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Arte e Ideas

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Estremecerse a partir de un “No”

Larraín tiene maestría en recordarnos que detrás de cada gran triunfo hay derrotas, algunas pequeñas, otras no tanto.

No de Pablo Larraín es una película perfecta. Porque no importa si uno entra a la sala buscando diversión, una experiencia sentimental, una revisión de las formas fílmicas o una reflexión social, en No se encuentran todos los ángulos de lo que hace al cine el arte más querido. Fue la elección perfecta para abrir la edición 2012 del Festival Internacional de Cine de Morelia.

Los carteles de No sólo muestran a Gael García Bernal, su protagonista, mirando hacia atrás, como si reflexionara antes de dar un paso importante, uno de esos momentos en los que sabes que la vida ya no va a ser igual en el momento en que tu pie toque el suelo. No cuenta nada más y ese es otro, el primero, de la cadena de aciertos de la cinta de Larraín. Lo que vamos a ver es la historia de un cambio monumental, no sólo de una persona, sino de toda una nación.

La trama no es ningún misterio. Si usted está lo suficientemente informado sobre la historia reciente de Latinoamérica, la conoce aunque sea de oídas. Si no, puede ir a Wikipedia y encontrar un recuento de lo que sucedió en Chile en octubre y noviembre de 1988. La era de Pinochet, por supuesto. Y su fin. El momento justo en que la gente de Chile le dijo una negativa fuerte y clara a la dictadura militar.

El episodio ya había sido narrado en la ficción por Antonio Skármeta en su obra de teatro El plebiscito. A partir de esa pieza, Larraín y el guionista, Pedro Peirano, confeccionaron lo que es un mural de la sociedad chilena.

Gael García Bernal interpreta a René Saavedra, un publicista que regresa a Chile después de haber pasado su adolescencia en México. Saavedra no es el hiperpolitizado hijo de exiliados tan estereotípico de la generación de los 70 y los 80. Saavedra es un publicista amante de la televisión, un tipo que conoce los botones ocultos que se deben apretar para que una gran cantidad de gente vaya y compre champú o pastelillos. Un publicista exitoso con una vida personal conflictiva, es decir, un tipo normal.

Así las cosas, en Chile algo insólito acaba de ocurrir. El invencible Augusto Pinochet ha llamado a un plebiscito para preguntarle al electorado si debe seguir en el poder los próximos ocho años. Sólo dos opciones: sí o no. Lo que es en realidad una táctica más de poder del pinochetismo, una especie de fanfarronería siniestra, se convierte en la ventana de oportunidad que muchos chilenos habían acariciado en sus sueños. ¿Y si logramos que Pinochet pierda?

Lo que se necesita es al hombre que sea capaz de hacer el truco. Y ese hombre es Saavedra. Diseñar la campaña por el No como si se tratara de vender algo a mitad de una telenovela. Puede sonar superficial pero no lo es: ¿cuánto de lo que amamos, de lo que nos importa y de lo que anhelamos no está puesto ante nuestros ojos en los comerciales?

La trama se complica cuando la misma firma publicitaria en la que trabaja Saavedra se encarga también de la campaña del Sí . La película alcanza sus mejores momentos de comedia cuando vemos el triunfalismo infantil de los publicistas del Sí . Se burlan del currículo de Saavedra, ese joven casi extranjero que lo que sabe es vender jabón. Pero no saben, todavía, lo que viene.

No podría haber sido un melodramático relato del cambio, esa quimera de la realidad latinoamericana. No lo es. Larraín tiene maestría en recordarnos que detrás de cada gran triunfo hay derrotas, algunas pequeñas, otras no tanto. Hay una deliciosa ambigüedad en el retrato que Larraín hace de la sociedad chilena, de sus deseos y de la lectura del inconsciente colectivo que hace a Saavedra un poderoso agente político. García Bernal está, sin duda, en el momento más sólido de su carrera. Y No es hasta ahora su actuación más brillante.

Develan placa por décimo aniversario del FICM

Gael García Bernal, en compañía de los directores Sally Potter y Abbas Kiarostami y el actor Edgar Ramírez, develó una placa conmemorativa por el décimo aniversario del Festival Internacional de Cine de Morelia, en un complejo cinematográfico de esta ciudad.

Daniela Michel, directora del festival; Alejandro Ramírez, director de Cinépolis, y Cuauhtémoc Cárdenas Batel, vicepresidente del FICM, estuvieron presentes en este acto previo a la inauguración oficial de la plataforma fílmica que se realizará hasta el 11 de noviembre en Morelia.

García Bernal reconoció que es un gran honor estar en el festival, el cual ha adquirido identidad propia. (Notimex)

concepcion.moreno@eleconomista.mx

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