Schweblin, ganadora del Premio Casa de las Américas 2008 y del Premio Juan Rulfo 2012, entre otros, ha reconocido en distintas ocasiones la influencia del gran cronopio en su obra. Durante una entrevista de 2018 para la Revista de la Universidad de México, Schweblin declaró:
“Está la tradición del fantástico rioplatense, de Adolfo Bioy Casares, Julio Cortázar, Antonio Di Benedetto, Felisberto Hernández. Seré un mix de todo eso, y de cada uno adoro distintas cosas. Qué bueno que se puedan elegir los maestros, y que uno pueda leerlos una y otra vez, y dejarse influenciar cada vez de un modo diferente”.
Otro de los autores vivos profundamente cautivados por la obra cortazariana es el mexicano Mauricio Montiel Figueiras, quien reconoce que la obra de Cortázar fue un revulsivo en su vida durante la adolescencia, particularmente a partir de la lectura del cuento “Continuidad de los parques”, publicado originalmente en la segunda edición de “Final del juego” (Editorial Sudamericana, 1964).
“Con este relato absolutamente genial de apenas una página y media comenzó no sólo mi pasión por la obra de Julio Cortázar, sino mi interés por adentrarme en la literatura latinoamericana. Tenía dieciocho años y hasta entonces sólo había leído narrativa de misterio y terror”, declaró Montiel Figueiras y añadió que incluso su libro “Ciudad tomada” (Almadía, 2013) es desde el título un homenaje al autor.
Los anteriores integran solamente un puñado de plumas que han celebrado la influencia del autor argentino en su literatura, pero también ha sido influencia de cineastas y artistas.
El Cortázar fundamental
- Bestiario (1951)
- Final del juego (1956)
- Historias de cronopios y famas (1962)
- Rayuela (1963)
- Todos los fuegos el fuego (1966)
- Último round (1969)
- Octaedro (1974)
- Los autonautas de la cosmopista (1983) (con Carol Dunlop)
Las frases
“No puedo explicarme mi vida como lector y escritor sin los cuentos del escritor argentino, que me mostró cuán delgada es la pared que divide nuestra realidad de otros mundos”, Mauricio Montiel Figueiras, escritor.
“Una de las luces más potentes y uno de los faros más visibles de la literatura latinoamericana. Escribió lo imposible, lo impensable, lo insólito y lo fantástico, como un niño se come un dulce”, Gerardo Kleinburg, escritor y crítico musical.