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Iztapalópolis llega al Centro de la Imagen

La reja perimetral de La Ciudadela exhibirá un ensayo visual sobre Iztapalapa, su vida cotidiana y sus tradiciones; es un acercamiento irónico y “alejado del estereotipo y el lugar común”, dice el autor.

A partir de este sábado, quien transite por la calle de Balderas o la plaza de La Ciudadela se será interpelado por “Iztapalópolis”, un ensayo fotográfico del fotoperiodista Ernesto Ramírez, que muestra un rostro poético de ese microuniverso de Ciudad de México que se resiste al estigma que el clasismo impone.

En las rejas del Centro de la Imagen, bajo la curaduría de Arturo Ávila Cano, 36 fotografías, capturadas en su mayoría con una cámara Holga –paradójicamente vintage– muestran con fuerza expresiva la actualidad de la vida cotidiana de Iztapalapa con todos sus matices.

El trabajo de antropología visual de Ernesto Ramírez (Ecatepec, 1968), periodista de larga data, revela a Iztapalapa, con ironía y belleza, como el centro de ebullición de una cultura urbana con la veteranía de sus tradiciones: su música, su gastronomía a pie de acera, sus mercados, sus sitios arqueológicos, su Semana Santa, su carnaval, sus barrios; desde sus azoteas y sus calles, sin poses ni falsos discursos, simplemente mostrándose como es, sin complejos.

“Iztapalópolis” juega con la noción de una ciudad dentro de otra gran urbe, como un guiño a la cinta de Lang, “Metrópolis” (1927) y, al mismo tiempo, asume con ironía y gran acierto estético los epítetos de “Iztapalacra” o “Iztapanaca”, a la vez que les quita el filo y los aniquila.

“Iztapalópolis intenta acercarse al modo de ser y de habitar” de los moradores de Iztapalapa, dice a El Economista Ernesto Ramírez, artista del lente radicado en esa alcaldía desde hace más de 20 años. “Fue un ejercicio de ver y de redescubrir un espacio familiar, así como de trabajar con lo antropológico, lo sociológico; pensar la ciudad y los elementos que hay alrededor y reinterpretarlos”, comparte.

La muestra que verá el público recoge un trabajo fotoperiodístico que proviene de la última década del siglo XX y tiende un puente hacia la actualidad. En ella hay fotos de 1996, del 2009 y del 2023, siendo las del último tramo financiadas con una beca del Sistema Nacional de Creadores.

Otra característica en la obra de Ernesto Ramírez es que las fotos de hace 28 años pareciera que fueron tomadas ayer, como si el tiempo se hubiera detenido ante ellas, las hubiera respetado y traído al presente, haciéndolas imperecederas. “Eso también es parte de mi búsqueda, encontrar una situación o un momento de la vida que te toque tanto, que pueda ser permanente”, comparte.

Mirar con fascinación

Frente a su lente transcurre la vida cotidiana, capturada con un virtuosismo y empatía dignos de Nacho López, Graciela Iturbide o incluso Luis Buñuel, pero “evitando el estereotipo y el lugar común”, dice Ramírez.

Son imágenes que nos revelan el “hallazgo”, ese momento surrealista que nos arranca una sonrisa, o ese personaje que, sin conocerlo, se nos vuelve entrañable: una limusina de lujo al lado de un camión de basura; un vendedor de huevos en el mercado de abastos haciendo una señal redundante; un paisano probándose saco y corbata en una pila de ropa de segunda mano; un tiburón en una azotea al lado de un tinaco; una “Última Cena” detrás de dos puestos de tacos; el Judas Iscariote de la Semana Santa colgado de un árbol bajo el sobrevuelo de un helicóptero o un señor cargando un lagarto en el mercado de las torres, una reminiscencia de ‘Nuestra señora de las iguanas’, de Graciela Iturbide, reconoce el fotógrafo.

“Hay tomas en las que los objetos que están ahí, para mí dicen mucho sobre el habitante y la esencia de la alcaldía”, asegura.

Las imágenes logradas por Ramírez ofrecen un repertorio inédito, no por los lugares en sí mismos sino por su mirada y el ángulo, de los territorios identitarios de Iztapalapa: La Central de Abastos, el Cerro de la Estrella, o el mercado de las torres, cargados de simbolismos.

“Como un arqueólogo que emprende la búsqueda de las ruinas modernas, Ernesto Ramírez documenta con cámara Holga fotografías panorámicas y de formato medio para construir una memoria particular. Lejos de la crítica o la denuncia, este conjunto de imágenes nos muestra a Iztapalópolis como un microuniverso donde el humor, pese a todo, se hace presente”, dice el curador Arturo Ávila Cano.

“Iztapalópolis” resitúa un territorio al que muchas veces solemos mirar de reojo y con prejuicios y Ernesto nos lo pone enfrente con una mezcla de afectos, historias personales, humor, ironía, paradoja y gran belleza.

Para lograr esto, dice, “tienes que emocionarte y mirar con fascinación, con amor, acercarte a la sociedad, sin prejuicios, y tratar de entenderla”.

La cita para la inauguración es este sábado 11 de mayo a las 12:00 pm en el Centro de la Imagen, en el que, de paso, hay que echar un vistazo a la exposición que celebra su 30° aniversario.

Ernesto Ramírez adelanta que además de fotos habrá música en vivo a cargo del Alquimista del Rap, un músico de Iztapalapa que ha compuesto una pieza a partir de las imágenes de la exposición y, posteriormente, se realizarán recorridos donde el autor compartirá con los interesados su experiencia de saber mirar en el momento y el ángulo correctos.

“Iztapalópolis” permanecerá hasta el 31 de julio, y en noviembre irá a la Fototeca Nacional, en Pachuca, con una nueva propuesta museográfica.

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Editor de Arte, Ideas y Gente en El Economista. Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación y Maestro en Filosofía Social, por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO). Especialista en temas de arqueología, antropología, patrimonio cultural, religiones y responsabilidad social. Colaboró anteriormente en Público-Milenio, Radio Universidad de Guadalajara y Radio Metrópoli, en Guadalajara.

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