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Arte e Ideas

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El monumento olvidado a la Conquista de México

La pieza alude al Paseo del Pendón, una procesión que conmemoraba la victoria de los españoles.

Un monumento a la Conquista de México se oculta entre los miles de feligreses y puestos que abundan afuera de la iglesia de San Judas Tadeo cada mes, junto a Paseo de la Reforma.

Se trata de una columna de piedra de poco más de 2 metros de alto, llamada “Blasón de la Conquista”, con un escudo donde está retratado el emperador azteca tlatoani Moctezuma II.

La pieza conmemora el Paseo del Pendón, una tradición que se mantuvo durante 300 años en la Nueva España, que servía para recordar la caída de Tenochtitlan, ocurrida el 13 de agosto de 1521.

Los antecedentes de su edificación, en lo que hoy es el 103 de la Avenida Hidalgo esquina con la Calle Zarco, datan del siglo XVI y relatan una historia de guerra.

Primero ermita y luego monumento

En este lugar se llevó a cabo en 1520 la batalla conocida como la Noche Triste, cuando españoles con ayuda de ejércitos aliados atacaron el fuerte mexica y fueron gravemente derrotados.

Fue entonces que Hernán Cortés por orden de autoridades eclesiásticas de España mandó construir una ermita para honrar a sus soldados caídos.

Un año después, en 1521, ese terreno en donde perdieron la batalla, los españoles lo convirtieron en el lugar de la celebración de la victoria sobre el imperio mexica, uno de los más poderosos de toda Mesoamérica.

“Es un ritual muy cuidadosamente diseñado, ahí primero construyó lo que los españoles llamaron una ‘ermita’ para todos los soldados que murieron durante la Noche Triste y la Iglesia católica los declara mártires. Esta ermita se construye en el siglo XVI con una arquitectura muy sencilla, sólo para tener como referencia que es ahí donde perdieron la batalla, pero que es ahí también en donde construyeron un altar para celebrar la Conquista de México”, dijo en charla con El Economista el investigador de sitios y monumentos Pedro Paz Arellano.

“¿Y cómo hacer que la Conquista no se olvide? Para que no se olvide hay que darle un lugar, un nombre, hay que darle una fecha hay que otorgarle un rito y hay que darle un santo. Esa construcción simbólica de la celebración de la Conquista es lo que podemos ver en su versión del siglo XVIII de lo que fue desde el principio el altar donde celebran la Conquista los españoles año con año”, desmenuzó el arquitecto y maestro en antropología social.

La primera fiesta patronal en el México virreinal

El Paseo del Pendón comenzó a celebrarse un año después de la caída de México Tenochtitlan (el 13 de agosto de 1521).

Consistía en una caminata desde el ayuntamiento (frente a lo que hoy es el zócalo capitalino) sobre la calzada principal de Tacuba hasta la ermita en donde se ordenó construir el Convento de San Hipólito y el “Blasón de la Conquista” dos siglos después y que permanecen hasta la actualidad.

La procesión ondeaba la bandera del rey de España para llegar a la ermita en donde era recibida por el arzobispo de la ciudad.

“Hernán Cortés tenía sumo interés en que esta fecha no se perdiera, porque estaba claro que el imperio más importante que existía en ese momento en Mesoamérica era el mexica, entonces lograr la Conquista de este imperio era lograr la mayor de todas”, relata el historiador, quien ha hecho una minuciosa investigación sobre el blasón ahora bajo el resguardo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

“El rey de España recibía notificaciones de este tipo de festejos y ocho años después de la Conquista, en 1530, formaliza esta conmemoración y la convierte en una ley, para que el Paseo del Pendón se lleve a cabo cada año y no sólo eso, que todas las ciudades importantes de las Indias hicieran lo mismo”, describió Arellano.

El 13 de agosto de 1528, Cortés ordenó el Paseo del Pendón, que fue la primera festividad cívico religiosa que se llevó a cabo en la Ciudad de México; sin embargo, en 1745 había decaído tanto la fiesta que la Corte ordenó castigar con multa a los que no asistieran.

“Cada año se nombraba a quien iba a portar el Pendón Real, la bandera real, quien iba a ser el abanderado, eso generaba tensiones y había que ser muy cuidadosos de que fuera alguien con ascendencia política y prestigio.

“El Pendón permanecía en lo que es ahora el Palacio de Gobierno de la Ciudad de México. Y a caballo venían el virrey, en medio el abanderado con trajes de gala y detrás autoridades de gobierno, del clero, y la gente más prominente de la sociedad, además los soldados traían músicos que llamaban la atención hacia la procesión.

Las crónicas de la época

A este rito se le ha catalogado como la primera ceremonia cívico-religiosa patronal, dedicada a San Hipólito”, detalló el historiador.

Incluso en las crónicas de la época, José Joaquín Fernández de Lizardi escribió en su libro Vida y entierro de Don Pendón. “Observaba los empeños del necio ayuntamiento y los apuros del pendolero para quedar bien en el aniversario de la esclavitud de su patria. Me compadecía la fiesta y regocijo con que un pueblo desgraciado corría a ver el Paseo del Pendón y La Comedia de la Conquista”, escribió el literato.

Mientras Victoriano Salado Álvarez relató en el libro México pintoresco, artístico y monumental que esta “gran fiesta se celebraba el 13 de agosto, día de San Hipólito Mártir, en el que se sacaba a relucir el Pendón de la ciudad en celebración de la toma de la antigua Tenochtitlan por Hernando Cortés”.

¿Qué pasa con los vencidos?

“Los vencidos yo me los he encontrado, luego de estar viendo los documentos, ellos estaban haciendo los trabajos, arreglando las calzadas, los que reparan las fachadas y hacían los trabajos para que se llevara a cabo la fiesta española”, añadió en entrevista el investigador del INAH.

¿Cuándo se termina el Paseo del Pendón?

“En 1821 cuando se hacen los tratados de Córdoba y llega la consumación de la Independencia, además de que en la Constitución de Cádiz se pide en sus leyes que se suspenda el Paseo del Pendón, pues el argumento que ocupa es la igualdad que deben tener los españoles de la península y los españoles de la América”.

En su ensayo “Permanecer en la historia de la posteridad” el investigador Pedro Paz Arellano detalla que esta manera de celebrar la Conquista “es tan vieja que no habría manera de localizarla siquiera en el tiempo y el espacio”, pero la aproximación más cercana es la instrucción del arquitecto Marco Aurelio para recordar las victorias de los imperios en el espacio público.

katia.nolasco@eleconomista.mx

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