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Arte e Ideas

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Gael García y una tragedia griega que parece comedia

El actor y director presentó su segunda cinta como realizador, ambientada en Xochimilco.

“Hemos llegado a un momento trágico en donde es plausible secuestrar a alguien para obtener dinero. Un niño puede secuestrar a un niño”, lamentó Gael García Bernal al mediodía de este jueves, durante la conferencia de presentación de Chicuarotes, su segunda cinta como realizador, filmada en la comunidad de San Gregorio Atlapulco, Xochimilco, en el 2017.

Declaró que la labor de la cultura y del cine como parte integral del ejercicio cultural “es colocarse frente a estos temas, exponerlos, hacer las preguntas terribles, eliminar el discurso único, el discurso chamánico que dice tener la solución a todas estas cosas (los casos de violencia) porque, justamente, nadie las tiene; es una solución que conlleva muchísimos ejes, que tiene que ver con planteamientos abstractos, como la falta de amor (...) por otro lado, existen temas como la lacerante impunidad en la que vivimos”.

Procurar la cultura en el país, declaró, es imprescindible en función de eliminar los extremos, para llegar a un punto de sensatez, de encuentro. “Por eso es tan importante seguir haciendo (cultura), mantenerla a flote, porque si no nos vamos a ir por posturas políticas, por juegos electorales que no solucionan de fondo el tema”.

Todo esto lo dijo en una repleta Sala 2 del Cinépolis Diana, acompañado por los jóvenes actores, protagonistas de la cinta, Benny Emmanuel, Gabriel Carbajal y Leidi Gutiérrez, ejecutores frente a la lente del segundo trabajo fílmico de García Bernal, para el cual permaneció detrás de la cámara y que tuvo su estreno en la reciente edición del Festival de Cannes, donde fue proyectado como parte de la Selección Oficial del certamen, fuera de competencia, pero laureado por cinco minutos de aplausos de parte de los asistentes a la proyección.

“Lo que me impactó del guion por primera vez fue el hecho de que esta historia es un drama muy fuerte, una tragedia con tintes griegos, pero que está adornada como si fuese un carnaval. Hay una comedia que está sucediendo todo el tiempo. Y eso es algo muy particular. Fue muy aventurado y muy original”, explicó.

Reconoció el trabajo del guionista Augusto Mendoza, quien tuvo el chispazo inicial de esta historia que, finalmente, después de 10 años de conversaciones, casting, trabajo de campo, preproducción y rodaje, el próximo viernes 27 de junio se estrenará en cines de todo el país.

“Otra cosa que me llamó mucho la atención fue el contexto de San Gregorio Atlapulco que había sido capturado y es parte de la magia de Augusto Mendoza, que tiene una capacidad muy buena para poder incorporar un universo que desde el guión ya estaba armado. Ha sido un proceso de enamoramiento hermoso en el que ya no me acuerdo de la primera vez que me impactó”.

Una fábula sin moraleja

El actor y realizador agregó que la historia de Chicuarotes también es un relato sobre la pérdida de la inocencia, donde los protagonistas navegan narrativas impuestas, heredadas, como lo es la idea de que se ha nacido en el lugar incorrecto y la obstinación por escapar con el boleto intransferible de un dinero que hay que conseguir a toda costa, incluso si hay que cometer un secuestro.

Esta narrativa, que se toma riesgos humorísticos, pero no renuncia a la violencia que impera en el país y ha permeado, o quizás se ha gestado y ha pululado en el tuétano de las familias mexicanas, fue pretexto para que el actor y director hablara sobre el innegable espejo de la realidad.

“Es una fábula en la que, justamente, se toca este tema de forma muy responsable; no trata de traer una respuesta moral al respecto, sino que trata de enfrentarla, buscando una esperanza, una salida (...) porque no existen los chamanes para resolver esto, ni en la política ni en el arte”.

Se le preguntó su opinión sobre “la crisis de la migración” como un tema inevitable de abordar dado que su segunda cinta como director tiene ejes coyunturales con el tema. De inmediato, García Bernal reviró:

“Ahí es donde yo cambiaría la definición y me referiría a un fenómeno migratorio. Ponerle la palabra crisis es sacarle una ventaja política. El fenómeno migratorio es como respirar, como comer. El ser humano existe en este planeta gracias a la migración. Es diferente lo que sucede en la película a lo que sucede, por ejemplo, en Centroamérica, aunque comparten ciertas narrativas como esto de (pensar) que se nace en el lugar equivocado, pero esta realidad es algo que, desgraciadamente, nos impacta a todos como un acto de desesperanza, por una falta de creatividad y compasión con tu propio entorno, con la familia y el lugar que te vio crecer, que bien podría ser un paraíso”, argumentó.

ricardo.quiroga@eleconomista.mx

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