Lectura 4:00 min
Feria del libro de Valle de Bravo
No sé cuántas festividades literarias se realizan en México. Seguramente son cientos. Tal vez, el número se ha incrementado de manera inversamente proporcional al de los palenques que, a causa de la inseguridad del país, han disminuido.
Es un hecho que las ferias de libros son sitios seguros, por lo menos hasta ahora. Los sucesos más violentos que me puedo imaginar son alguna discusión entre escritores, los espontáneos que nunca faltan, el robo de algún libro o la fuga amorosa de alguna asistente con una presunta celebridad.
A lo largo del año me suelen?invitar a eventos de este tipo ?y encuentro siempre gran afluencia de jóvenes, familias,?señores. Son una fiesta de la cultura y eso, en medio de la oscuridad que vivimos, es de aplaudir. Por cierto, acabo de participar en el Festival de la Cultura del Caribe, en el que la escritora Elvira Aguilar se encargó del área literaria, y quedé gratamente convencido de que el arte se respira mejor en sitios como Bacalar.
Por eso festejo que, ahora, Valle de Bravo también cuente con una feria del libro. También celebro el que me hayan invitado a participar. Y más gusto me da el saber que la organización es un esfuerzo netamente?ciudadano que no cuenta con el apoyo de instancia alguna de gobierno ni de grandes patrocinadores. Eso es importante porque se afianza una línea independiente alejada del dictado oficial o de las grandes empresas editoriales.
Voy a Valle de Bravo porque siempre me ha gustado. No sólo?porque el valle está sumergido?en agua o porque ya casi nadie?sepa a qué se debe el Bravo. Tampoco por el bosque del que cada vez queda menos o el pueblo típico que pierde sus atributos día a día. Tal vez sí en la idílica búsqueda de la encuerada de Avándaro o de una población que se opone a que sus sitios arqueológicos sean burdamente tapados por un supermercado.
Y ahora estoy en Valle porque no me pude resistir. No sé, tal vez me gustó el programa de la feria que inició con una ceremonia para pedir permiso?a los cuatro vientos, a cargo de Teresa Navarro; siguió con una danza ñähñu de Desiderio Daxuni y finalizará el sábado 27 con un concierto del grupo?local los Ramales y de los?Pavorreales del sur, de Santo Tomás de los Plátanos.
En medio habrá presentaciones de libros infantiles, de narrativa, poesía y de corte antropológico. No faltarán los talleres literarios y de ilustración,?en el que sobresale el de la ?talentosa Valeria Gallo, quién también presenta una exposición de su trabajo. Serán varias actividades, exposiciones, teatro, la presencia del coro local y del gran guitarrista Morgan Szymanski, que se presentará el viernes 26 a las 17 horas.
Las sedes se reparten entre?la Casa de Cultura, que ha ?sobrevivido con dignidad al abandono y la falta de apoyo del gobierno estatal, y el Espacio Odisea, recinto de la iniciativa privada que cumple una loable función cultural en la comunidad.
Estoy contento en Valle de Bravo, un tanto porque el escritor argenmex Gustavo ?Marcovich, mi anfitrión, hace los mejores asados de varios pueblos a la redonda, y otro tanto por la posibilidad de compartir la carne, el vino y las ideas con amigos generosos ?venidos de varias partes de la República, sólo con el fin de ?hacer un poco respirable el ambiente que se vive en México.