Lectura 5:00 min
¿Estamos seguros de necesitar antibióticos para toda enfermedad?
Cuando los medicamentos se vuelven ineficaces. La resistencia antimicrobiana está entre las 10 principales amenazas de salud pública global. Bacterias, virus, hongos y parásitos cambian a lo largo del tiempo y dejan de responder a los medicamentos, lo que dificulta el tratamiento de infecciones y aumenta el riesgo de propagación de enfermedades, enfermedades graves y muerte.
Resistencia antimicrobiana. Ilustración EE: Cortesía / UNAM
La resistencia a los antimicrobianos supone una amenaza cada vez mayor para la salud pública mundial, se trata de antibióticos, antivirales, antifúngicos y antiparasitarios, medicamentos utilizados para prevenir y tratar infecciones en seres humanos, animales y plantas. Ahora son llamados supermicrobios a estos microorganismos que desarrollan resistencia a los antimicrobianos y que han colocado a este problema entre las 10 principales amenazas a nivel mundial.
El doctor Rafael Valdez, director de Asuntos Médicos y Científicos Antiinfecciosos de Pfizer, asegura a El Economista que como problema de salud pública requerimos de acciones que prevengan el desarrollo de resistencia a los antimicrobianos, pues si para el 2050 no hacemos algo, podrían estar ocurriendo 10 millones de muertes por año. “Esto sobrepasa las muertes ocasionadas por diabetes o por cáncer”. El impacto es tan visible que entre 1 y 1.5 millones de fallecimientos le fueron atribuidos en el 2022.
¿Cómo es que se produce la resistencia?
El especialista argumenta que primero tenemos que reconocer que la resistencia a todos estos agentes puede ocurrir de manera natural, porque en el momento en que los microbios se reproducen, pueden tener alteraciones en su material genético y que una de sus alteraciones les puede conferir la resistencia a los antibióticos.
También tenemos que reconocer que en nuestro cuerpo hay trillones de microorganismos, es decir, podemos tener más bacterias que células humanas; “si nosotros consumimos antibióticos, aquellas bacterias que de manera natural tienen resistencia a los microbianos se van a estar seleccionando (sobreviviendo), inclusive se pueden propagar a otras personas o a otros nichos ecológicos o ecosistemas”.
Así, estos organismos proliferan de manera importante, pueden generar infecciones incluso más difíciles de tratar, con más complicaciones y llevando a la persona una enfermedad más grave y hasta un fallecimiento.
Las cifras son alarmantes, tan solo en Estados Unidos, donde sí existen datos, hubo alrededor de 2.8 millones de infecciones causadas por microorganismos resistentes en un año y alrededor de 35,000 personas fallecieron. “Con todas estas cifras podemos ir estimando también el costo biológico y económico que generan las infecciones resistentes a los antimicrobianos, porque son más difíciles de tratar, con manejo especializado, con hospitalizaciones y en general con un costo mayor para su atención”.
¿Cuáles son las acciones que podemos ejecutar desde los diferentes actores?
Valdez comparte que hay mucho que podemos hacer. Desde los trabajadores de la salud se espera que hagan prescripciones adecuadas de los antibióticos. Hay estudios que han mostrado que hasta el 50% de las prescripciones o recetas que se dan para infecciones respiratorias o gastrointestinales son inapropiadas, porque no están indicadas o porque no son las dosis correctas o la duración es inapropiada.
Ahí debe haber un compromiso desde el sector salud y los trabajadores para entender la importancia de los antibióticos y nos apeguemos a su uso adecuado”.
Pero también la comunidad puede contribuir. Si por alguna razón como pacientes se nos indica un antimicrobiano, porque se tiene una infección que lo amerita, es importante que este se tome en tiempo y forma; por otro lado, si se tiene una infección respiratoria, que dicho sea de paso, el 95% de ellas son virales, recordar que los virus no se combaten con antibióticos. También menciona el especialista no compartir los antibióticos, ni automedicarse.
La industria agroalimentaria también debe adherirse a esta serie de compromisos, ya que en la crianza de aves de consumo humano o ganado, se utilizan grandes cantidades de antibiótico que propicia el consumo indirecto en humanos, además de la posibilidad de recibir antibióticos de manera inadvertida en nuestro cuerpo. Por ello “Se requiere la regulación en la producción de animales de consumo humano”.
Al final, dijo que todos tenemos que participar para prevenir la resistencia a los antimicrobianos, y recalcó que es muy importante que un paciente informado sepa el valor de estos y que se usen solo cuando sean necesarios.
“Hoy se vale preguntarle al médico “¿Está seguro de que lo que tengo es una infección?”, esta es una pregunta muy válida, además de preguntar por el tipo de bacteria que se encuentra en mi organismo y saber los efectos secundarios que se podrían tener, estar muy pendientes del tiempo que se requiere tomar y cómo se debe tomar, preguntar por el tiempo mínimo necesario para curarnos de la infección y no requerir más tratamiento, el impacto en nuestra microbiota, si hay interacción con otros medicamentos. Todas estas preguntas son las que el paciente tiene que hacer para involucrarse en su manejo”.
Otras acciones que aportan es tratar de mantenernos sanos, en condiciones óptimas si tenemos alguna enfermedad a largo plazo, tener esquemas de vacunación completos, estilo de vida saludable, e higiene constante.
“A pesar de la larga historia de vigilancia de la resistencia a los antimicrobianos, cuantificar su carga ha sido difícil de alcanzar. Por ello resulta necesario que los países, comunidades, personas y demás actores pongamos nuestro empeño en potenciar esa capacidad de vigilancia para aportar mayores datos y de valor, a manera de facilitar su integración en la toma de decisiones para luchar contra este problema de salud pública que cada vez crece más”.
