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Fotos del James Webb, una nueva página para el estudio del universo

“Las imágenes captadas por el telescopio espacial son un hito en la historia de la humanidad. Estamos viendo una de las primeras galaxias que se formaron en el universo. Estamos ante una puerta maravillosa para descubrimientos y es sólo la punta del iceberg”, coinciden los astrónomos Julieta Fierro y José Franco.

La NASA divulgó este martes fotografías capturadas por el telescopio espacial James Webb que muestran miles de galaxias y algunos de los objetos más distantes jamás observados, pero qué más nos dicen estas imágenes.

La doctora Julieta Fierro Gossman, astrónoma y divulgadora científica, platica a los lectores de El Economista que “hoy para los investigadores es como recibir un continente nuevo e inexplorado, nos dan el barco y la oportunidad de ir a descubrir. No sabemos qué vamos a encontrar por eso se abre una nueva página para el estudio del universo”.

En palabras del doctor José Franco, exdirector del Instituto de Astronomía de la UNAM, “se trata de un hito en la historia de la humanidad. Con este telescopio estamos viendo una de las primeras galaxias que se formaron en el universo”.

“Con estas imágenes estamos observando etapas muy tempranas del universo y de las cuales antes no teníamos acceso, estamos viendo galaxias que se formaron al principio, poco después del Big Bang. Estamos observando además en algunas de estas galaxias líneas de visión de oxígeno, un elemento importantísimo para todos los organismos vivientes”, añade. 

Estamos ante la apertura de una puerta maravillosa para descubrimientos y esto es solamente la punta del iceberg”, asegura el doctor Franco.

¿Qué es lo que ven nuestros ojos en estas imágenes?

Se trata de las imágenes de las primeras galaxias del universo, regiones de formación estelar, además de la atmósfera para exoplanetas, es decir, fuera del sistema solar.

La doctora Fierro Gossman explica que en general hemos estudiado al universo con luz visible, esa que captan nuestros ojos, pero hay parte de la luz que no se ha estudiado tan profundamente como quisiéramos, que es la radiación infrarroja.

“Si uno frota las manos, estas se calientan y si las acercamos a nuestra cara, podemos sentir el calor de la mano aunque no lo podamos ver, esa es la radiación infrarroja. En el espacio hay astros que emiten ese tipo de luz y este telescopio (James Webb) es para ver ese tipo de luz”.

El James Webb, lanzado en diciembre de 2021 desde la Guayana Francesa en un cohete Ariane 5, originalmente fue para observar los objetos más alejados y el motivo es porque la luz se estira conforme el universo se expande. “Nosotros vivimos en un universo donde las galaxias y sus conglomerados de 100,000 millones de estrellas, se alejan unos de otros, esto se denomina la expansión del universo”, dice Fierro.

Entonces hay objetos que se alejan tan rápido y están tan lejos, que la luz que emitieron, que era azul o violeta, se va estirando como una liga, avanzando por el universo y ahora es luz infrarroja. La misión buscaba observar esos objetos. Es decir, las primeras estrellas que nacieron, cuya luz tardó 13,000 millones de años en llegar, Hoy se tiene la imagen de la galaxia más lejana que se ha descubierto en la historia de la humanidad, por eso el nombre de “La imagen del universo primitivo”.

Buscar vida y otros fenómenos

La astrónoma explica que al descubrir planetas fuera del sistema solar, llamados exoplanetas, “por supuesto que lo que nos gustaría saber es si alguno de ellos tiene vida y para saber si hay vida se pueden estudiar sus atmósferas”.

“Vamos a suponer que el planeta pasa delante de su estrella, entonces la luz de la estrella pasa a través de la atmósfera del planeta, dependiendo de qué esté hecha la atmósfera, esta chupa parte de la luz, en particular la infrarroja”.

Este telescopio se hizo también para eso. Ahora que ya se tienen detectados miles de planetas que pasan delante de su estrella y que tienen atmósfera podrían tener agua, metano, CO2, compuestos de nitrógeno. Resulta que “una de las imágenes que nos mandó el Telescopio nos presenta justo un exoplaneta gaseoso gigante (WASP 96-b), parecido a Júpiter, y en él se encontró agua ¡Esto es una maravilla!”, dice la astrónoma Fierro Gossman.

También tenemos la imagen de una cuna de formación estelar, es decir un lugar donde nacen estrellas y sistemas solares nuevos, “es una foto naranja muy colorida y se escogió para que uno pueda admirar la grandeza de lo que hay allá arriba”. Cabe destacar que nosotros por sí solos no podríamos observarlos con los ojos. Lo que ha pasado es que las radiaciones las han convertido en imágenes y estas se pueden colorear, pues en el infrarrojo hay muchos colores.

En otra de las imágenes se puede observar un objeto parecido al sol, que al final de su vida avienta esa atmósfera al espacio y queda el núcleo pelón, muy caliente rodeado de esa fuerza en expansión. Otro objeto estudiado y revelado este martes se llama El anillo del sur, se trata de dos estrellas en el centro con una nube “brillante y divina alrededor”.  También está la foto de nubes lechosas que son galaxias, cada una con 100,000 millones de estrellas.

Más allá de imágenes extraordinarias

En esta ocasión la NASA, el gobierno de Canadá y la Unión Europea, entre otros involucrados, subcontrataron a la industria para realizar todo lo que se necesitaba para el telescopio. Esto lo pagó la industria privada con la esperanza de que esta tecnología nueva que se desarrolló para este proyecto se traduzca en objetos de innovación, como sucedió con nuestro celular y que hoy millones de personas tenemos acceso a ello, explica Fierro Gossman.

Dijo que la ciencia lo que quiere es avanzar el conocimiento y para lograrlo desarrollan tecnología y cuando esta se transfiere a la industria, se crean productos de innovación, “eso va a pasar con este instrumental nuevo que se desarrolló; detectores de radiación, mejores comunicaciones, aparatos para guiar, sistemas de refrigeración, entre otros componentes”.

Hasta ahora se tienen 75 imágenes, se escogieron seis de ellas para demostrarle al mundo el potencial de esta herramienta, cada semana se va a liberar nueva información y los datos duros, como la presencia de agua, serán del dominio público dentro de seis meses. Así es como en breve cualquier astrónomo del mundo tendrá acceso a analizar ese pedazo de cielo, incluidos los investigadores de México, país donde aún no existe la capacidad para el lanzamiento de un objeto como este, pero que cuenta con investigadores de alto nivel que podrían hacer aportaciones muy importantes.

El doctor Franco, por su parte, agrega que en México esto está muy lejos de las capacidades actuales, primero porque no tenemos un proyecto espacial, segundo porque nuestro desarrollo tecnológico es endeble y tercero porque la inversión en ciencia y tecnología siempre ha sido muy baja y ahora es particularmente mala.

Señaló que el desarrollo, construcción y lanzamiento de este telescopio llevó a la humanidad más de 30 años realizarlo, eso quiere decir que son proyectos de largo aliento y que no pueden ser vigentes sólo durante un sexenio. “En perspectiva, para consolidar este proyecto se llevó todo lo que va del siglo, con un trabajo continuo y resolviendo problemas constantes que no se habían presentado en el pasado, además de una inversión constante”.

El telescopio James Webb tiene un diámetro de seis metros y medio, esto quiere decir que tiene una apertura mucho mayor que el de sus predecesores el Hubble y el Spitzer, tiene más potencia y está optimizado para observar , sus espejos están hechos en segmentos y realizados con oro, porque es magnífico reflejante del infrarrojo. Cada uno de sus instrumentos funciona a temperaturas muy bajas y optimizado para observar infrarrojos porque mientras más lejano está un objeto, la luz que emite se corre hacia el infrarrojo, detalló el doctor José Franco.

Cifras

  • 10,000 millones de dólares fue el costo total del proyecto, esto lo convierte en una de las plataformas científicas más caras jamás construidas, comparable al Gran Colisionador de Hadrones del CERN.
  • 1.6 millones de kilómetros desde la Tierra fue lo que viajó este instrumento para ahora estar orbitando el Sol en una región del espacio llamada segundo punto de Lagrange.

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