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Arte e Ideas

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¿Es posible crear semen con células femeninas? Esa es la idea

Con el proyecto “In Posse” la bioartista británica Charlotte Jarvis y la científica Susana Chuva de Sousa buscan crear espermas y plasma seminal in vitro; pretenden socavar los paradigmas patriarcales y no, no se trata de deshacerse de los hombres, aseguran.

Charlotte Jarvis, bioartista británica. Foto EE: Cortesía / Charlotte Jarvis

Charlotte Jarvis, bioartista británica. Foto EE: Cortesía / Charlotte Jarvis

Históricamente, el semen ha sido alabado como una sustancia mágica, “un tótem de poder” literal y simbólico. Ha sido descrito como “fuerza vital”, “la sustancia del alma”, “la gota de la mente” y hasta “aquello que siembra la semilla de la virtud en la mujer”. Ha sido, pues, una asimilación cultural legitimada por el patriarcado, pero, además, uno de los tantos elementos para la imposición de la idea binaria de los géneros.

Pero, ¿qué pasaría si el semen, esa sustancia compuesta de espermatozoides y plasma seminal producida por el sistema reproductor masculino, pudiera fabricarse a partir de células femeninas con cromosomas XX? ¿Qué tanto de ese discurso hegemónico y hasta místico terminaría por desmitificarse? En el mundo hay por lo menos un equipo transdisciplinario de trabajo que ha zarpado con rumbo a esa disrupción y lo hace a través de la milenaria comunión entre el arte y la ciencia. Las posibilidades biológicas son marcadas por el proceso de trabajo, pero los efectos ya se hacen presentes.

La bioartista británica Charlotte Jarvis, en colaboración con la investigadora portuguesa Susana Chuva de Sousa Lopes, especializada en experimentación con ovocitos y en gametogénesis in vitro, es responsable del proyecto “In Posse”, mismo que busca erradicar la idea del hombre creador y dueño único de la potestad reproductiva a través del fetiche del semen y, con él, el replanteamiento de los géneros, del cuerpo como un ente en transformación, y la vindicación de las personas trans y no binarias, tanto así que Jarvis considera este como un proyecto queer; una apertura de la mente colectiva a través de la reapropiación del tótem.

El proyecto fue presentado en México la semana pasada, a través de la Sala 10 del Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC) en colaboración con El Aleph. Festival de Ciencia y Arte, de la UNAM, donde tanto Jarvis como Chuva de Sousa conversaron con la curadora Alejandra Labastida para dar a conocer los pormenores.

¿Dónde termina el performance artístico y comienza el trabajo científico? Es una “investigación performática” cuyas responsabilidades han sido disueltas por sus protagonistas. Lo trascendental, argumenta la artista en la pieza de Sala 10, es que “’In Posse’ busca abordar el semen como un símbolo que es usado para consolidar las nociones tradicionales de sexo y género y transformarlo en algo que se puede usar para socavar los paradigmas patriarcales”.

Por ello, Jarvis buscar llevar su propio cuerpo “a la encrucijada entre sexo y género”: crear semen a partir de sus células sin la intervención en ningún momento de un donante masculino, y elaborar plasma seminal con donaciones de plasma de mujeres, personas trans y no binarias, a manera de acto colectivo de creación que se contrapone a la idea hegemónica de un único creador masculino, con toda la extensión del concepto.

“’¿Quieres deshacerte de todos los hombres?’, es algo que me preguntan a menudo, sobre todo los tíos recelosos en las bodas, los periodistas poco creativos y los religiosos conservadores. Encuentro muy deprimente esta respuesta al proyecto. Da por sentado que lo único valioso que el ‘hombre’ tiene para la ‘mujer’ es el rol reproductivo. Supone que tanto yo como otras mujeres vemos a nuestros amigos, amantes, compañeros, padres, hermanos, etcétera, como simples engendradores, y que sin esa función no los necesitaríamos, serían descartados sin ningún valor. Ahora, las mujeres están acostumbradas a verse reducidas a su utilidad reproductiva”, argumenta Jarvis en su planteamiento.

“In Posse” involucra tantas implicaciones: científicas, éticas, sociales, políticas, por decir unas cuantas, todas discutibles ampliamente en lo individual, que sería imposible detallar en este texto. Detónese así la conversación pública.

Este lunes, El Economista conversó con Charlotte Jarvis para ampliar posturas y pormenores en torno a “In Posse”:

— Has argumentado que el proceso es aún más importante que la finalidad en trabajos como “In Posse”. Pero ¿hay un punto en el que el trabajo artístico-científico alcance quizás no a su final pero a un objetivo con los efectos que buscabas?

—De manera científica el punto en el que “In Posse” debería estar completo es cuando podamos crear esperma femenino. Sin embargo, los objetivos son un poco más ambiciosos. Realmente se trata de cambiar la manera en que pensamos en nosotros, en los géneros, en el patriarcado y en el sexo. La intención del proyecto debe ser la de tener un mundo en el cual las ideas sobre sexo y género ya no sean binarias, en el que el patriarcado sea menos poderoso y donde en una acción colectiva hombres, mujeres, trans, personas no binarias y todos tengamos una fracción equitativa de poder. Ahora, ese cometido representa un largo trecho, es un objetivo realmente inmenso, pero si pudiéramos hacer algo pequeñito en favor de ese camino, me haría realmente feliz.

—¿Consideras que la ciencia también se ha encargado de limitar esta idea binaria de los géneros?

—No estoy segura. En mi experiencia, los científicos que he conocido no tienen una visión binaria del sexo y del género, al menos no aquellos que trabajan en esos campos. Ha sido tan emocionante darme cuenta de que la ciencia está un poco adelante de la cultura en el tema. Pero debo decir que históricamente, es verdad, la ciencia ha contribuido a la idea binaria de sexo y género. Creo que con este proyecto también me he interesado en pensar cómo de manera histórica, a través de la ciencia, la filosofía y el pensamiento en general hemos asimilado el cuerpo como una cosa bastante estable y singular, cuando realmente el cuerpo es una entidad constantemente transformable y mutable. Realmente no tenemos cuerpos estables.

Esa idea de que el cuerpo es realmente liminal, que no cambia, es algo que viene del patriarcado, porque tradicionalmente el cuerpo masculino es mucho más estable que el de una mujer. Como mujeres, nuestro cuerpo cambia todo el tiempo, cada mes y si tienes un bebé, las transformaciones suceden. Como sociedad hemos fallado en comprenderlo.

Podemos observar a la naturaleza y notar que incluso las cosas que tradicionalmente son asimiladas como binarias, como el esperma y los ovarios, no tienen que serlo. Porque de hecho existen personas con cromosomas XX que tienen pene y potencialmente pueden producir esperma y viceversa. Esa es la circunstancia que me gustaría comunicar con el proyecto. Es algo que se puede transmitir a toda la sociedad, incluida la comunidad científica. Porque una vez que empecemos a aprender más del cuerpo femenino y pensarlo como un ente cambiante, entonces daremos paso a nuevas y diversas áreas de investigación.

—Este proyecto se antoja tan ambicioso y trascendental que permite considerar que el arte y la ciencia pueden ser capaces de plantear más soluciones que preguntas.

—Sí, creo que el arte y la ciencia realmente tratan de imaginar el mundo como realmente lo queremos. Esa es la construcción del mundo. Ambos (artistas y científicos) hacemos lo mismo por vías distintas. Creo que la única manera posible para cambiar el futuro es imaginarlo y pensar en cómo podemos insertar ese futuro dentro de la realidad. Juntos podemos influir en la sociedad y eso es lo realmente importante.

Tradicionalmente nosotros (los artistas) podemos hablar de las emociones y la ciencia nos puede ofrecer explicaciones, metodologías para cambiar cosas en nuestros cuerpos y nuestros mundos. Y esas dos perspectivas juntas son tan poderosas en términos incluso de potencia política.

Estoy muy interesada en eso porque es algo urgente en este momento. Todos están desesperados por algo optimista que podamos decir.

—La doctora Susana declaró que una situación es experimentar en el laboratorio y otra muy distante sería generar un ser humano in vitro a partir de un potencial esperma femenino. Pero, si se pudiera llevar a cabo, ¿Charlotte lo respaldaría? ¿Es momento para dar ese salto?

—Mi respuesta sería: sí, definitivamente, pero quizás no (risas).

Si me preguntaras si respaldaría a parejas del mismo sexo para que sean capaces de tener a sus propios hijos, la respuesta sería: sí, definitivamente. Me encantaría que eso pasara. Creo absolutamente en ese futuro. La parte compleja es que para que eso suceda tendríamos que tener un embrión genéticamente modificado. Y no estoy segura sobre eso, porque en este momento de la ciencia no podemos hacerlo. Podríamos crear un individuo con problemas genéticos, no lo sabemos.

Haciendo esto un poco más simple, aunque creo que es más complejo que eso: creo que en algunos años seremos capaces de llegar a estatus lo suficientemente seguros como para tomar riesgos que valgan la pena.

Esta es la pregunta realmente relevante para todos y cada uno. Representa la posibilidad de hacer que la gente sea genéticamente inmune a tipos de virus como el de Covid-19, hacer que sea inmune al SIDA; quizás gente modificada genéticamente para no padecer dolores crónicos o para no desarrollar leucemia. El potencial es infinito y en algún punto vas a tener que experimentar, tienes que probarlo; pero mientras eso sucede, aún no tenemos un camino para llevarlo a cabo sin tener un bebé humano que sea la primera persona de prueba.

Están los enormes beneficios potenciales para millones y billones de personas contra este horrendo dilema ético de permitir que un niño nazca cuando no estamos 100% seguros de que no habrá algún problema. Soy optimista y creo que la ciencia llegará a un punto en el que comprendamos lo suficiente como para poder llevarlo a cabo, pero todavía no estamos ahí. Sin embargo, creo que una parte de este proyecto es plantear esa discusión, porque debemos de tenerla ahora.

—Hay reacciones públicas en contra, sobre si entonces el objetivo es desaparecer a los hombres y ustedes lo han aclarado, han dicho que la apreciación de la desactivación del género masculino solamente por su función reproductiva es bastante limitada. Sin embargo, es necesario involucrar a los hombres en esta iniciativa feminista, ¿no es cierto?

—Definitivamente pienso que el patriarcado ha sido tan malo para los hombres como lo ha sido para las mujeres. Y creo que conceptos recientes como la masculinidad tóxica, entre otros, probablemente no han ayudado. Este proyecto también es acerca de rechazar esos estereotipos, se trata de decir que no tenemos por qué conformarnos con un concepto bastante viejo de lo que es ser un hombre o una mujer. Podemos ser lo que queramos siempre y cuando no transgredamos el bienestar de los demás. Cuando tratas de ser equitativo tienes que restarle privilegios a alguien, de lo contrario no puedes ser igualitario. Realmente creo que a largo plazo eso hará a todos más felices. Realmente lo creo.

¿Cómo buscan lograr el cometido?

La investigadora está experimentando con células madres pluripotentes (iPS), capaces de transformarse en cualquier otra célula del cuerpo. Las células provienen del cuerpo de Charlotte Jarvis. El objetivo es hallar un método para desactivar un cromosoma equis femenino de las células y probar la viabilidad de generar las condiciones in vitro para la gestación de espermas. Por cierto, también están intentando producir óvulos a partir de células madre XY (masculinas).

Visualiza la pieza “In Posse: Semen ‘femenino’ y otros actos de resistencia”, en Sala 10 del MUAC (disponible hasta el 10 de julio):

Reproduce el diálogo entre Charlotte Jarvis y Susana Chuva de Sousa con la curadora Alejandra Labastida en El Aleph:

http://culturaunam.mx/elaleph/eventos-2021/009-in-posse/

 

ricardo.quiroga@eleconomista.mx

kg

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