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Iphofen, rincón medieval con alma vinícola

Los senderos más verdes de Alemania conducen a un pueblo de 3,000 habitantes, donde se presume una tradición vinícola forjada entre los ecos de un pasado medieval.

domingo 30 de julio de 2017 - 14:56

IPHOFEN, Alemania. El camino paralelo a una de las murallas que bordean el centro de Iphofen, ciudad medieval que resume el esplendor característico de la Baviera, se recorre entre el silbar de cientos de aves y un verde esmeralda adherido a la vegetación circundante.

La sucesión de edificios con talle medieval visible en la distancia delata el carácter antiguo de un pueblo que aparece en los registros históricos hasta el año 741 de nuestra era. Y a medida que los pies se hunden en el sendero, la impresión de haber retrocedido en el tiempo para aterrizar en una época distinta obliga a encontrar, por instinto, un rastro de vida contemporánea en el camino, sin éxito en un inicio.

La primera parada es frente a una torre que emerge del empedrado como retando a esquivarla sin ser vista. En su interior alberga una pequeña puerta de madera que descubre instrumentos habituales en las torturas medievales, además de la réplica de una espada cuya hoja sin filo permite a los visitantes tomar algunas imágenes en las que son sometidos por un verdugo ficticio. Una pequeña dosis de humor que distiende el halo macabro que rodea a una de las épocas más oscuras de la humanidad.

Iphofen. Rincón medieval con alma vinícola

La siguiente parada en el recorrido a través del centro amurallado pasa por la iglesia de St. Michaels, y esta vez, la base de la estructura alberga una nueva sorpresa: un osario que resguarda los huesos de miles de personas colocados en forma similar a un par de murallas de nuevo, los acentos medievales remiten a la fortificación pero esta vez, con restos humanos sustituyendo a las piedras.

Después de conocer la historia del osario, sigue hacer un alto en la base de otro edificio ubicado frente a una pequeña plazuela que alberga una prisión con rejas al descubierto. Aquí se exhibía a los condenados y se les obligaba a resolver sus disputas a través de un método muy persuasivo: colocando las cabezas de los enemigos frente a frente, al utilizar un instrumento de madera que reducía su movilidad y obligaba la charla.

En pos del vino

Muy cerca de ahí, la Vinothek de Iphofen muestra una cara que llena de orgullo a la comunidad y sus habitantes, incitando una degustación de los vinos de la región de la mano de los enólogos locales, quienes ofrecen una inmersión total a los beneficios de la zona explorando las características de un terroir que podría ser el sueño de cualquier productor vinícola. Este espacio cuenta con 600 metros cuadrados distribuidos en un edificio de cuatro niveles e incluye galería de arte, sala de lectura y cava.

Con el sabor de la uva aún en los labios, una ligera caminata ascendente conduce de frente a la Rödelseer Tor, el edificio emblemático del pueblo.

Construido a mediados del siglo XV, su inconfundible fachada blanca reluce entre incrustaciones de madera y tejas, y su belleza rústica cautiva a fotógrafos profesionales y amateurs que invariablemente incluyen a la construcción entre sus objetivos al recorrer la localidad. Después, el arco que arma su puerta conduce a unos viñedos que desde lejos coquetean con los visitantes.

Iphofen. Rincón medieval con alma vinícola

Es así como se arriba a los senderos de Silvana, variedad de uva que domina en la zona y que crece lentamente apostada en pendientes repletas de viñas que reposan al sol, perfectamente alineadas con el horizonte. La atmósfera, llena de romanticismo, atrapa de inmediato el corazón de sus visitantes y conduce a un aprendizaje exprés sobre las características de esa tierra que, además, genera el sustento de una buena parte de los habitantes de la localidad.

Al llegar a una de las cimas que bordean al pueblo, la vista de ese refugio medieval cede el protagonismo a miles de viñas que descienden en orden perfecto mientras desbordan su producción de cara a un cielo que luce inmenso ante la ausencia de nubes, y es entonces cuando la visión de una mesa dispuesta para admirar el espectáculo vinícola delata la llegada del apetito, el cual habrá de ser satisfecho con un almuerzo rebosante de charcutería, hogazas de pan y quesos, además de dips y mermeladas caseras cuyo sabor habrá de perdurar en la memoria.

El regreso a la fortificación se realiza a través de un sendero que exhibe visos de modernidad en las casas apostadas en ambos lados del camino. Y es cuando la sensación de haber retrocedido en el tiempo adquiere mayor fuerza y confunde a quienes acaban de recorrer el destino.

Sin embargo, la impresión de haber vivido un sueño medieval se desvanece al volver a cruzar la Rödelseer Tor, y el hambre de aventura cobra nuevo aliento. Más abajo, siguiendo el camino empedrado, la tarde luce propicia para descubrir nuevas historias medievales en Baviera.

Dato de viaje

Iphofen posee 300 hectáreas de viñedos y 2,200 hectáreas de bosque de donde surgen el yeso, la madera y el vino que constituyen las bases de la economía local.

La Vinothek Iphofen es un edificio que reúne en un mismo sitio los mejores vinos de la región, creados por 20 enólogos locales

Cómo llegar

Desde la Ciudad de México, Lufthansa conecta con Frankfurt, en Alemania. Después hay que tomar un vuelo a Nuremberg, que tiene una duración promedio de 40 minutos. Sigue viajar en tren en un trayecto de una hora para arribar a Iphofen, poblado ubicada en el estado alemán de Baviera.