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¿En qué casos podemos automedicarnos y cuando podría ser hasta mortal?

La automedicación responsable es esta posibilidad como individuos para decidir sobre el uso de cierto tipo de medicamentos para cierto tipo de dolencias o molestias, todas ellas leves y de corta duración. De acuerdo con la Secretaría de Salud, en México se calcula que más del 80% de la población se automedica, es decir, usa medicamentos por iniciativa propia sin indicación médica y sin receta.

Foto: Especial

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Existen dos tipos de automedicación: La responsable y la autoprescripción, ambas pueden sonar muy parecidas, pero estar conscientes de sus diferencias puede determinar si aliviamos un malestar o ponemos en riesgo nuestra vida.

De acuerdo con la Secretaría de Salud, en México se calcula que más del 80% de la población se automedica, es decir, usa medicamentos por iniciativa propia sin indicación médica y sin receta. El doctor Fernando Fon, director de asuntos médicos y regulatorios de la Asociación Mexicana de Industrias de Investigación Farmacéutica (AMIIF) explica a El Economista que hay un concepto muy importante que nos permite comprender mejor el tema del uso racional de los medicamentos. “La Organización Mundial de la Salud define al autocuidado como una serie de comportamientos y conductas que debemos asumir como individuos y miembros de la sociedad para proteger y cuidar nuestra salud, esto incluye buena alimentación, horas de sueño, actividad física, el lugar de descanso y dentro del autocuidado también entra la automedicación eliminando todo tipo de autoprescripción”.

¿Cómo discernir entre una y otra?

La automedicación responsable es esta posibilidad como individuos para decidir sobre el uso de cierto tipo de medicamentos para cierto tipo de dolencias o molestias, todas ellas leves y de corta duración. “Si sufrí un golpe, una torcedura al caminar, un cólico, un resfriado, es decir lesiones leves, en México se puede acceder en las farmacias –el sitio legalmente autorizado para la venta de medicamentos– a algunos tratamientos frente a los mostradores denominados “de libre venta o libre acceso”, estos son justamente utilizados para la medicación responsable”.

¿Cómo los diferenciamos de otros medicamentos? En el empaque deben declarar a través de un término que se conoce como fracción. Los fracción V y VI, son los dedicados a la automedicación responsable y generalmente ahí encontramos cosas para el dolor de cabeza, fiebre ligera, malestar estomacal, es decir, síntomas de muy corta duración y no complejos. Además se acompaña de un registro sanitario de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), una fecha de caducidad, y una dirección establecida en México. “Para ejercer una automedicación responsable tenemos que conocer esta serie de parámetros”.

Por otro lado, los medicamentos de fracción I a IV son aquellos conocidos como de prescripción, y como su nombre lo indica, únicamente el profesional de la salud a través de una receta y después de haber hecho una historia clínica y una revisión a través de una consulta, va a decidir qué medicamento es el adecuado.

Cuando nosotros pasamos de la automedicación responsable a la autoprescripción ya no nos estamos cuidando, nos ponemos en riesgo porque desconocemos lo que tomamos y podemos causarnos un grave problema”.

¿Qué problemas se pueden presentar con la auto prescripción?

El especialista es contundente, “El uso no correcto de los medicamentos de prescripción pueden llevar a la muerte”. Un ejemplo es el uso indiscriminado de los antibióticos, “este grupo de medicamentos que sirven para el tratamiento de infecciones bacterianas y que muchas veces, sí obtuvimos el medicamento luego de una consulta, pero no completamos el tratamiento, guardamos el resto de los antibióticos y luego vemos a un familiar o conocido con síntomas similares y se los damos”. Ese uso de antibiótico sin la supervisión de un médico es lo que ocasiona que la bacteria de la infección se vuelva resistente a ese medicamento y cuando en verdad se necesite, ya no va a funcionar, a esto se le llama resistencia antimicrobiana y se puede traducir en muerte.

La OMS estima que alrededor de 10 millones de personas podrían morir en los próximos años derivado del abuso de los antibióticos.

También se puede presentar el enmascaramiento de otras enfermedades, “si tomo algo porque empiezo con una molestia o dolor, por ejemplo, en las manos, muñecas, y tomo algo para la inflamación o el dolor por mucho tiempo, puedo estar escondiendo una artritis reumatoide que ya no solo implica tomar algo para el dolor, sino que necesita otro tipo de medicamentos. Cuando retardamos el diagnóstico completo, la enfermedad progresa y con ello las complicaciones”.

Otro punto son las reacciones adversas, donde órganos como riñón e hígado se pueden afectar, “las alteraciones entre los propios medicamentos puede hacer que yo ya sea un paciente con enfermedad crónica y al tomar indiscriminadamente un producto y hay interacciones, en el mejor de los casos, deja de hacer efecto el medicamento previo, pero también esto nos puede llevar a la sala de urgencias”.

En suma, la automedicación es el uso de medicamentos autorizados para emplearse sin prescripción y la autoprescripción implica una violación de la ley y exponerse a un claro riesgo por la naturaleza de los productos que se emplean. Fon concluye que cada persona evoluciona muy distinto respecto a las diferentes enfermedades, por eso tenemos que ser muy cuidadosos de lo que tomamos y cómo cuidamos nuestro organismo, ser muy responsables sobre la automedicación y diferenciarlo de la auto prescripción.

nelly.toche@eleconomista.mx

Periodista de ciencia en la sección Arte, Ideas y Gente de El Economista. Cuenta con maestría en periodismo sobre Políticas Públicas por el CIDE y es licenciada en Ciencias de la Comunicación por la UVM.

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