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Expo 2020 Dubai, gran gabinete de maravillas y contrastes
En el emirato donde todo debe ser lo más grande, llamativo y voluminoso, en pleno desierto se levantó este ambicioso complejo arquitectónico que ha deslumbrado al mundo entero, una inabarcable utopía de las formas,la tecnología y las grandes magnitudes en la que, sin embargo, se materializa ladesigualdad adquisitiva entre países.
Son las tres de la tarde en los Emiratos Árabes Unidos (EAU). El otoño en el Golfo Pérsico permite una temperatura al exterior no mayor de los 30 grados, ideal para la vida al exterior que en otra época sería un agobio. El metro se aproxima a la estación Dubai Exhibition Centre, la última del recorrido. Proviene del centro financiero del emirato más turístico de los siete. En la zona económica del metro viaja una diversidad étnica que solamente las grandes ciudades pueden concentrar: indios, chinos, filipinos, sirios, estadounidenses, latinos, europeos y pocos árabes en estos vagones. Los delatan sus conversaciones.
Con prácticamente nueve millones de visitantes hasta octubre pasado, Dubái se afianzaba como el destino más visitado del mundo en 2021 —el segundo lugar es Cancún— y de los prácticamente 10 millones de habitantes de los EAU, el 80% es inmigrante. Eso habla de la pluriculturalidad que habita esta urbe levantada sobre la nada.
En septiembre del 2020, las autoridades de Dubái inauguraron una nueva línea del metro que prácticamente se adentra 15 kilómetros hacia el desierto. En este trayecto entre el centro de la ciudad y la última estación del recorrido se observa apenas el inicio la urbanización. Hasta hace un par de años aquí había poco de interés, un terreno árido y los caminos que conectan Dubái con el emirato vecino de Abu Dhabi. Pero ahora, hacia donde se dirige esta nueva línea del metro es quizás la causa de la gran convocatoria turística de la ciudad.
El tren ralentiza la marcha, al otro lado de la estación destellan estructuras que parecen emerger del desierto, a la distancia asemejan a las vértebras y caparazones de reptiles gigantes. Son las cúpulas de los pabellones, formas caprichosas de la mente humana que ornan la Expo 2020 Dubai, la exhibición universal más ambiciosa en más de 150 años de historia y la primera que se realiza en Medio Oriente, el norte de África y Asia Meridional.
Paseo por este gabinete de maravillas
Una vez superados los filtros de seguridad con arcos detectores y escáneres, comienza una experiencia diseñada para asombrar hacia donde quiera que el visitante fije la mirada.
Al fondo se asoma una de las proezas de la ingeniería y de la tecnología moderna de construcción, un domo descomunal, el de la plaza central Al Wasl —que en árabe significa conexión—, con una estructura de 150 metros de diámetro y 65 de altura en el ápice que, a manera de pistilo en una flor, interconecta los tres distritos o pétalos temáticos de la Expo y sobre la cual por las noches se realizan proyecciones de video mapping que irrigan energía a este espacio tan grande que es como si el cielo mismo cobrara vida. Es oficialmente la superficie de proyección 360° más grande del mundo.
Ahí un grupo de percusiones de la República de Burundi, un pequeño país de África Oriental independizado de Bélgica en los años 60, atrae la atención de los paseantes. Los músicos ataviados con trajes de los colores de su bandera —por cierto, en verde blanco y rojo— hacen retumbar los tambores tradicionales mientras convocan a más y más público que se aproxima para registrar su performance. Esos tambores llevan por nombre karyenda que más que simples instrumentos son objetos sagrados.
La arquitectura ha sido la carta credencial de las exposiciones universales desde su origen. Basta recordar que la mismísima Torre Eiffel se terminó de construir en 1889 —y ostentó el título de la estructura más alta del mundo por cerca de 40 años— para convertirse en el emblema de la Exposición Universal de París ese mismo año.
A unos pasos del domo, se impone una estructura blanca como el algodón que sugiere las alas de un halcón que se pliegan sobre sí mismo, como protegiendo su nido. Es una de las formas más imponentes y notables del complejo. No es para menos, se trata de pabellón emiratí, obra del arquitecto y escultor español Santiago Calatrava. En su interior se extienden cuatro plantas de 15,000 metros cuadrados con experiencias inmersivas que hacen alegoría del desierto que en pocas décadas este pueblo convirtió en terreno fértil y en un paraíso tecnológico.
Parece imposible describir cada uno de los estímulos sensoriales que brotan de todos los rincones de manera simultánea.
A un costado del pabellón emiratí, en dirección al Distrito de la Oportunidad, un pequeño androide anaranjado localiza a los grupos de visitantes y se les aproxima para saludarlos: “Buenas tardes. Bienvenidos a la Expo Dubái 2020”. Su nombre es Opti, como él hay varios dispositivos móviles autónomos encargados de la hospitalidad, la entrega de mensajería o del patrullaje en todo el complejo. Son más de 150 de ellos distribuidos en toda la extensión. Algunos, como Opti, celebran que el público los busque para tomarse selfies con ellos. Otros, como los Patrol Bots, fueron programados un poco más huraños: “hola, estoy a cargo de la seguridad aquí, por favor, déjeme pasar”, le reitera uno de ellos a un pequeño que se divierte obstruyendo su paso. Delivery Bot, por su parte, va a toda prisa repitiendo: “qué tal, voy de camino a entregar platillos deliciosos”.
La función de la noche
El sol comienza su agonía. Los pabellones se van iluminando uno por uno. La noche es el inicio del gran espectáculo visual. Sobre todo los pabellones instalados a la orilla de las avenidas del complejo hacen gala de su otra gran inversión: fachadas revestidas con pantallas led monumentales y flexibles que presumen lo mejor de la cultura que representan.
Las hay desde aquellas que anuncian espectáculos, como el Pabellón de Tailandia, en el Distrito de la Movilidad, que anuncia la próxima función de su presentación de danza tailandesa, hasta estructuras hipnotizantes, como la fachada de Corea del Sur, compuesta por cientos de cubos con caras de colores que giran y forman patrones, como si se tratara de pixeles gigantes animados, mientras que en su interior se lleva a cabo un abarrotado concierto de K-Pop.
La sede del Reino Unido fue bautizado como el “Pabellón poema” y está diseñado por la escenógrafa y artista británica Esmeralda Devlin. Se trata de una estructura escultórica con múltiples piezas de madera apiladas una sobre la otra hasta formar una forma tubular tan grande como un barco. Cada una tiene una pantalla led que escribe una palabra en inglés. La inteligencia artificial del edificio está construyendo un poema a partir de palabras que el público escribe en la base de la estructura.
Pero no todo es espectáculo lumínico. La música del mundo es motivo de celebración. Desde el interior del Pabellón de Irán se escucha una agrupación de percusiones, cuerdas y un extraño instrumento de viento que asemeja el sonido de una gaita. Se trata de una bolsa, fabricada generalmente con piel de cabra, que el músico infla y presiona con el codo para generar los sonidos que controla con los dedos de la mano. Su nombre es ney anbān y es de tradición milenaria en la cultura persa. Los niños, las mujeres, los hombres, levantan sus brazos, los balancean, los mueven de arriba abajo. La música que toca esta agrupación es contagiosa.
Cada pabellón, cada espacio, merece párrafos enteros. Un día con su noche no bastan para explorar lo que más de 200 países vienen a mostrar a Dubái. Sirva este texto como un grano de arena de esta duna llamada Expo 2020.
Un contraste de la Expo
Así como en las primeras expos se ponía en evidencia la disparidad económica de cada país, es decir, mientras que los países más industrializados mostraban su fuerza tecnológica y de producción en sus portentosas construcciones, los países más “modestos” mostraban en espacios mucho más acotados lo mejor de su cultura, sus raíces y su gente, poco ha cambiado en los 150 años de existencia de este encuentro de visiones.
En la Expo 2020 Dubai persiste la necesidad de proyección de fortaleza y poder de los países llamados “de primer mundo”. Es entre esa demostración de señorío, que se levanta más alto en formas “imposibles” o se vuelve más luminoso por la cantidad de pantallas led que revisten sus fachadas, que los países hacen llamados a la fraternidad, al futuro sustentable y la procuración de las energías renovables.
No se confunda esta opinión con una nota decepcionante sobre la Expo. Esta cumple, sorprende por su magnitud, por la inversión nada escatimada para hacer de este espacio una utopía donde conviven dos centenares de naciones. Cumple como un paraíso para los perseverantes de Instagram. Ellos encontrarán en la expo una fuente inagotable de likes. Todo depende del tiempo y los recursos disponibles para pasearse por este espacio inabarcable en el país donde todo tiende a ser voluminoso.
Más allá de las estructuras, quizás habría que hacer notar la oportunidad de un grato encuentro multiétnico, de acercarse a la diversidad con las ganas de compartir. Pero es tan rica esta oportunidad sin fronteras tanto como es un espacio lleno de contrastes. Gran parte de aquellas personas que trabajan en los servicios de limpieza son predominantemente inmigrantes africanos.
En octubre pasado, después de ceder a la insistencia de la prensa internacional, la vicepresidenta de Comunicaciones de la Expo Dubai, Sconaid McGeachin, admitió que al menos cinco trabajadores habían fallecido durante la construcción de la feria mundial. Este dato se suma a la serie de denuncias de activistas defensores de derechos humanos sobre las supuestas condiciones precarizadas para los trabajadores en el país árabe, en particular durante la edificación de esta utopía llamada Expo.
El Pabellón de México
En este complejo tan amplio y luminoso, el Pabellón de México es un lunar en el Pétalo de la Movilidad, frente a pabellones vecinos, como el de Rusia, Corea del Sur y Perú, que en su pabellón montó su restaurante en la planta baja, abierto al público de a pie, con lo mejor de su gastronomía.
El Pabellón de México se presenta como único espacio con una fachada hecha a mano y sí, tiene como gran atractivo la obra colectiva de rafia trenzada por mujeres tejedoras de Etzatlán, Jalisco, una obra minuciosa y fotogénica que definitivamente cambia para bien la imagen del espacio rentado en forma de cubo.
Este diario visitó la feria exactamente el Día Nacional de México en la Expo 2020 Dubai. Esa jornada cerró con la celebrada presentación del tenor Javier Camarena en el Dubai Millennium Amphitheatre. La celebración fue todo un grito de orgullo mexicano, con evocaciones de los grandes compositores que ha dado nuestro país. No mucho tiempo después del concierto, el Pabellón de México lucía sin iluminación, estaba cerrado. Las miradas en el vecindario se las llevaran los pabellones vecinos. El de México en su día nacional fue un espacio diurno y por la noche dejó que su principal interés quedara agazapado ante los espacios cercanos de enormes pantallas led y fachadas de formas orgánicas.
La Expo Mundial en las letras de Del Paso
Permítase un breviario novelesco. La literatura mexicana no ha sido la excepción de aquellas que acercaron las Exposiciones Universales al imaginario de sus culturas. Por ejemplo, en el capítulo VI de “Palinuro de México”, Fernando del Paso trenzó la historia de cortejo y romance de dos de sus personajes con la minuciosa descripción del contexto de la Exposición Universal de París, en el 1900, que sirvió de escenario para la germinación de su amor.
“Nadie pensó, entonces, en la más poderosa y profunda de todas las razones que tuvo la tía Luisa para enamorarse de Jean Paul, y que fue, simplemente, el haberlo confundido con su deslumbramiento por París (…) la tía Luisa, dándose cuenta de que no solo París y el mundo estaban de cabeza por la Exposición, sino también ella, y su corazón por Jean Paul, le dijo por fin que sí, con todas sus letras. Y luego cogidos de la mano bajaron corriendo hasta la mansarda y salieron rumbo al cielo, volando, por la chimenea”.
Es un pequeño destello de la pluma del Premio Cervantes 2016 vertido en esa, una de las novelas fundamentales de las letras mexicanas, publicada en 1977.
Un poco de historia de las Expos Universales
Las Exposiciones Universales encuentran su origen en las muestras industriales que a finales del siglo XVIII comenzaron a presentarse de manera periódica en Francia. Y aunque durante la primera mitad del siglo XIX hubo varios antecedentes de exhibiciones de convocatoria internacional para presentar los avances de la industria, sobre todo de los países llamados “de primer mundo”, con París como ciudad sede habitual, y otras ocasiones esporádicas en Calcuta y Nueva York, no fue sino hasta la llamada “Gran Exposición de los trabajos de la Industria de todas las naciones”, celebrada en el emblemático Crystal Palace —construido ex profeso para la ocasión—, en Londres, en 1851, que se consideró a un encuentro de este tipo como una Exposición Universal. Y México estuvo presente en esa magna ocasión.