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Impedir que los días se vayan sin memoria: Héctor de Mauleón
Las crónicas que conforman el libro El derrumbe de los ídolos de Héctor de Mauleón recuperan la historia cultural y la vida cotidiana de la ciudad de México, de los albores del siglo XX hasta 1963, a través de episodios concretos que cimbraron la urbe.
En El derrumbe de los ídolos (Cal y Arena, 2010), Héctor de Mauleón (ciudad de México, 1963) ordena, sistematiza y aprehende el tiempo. Las crónicas que conforman el libro recuperan la historia cultural y la vida cotidiana de la ciudad de México, de los albores del siglo XX hasta 1963, a través de episodios concretos que cimbraron la urbe.
Por sus páginas transitan Belisario Domínguez, el piloto Emilio Carranza, el Ratón Macías, Octavio Paz, Pedro Infante y Felícitas Sánchez Neyra, la descuartizadora de la Roma. En El derrumbe de los ídolos continuación de El tiempo repentino (Cal y Arena, 2000) también se recuerda el derrumbe del Ángel de la Independencia, la llegada del monolito de Tláloc y se recorre México en cinco tragos .
De Mauleón constata que los cronistas se han dedicado a impedir que los días se vayan sin memoria . En entrevista, conversó sobre el rescate de los recuerdos de la ciudad y el desciframiento del pasado.
¿Qué implican la inmensidad y la antigüedad de la ciudad en el desarrollo de la crónica?
Me interesa la calidad de esfinge que tiene la ciudad para contener tantas cosas. Puedes caminar por una calle sin saber lo que allí ha ocurrido porque la ciudad no relata, sólo contiene su historia. Ahí es donde entra la tradición de los intérpretes de la ciudad: necesita a alguien que la descifre. La ha descifrado una estirpe de escritores que vienen de caminarla. Los cronistas han recorrido la ciudad y la han interrogado para luego exponer sus hallazgos.
La ciudad tiene siete siglos. En ella todo está abigarrado y todo parece incompleto. Es como la serie de capas de una pirámide, que a la vez está llena de conductos que conectan el presente con el pasado. Es una ciudad imbricada en el tiempo con múltiples ramificaciones.
¿Cuál es el móvil de la escritura de El tiempo repentino y de El derrumbe de los ídolos, libros que pertenecen a un mismo proyecto sobre la ciudad de México?
Me interesaba rescatar los días que paralizaron a la ciudad o la cimbraron o la conmovieron, a partir de hechos determinados. Como indicas, he seguido esas pistas desde El tiempo repentino.
Muchos personajes que aparecen en El derrumbe de los ídolos son personajes trágicos, como Kid Azteca, como el piloto Emilio Carranza, como Belisario Domínguez. Forman parte de una galería lamentable.
Son cuentos de la tribu que ocurren en momentos diversos de un mismo espacio. Es la evolución de un mismo tejido: la ciudad de México.
¿Cómo funciona tu sistema creativo y de investigación en la escritura de crónicas?
Es muy azaroso. Por ejemplo, en una página de un diario de 1910 encuentro una cosa inesperada que abre caminos hacia otras historias, y mientras lo recorro puede aparecer otra cosa que me conduce hacia otro sitio. Es una forma de navegación pre-tecnológica, similar a la que hoy utilizan los internautas. Me pierdo en el mar de papel amarillento de las hemerotecas.
¿Cómo ha sido tu vínculo con las hemerotecas?
La ciudad de México es una urbe que aparentemente se desvanece, pero que alberga dispositivos que guardan su memoria: las hemerotecas y los archivos.
Cada vez es más limitado el espacio de la memoria y cada vez es menos lo que sabemos de la ciudad que habitamos, como si en las calles no hubiera nada de lo cual pudiéramos participar. Visitar una hemeroteca implica entrar en una cápsula del tiempo. Implica viajar al pasado, conocer la vida cotidiana a través de pequeñas notas. Completar eso con lo que se ha publicado sobre algún tema y con pláticas con algunos protagonistas o testigos supervivientes de determinados hechos permite develar cómo se vivieron ciertos acontecimientos.
¿Cómo percibes la tradición de cronistas mexicanos?
El producto más consumado del periodismo mexicano es la crónica. Así explicamos a Manuel Payno, Guillermo Prieto, Manuel Gutiérrez Nájera, Ángel de Campo, Luis G. Urbina, José Juan Tablada y Salvador Novo. Se trata de llevar las armas del periodismo al terreno de la literatura. Gutiérrez Nájera, Novo y Carlos Monsiváis son las tres cúspides de la crónica de la ciudad de México. Creo que el género vive un momento negro porque ha sido desterrado de los periódicos.
agarcia@eleconomista.com.mx