Lectura 7:00 min
La Amazonia podría convertirse en una extensa sabana en 30 años
En Brasil, la tasa de deforestación aumentó 278% en el último año.
Los incendios registrados en la selva amazónica desde la primera semana de agosto del 2019, sumados a los anteriores del mismo año, conforman la mayor cantidad de fuegos forestales desde el 2013. De acuerdo con el Instituto de Investigación Ambiental Amazónica (IPAM, por su sigla en portugués), hasta el 20 de agosto, más de 19,000 hectáreas de áreas selváticas habían sido consumidas por las llamas.
Las consecuencias son serias y desde distintos frentes los especialistas comienzan a evidenciar los problemas y algunas soluciones para el futuro cercano.
Podría perderse hasta 60% de la superficie de selva antes del 2050
En los últimos 50 años se ha perdido 17% de la cubierta forestal por la explotación maderera, petrolera, el avance de la agricultura y la ganadería en la zona. En febrero del año pasado los científicos Carlos Nobre y Thomas E. Lovejoy advertían un punto de inflexión para la Amazonia que implica una vegetación más seca, propia de la sabana, que puede alcanzar entre 50 y 60% de la superficie antes del 2050.
A pesar de que, en la Conferencia de las Partes de París del 2015, Brasil se comprometió con 12 millones de hectáreas de reforestación para el 2030, en el último año ha aumentado 278% la tasa de deforestación, por lo que los autores del artículo publicado en Science Advances señalaban desde entonces que el curso sensato no sólo era frenar estrictamente la deforestación, sino también reconstruir un margen de seguridad respecto del punto de inflexión, reduciendo el área deforestada a menos de 20%, ya que reforestar significa recuperar el actual ciclo hidrológico de la selva, en beneficio del ecosistema.
Sobre este último periodo de incendios, Juan Manuel Rodríguez Esteves, investigador adscrito al Departamento de Estudios Urbanos y Medio Ambiente del Colegio de la Frontera (Colef), confirmó que en el ecosistema de áreas tropicales, dispuestas en selvas y bosques, “los incendios son parte del proceso de sucesión vegetal. No obstante, en esta ocasión la magnitud y gravedad rebasan tal condición”.
Sobre las causas, nuevamente se menciona la reducción de la superficie acuñada a numerosas fuerzas de explotación agrícola: “Llegan personas, generalmente de la zona, queman un área para producir un área abierta, y en esa área abierta, o ponen ganado o se dedican a la agricultura”.
En el caso de Brasil, “tiempo atrás, la soya fue un producto muy importante para la exportación (...) Por ahí salieron frases de que en Brasil se producían vacas, pero a costa de la Amazonia”, dijo.
El investigador hizo hincapié en que con esto el proceso de erosión se acelera mucho, porque ya no hay una cubierta vegetal que detenga la lluvia y que amortigüe la velocidad de las corrientes de agua.
Se requiere de la fuerza social
Por su parte, la doctora Alice Poma, académica del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (IIS UNAM), dijo que los científicos sociales hablan ya de un fracaso de la diplomacia climática, porque proyectos como La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP) no ha logrado frenar la emisión de los gases de efecto invernadero (GEI).
El problema no ha sido atendido, a pesar de que la Amazonia absorbe 2,200 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2) al año, de un total mundial de 36,200 millones de toneladas y sus beneficios ecológicos redundan en todo el planeta.
Por ello, aseguró que la participación de “los movimientos sociales es central para canalizar todas esas emociones que genera la crisis ambiental en personas sensibles. Las protestas orientan esas emociones a tomar acción para generar un impacto en la respuesta de los países”.
La especialista en ciencias sociales aplicadas al medio ambiente compartió a través del Foro Consultivo Científico y Tecnológico que los incendios en la selva del Amazonas muestran que hay una preocupación mundial por el desequilibrio ambiental, pues no sólo es el ecosistema, también son los incendios forestales en el Ártico, que desde hace 11 semanas están activos y han emitido, desde junio a los primeros 18 días de agosto, 167 megatoneladas de dióxido de carbono.
Hizo un llamado: “Sentir, pensar y actuar es un trinomio, así que sumar las emociones como categoría de análisis enriquece la comprensión sobre cómo estamos respondiendo a los problemas”.
Depredación por intereses económicos: Ibero
Darío Salinas Figueredo, investigador emérito del Departamento de Ciencias Sociales y Políticas de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México (Ibero), manifestó que el incendio se vincula crucialmente con la irracionalidad de los grandes intereses y negocios que operan amparados por políticas antipopulares y depredadoras como las del gobierno de Jair Bolsonaro.
“Esta tragedia nos interpela de modo directo. Necesitamos pensar mejor sobre lo que significa este modelo de desarrollo, todavía hegemónico, fundado en los principios del mercado y su práctica mercantilista que devora todo (...) La conciencia más avanzada de este tiempo demanda con urgencia a la política y la comunidad internacional movilizar las respuestas más rápidas posibles”.
Por su parte, Javier Riojas, especialista en educación ambiental, sustentabilidad y gestión ambiental pública, habla de más consecuencias, tales como cambios de uso de suelo y conflictos políticos nacionales y a nivel internacional.
El coordinador de la licenciatura en Sustentabilidad de la Ibero explicó que al haber cambios en el uso de suelo se favorece a grupos de intereses económicos, los cuales se benefician con la destrucción de las selvas. Una vez que concluyan los incendios, lo peor es que la superficie afectada se utilizará para otros fines, en lugar de dejar que la zona se sobreponga. “No se sabe quién los provoca, pero lo más probable es que sean empresas o interesados en expandir sus actividades económicas, sean agrícolas, ganaderas o mineras, que sería muy grave”.
Además advierte problemas políticos en Brasil, ya que orillarán a los pobladores a desplazarse, conflicto que escalaría a nivel internacional; aunado a los daños a la salud generados por la contaminación del aire.
“El impacto será global por la cantidad de dióxido de carbono que se está emitiendo y por la pérdida de superficie de selva que se encargaba de capturarlo. El proceso de restauración tardará varias décadas porque es difícil hacerlo artificialmente, ya que son ecosistemas muy delicados y complejos”, aseguró Riojas.
Necesaria, una alerta temprana de incendios forestales: UNAM
Investigadores del Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA) y del Instituto de Geografía (IG) de la UNAM precisaron que lo más dramático de incendios como el de la Amazonia es que pueden acarrear la muerte de personas, disminuir poblaciones de especies, interrumpir procesos ecológicos, menoscabar hábitats para vegetales y animales, e incluso provocar la desaparición de especies endémicas.
Por ello, en conferencia de prensa aseguraron que se requiere de una herramienta que en tiempo real informe dónde hay mayor probabilidad de un incendio forestal para mitigarlo con oportunidad, tal como se hizo en su momento con la alerta sísmica, “justo ahora que sabemos que por el cambio climático la temperatura global se ha incrementado y pudiera contribuir a la ocurrencia de incendios forestales de manera natural”, confirmó Elizabeth Vega, investigadora del CCA.
Si bien el efecto de las emisiones derivadas por los incendios en el Amazonas tiene que ver con enfermedades respiratorias y cardiovasculares, no serán de impacto para México. Los investigadores confirmaron que se trata de una alerta global, y en particular para nuestro país porque somos el segundo país con mayor biodiversidad en el mundo.
Los incendios intensos son cada vez más comunes, en más sitios y al mismo tiempo, algo que hace cuatro décadas no ocurría. “Poner la basura en su lugar o no tirar colillas en los bosques sería un pequeño comienzo que podría funcionar”, aseguró Óscar Peralta, del CCA.