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El primer Inventario Global de Emisiones, momento clave de la COP 28
Se trata del inventario mundial, basado en más de 1,600 documentos, con el que se pretende evaluar cada cinco años la respuesta global ante la crisis climática. El documento de 46 páginas gira en torno a los tres principales pilares sobre los que se han construido los diálogos internacionales: mitigación, adaptación (incluyendo pérdidas y daños) y finanzas climáticas.
La COP 28 ha sido un escenario clave para evaluar el progreso colectivo en el marco del Acuerdo de París, gracias a las conclusiones del primer Inventario Global de Emisiones (Global Stocktake o GST). Se trata de un instrumento global de medición para abordar las oportunidades para mejorar la acción y el apoyo internacional. Es un trabajo que busca ayudar a responder preguntas cruciales como ¿Qué financiación está disponible actualmente y se utiliza realmente? ¿Dónde fluyen y dónde no fluyen los fondos? ¿Dónde han tenido éxito y dónde no los esfuerzos de financiación de pérdidas y daños? ¿Qué financiación adicional se necesita?
Desde hace varios años la idea de medir, controlar y reducir las emisiones para evitar los efectos más peligrosos del cambio climático ha sido el foco de atención, pero con el tiempo se han añadido prioridades como reforzar la capacidad de adaptación de las comunidades y los ecosistemas. ¿Cómo sabemos si estamos avanzando lo suficiente o nos estamos quedando cortos? ¿Y cómo sabemos hacia dónde debemos dirigirnos?
El Inventario Global es un proceso de dos años y que se repetirá cada cinco años. Este evalúa la respuesta global a la crisis climática en tres áreas temáticas que son mitigación, adaptación, medidas de aplicación y apoyo. Su objetivo es responder a tres preguntas vitales: ¿Dónde estamos? ¿Hacia dónde queremos ir? Y, lo que es más importante, ¿cómo llegar hasta allí?
El documento evalúa aspectos como las ambiciones de los países sobre la temperatura global y determina qué recortes adicionales de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero (GEI) son necesarios para cumplir el objetivo 1.5°C. Sobre la adaptación, mide los progresos realizados en la mejora de la capacidad colectiva de los países para hacer frente a los efectos del clima; y para los medios de aplicación que incluyen temas como la financiación, la tecnología y la creación de capacidad, se observan los progresos realizados para que los flujos financieros sean coherentes con la reducción de las emisiones de GEI.
La fase uno de este proyecto comenzó en la COP 26 y acabó en febrero de 2023; se recopiló y preparó la información de diversas fuentes, como planes climáticos nacionales, estudios científicos, informes y otras fuentes de las organizaciones internacionales, intergubernamentales y de la sociedad civil. En la fase dos se realizó una evaluación técnica que acabó en junio de 2023. Y ahora la fase 3, que consiste en presentar las principales conclusiones durante esta primera semana de la COP 28.
En el documento destacan diez puntos esenciales, empezando por reconocer que no se están alcanzando las metas fijadas en el Acuerdo de París y enumerando las acciones concretas y urgentes para conseguirlas.
También describe acuerdos de financiación para evitar, minimizar y hacer frente a las pérdidas y los daños deben ampliarse rápidamente. Desplegar estratégicamente la financiación pública internacional. Que los flujos financieros nacionales e internacionales, públicos y privados, sean coherentes con una senda hacia bajas emisiones, además de desplegar rápidamente las tecnologías más limpias existentes.
Urge acción climática y protección a la naturaleza
La suscripción del documento se realizó durante la mesa redonda ministerial sobre aumento de ambición y el papel de la naturaleza en la acción climática, pero diversas son las críticas que ha recibido la presentación de este informe, por ejemplo, se dice que no detalla qué países se están quedando rezagados, ni contiene recomendaciones específicas dirigidas a países o regiones concretas. Otro problema que se describe es que son términos amplios y generales sobre la situación mundial, que en gran medida, ya son predecibles.
En respuesta a este balance global, Shirley Matheson, coordinadora global de Mejora de NDC en WWF, dijo que con este borrador, “la secretaría de la ONU ha dado a los países algo con qué trabajar, pero queda un largo camino por recorrer antes de que podamos estar seguros de un resultado transformador". También destaca el hecho de que al borrador actual le faltan algunos aspectos científicos clave, basadas en políticas recomendadas por el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), y que podrían conducir sólo a un acuerdo débil sobre los combustibles fósiles. Desde su punto de vista, “los próximos borradores deberían incluir un objetivo colectivo de reducción de emisiones del 60% para 2035 para guiar el próximo ciclo de planes climáticos nacionales”.
Por otro lado, ministros y representantes de alto nivel firmaron una carta abierta dirigida a la Presidencia de la COP 28 y a los presidentes de los órganos subsidiarios en la que destacan la importancia de reconocer el primer GST como un hito en la aplicación del Acuerdo de París, así como el papel fundamental de la naturaleza como solución a la crisis global del clima.
La iniciativa estuvo liderada por el Gobierno de Colombia y el Ministerio Federal de Medio Ambiente, Conservación de la Naturaleza, Seguridad Nuclear y Protección del Consumidor de Alemania, con el apoyo de la Climate Champion de Alto Nivel Razan Al Mubarak (COP 28); Manuel Pulgar-Vidal, embajador de la Agenda de Acción Climática y Champion de la Agenda de Acción del Convenio sobre la Diversidad Biológica; y la Coalición Nature4Climate.
“Hemos venido a esta reunión precisamente para que en el balance mundial quede reflejada la necesidad de la convergencia de la Convención de Biodiversidad y la de Cambio Climático. Evidentemente esto sólo es posible si hacemos una salida progresiva de los combustibles fósiles y frenamos de emitir, pero al mismo tiempo la capacidad de los ecosistemas de ser resilientes es lo que les dará resiliencia a nuestras comunidades. Recuperar la naturaleza es una de las acciones más importantes por el cambio climático y a su vez lograr nuestras metas de emisiones tiene que ver con esa protección, entonces esperamos que esta sinergia pueda ser vista en la negociación y logremos avanzar en planes nacionales y locales mucho más estructurados que converjan en los dos aspectos”, señaló la ministra de Ambiente y Desarrollo Sostenible de Colombia, Susan Muhamad.
Por su parte, Roberto Troya, director regional de WWF para América Latina y el Caribe, aseguró: “sin la naturaleza y las comunidades indígenas y locales no podemos pensar en una solución equitativa, inclusiva y sustentable para la actual emergencia climática, ya que estos desafíos ambientales se encuentran profundamente ligados, al igual que la crisis de la contaminación.
En este contexto, es urgente vincular con mayor fuerza y profundidad la agenda climática y la de biodiversidad, mirando hacia los territorios, trabajando por ecosistemas y comunidades resilientes, basándonos en ciencia y también en el aporte de saberes ancestrales y tradicionales relacionados con la naturaleza, aspectos en donde la región latinoamericana tiene un importante rol que cumplir, al tiempo que dejamos atrás la dependencia a los combustibles fósiles”, señaló.