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Kung Fury: el poder de la gente
La trama no tiene sentido, tampoco importan las actuaciones, sólo la forma en que se matan a los villanos (mucha violencia) y los nudos se desatan, y que siempre suelen hacerlo de la forma más absurda.
Kung Fury, el cortometraje producido y estelarizado por David Sandberg es una verdadera porquería, sin embargo, es una porquería adorable porque no intenta ser algo más: es un homenaje (sátira) a las películas policiacas y de artes marciales de los 80, con varios guiños al mundo de los videojuegos en cuanto a sus peleas y estética.
Si entramos en su convención y estamos cómodos con el contexto, la cinta resulta bastante disfrutable.
Todo gira en torno a un detective que un día fue golpeado por un rayo y mordido por una cobra segundos después de que un ninja matara a su compañero y mentor. El rayo le dio la sabiduría y conocimiento del kung fu y lo convirtió en el elegido: Kung Fury, el mesías que el mundo del kung fu esperaba.
La vida de Kung Fury da un giro cuando es suspendido de la policía luego de haber vencido a una maquina de videojuegos que cobró vida. El desastre fue tan grande que Fury fue relevado de su cargo, pero antes de que eso sucediera, renuncia.
Sin embargo, en un abrir y cerrar de ojos, debe regresar al trabajo porque Adolf Hitler (sí, ese) viajó al futuro para convertirse en el amo del kung fu. Kung Fury es el único que puede detener al Führer.
La trama no tiene sentido, tampoco importan las actuaciones, sólo la forma en que se matan a los villanos (mucha violencia) y los nudos se desatan, y que siempre suelen hacerlo de la forma más absurda.
Además de las influencias arriba mencionadas, cabe mencionar que se respira un aire tarantinesco en la cinta, pero es como si a Tarantino le hubieran hecho lobotomía.
Parte del atractivo de la cinta es que fue financiada a través del sitio de crowfunding Kickstarter en el 2014. En un principio los realizadores pedían 200,000 dólares, pero consiguieron la cifra de 630,000; en algún momento pensaban que podían alcanzar la cifra de 1 millón y hacerla un largometraje. Qué bueno que no ocurrió porque hubiera perdido su chiste.
Kung Fury es un ejemplo de cómo la democratización de Internet da oportunidades a todos aquellos que tengan una idea lo suficientemente atractiva para convencer a la gente, no a los miembros del sector al que el proyecto pertenece, sino al público en general, que muchas veces deseas ser parte de algo más grande de lo que tienen en sus vidas.